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Por la normalización del euskera

La lengua vasca, que gana terreno en su conocimiento pero no tanto en su uso, afronta el reto de aunar esfuerzos para garantizar una pluralidad lingüística

La viceconsejera de Política Lingüística, Lurdes Auzmendi
La viceconsejera de Política Lingüística, Lurdes AuzmendiJESÚS URIARTE

La mayoría de la población vasca no sabe euskera. El gran desafío de todos los Ejecutivos vascos desde 1982 ha sido incrementar el uso real de la lengua vasca y lo seguirá siendo en las legislaturas sucesivas. Desde hace 30 años, el porcentaje de población que dice conocer el euskera casi se ha duplicado del 22% al 37,5%, un avance progresivo, pero su uso se ha incrementado mínimamente a pesar de la importante inversión económica realizada con dinero público en la euskaldunización de la sociedad.

El euskera es una cuestión de voluntad y conocimiento. Nadie habla una lengua que no domina. En cuanto a su uso se ha producido un cambio; se utiliza más en los entornos formales (educación, administración, mundo laboral) y menos en la familia y entre amigos. Pero el bilingüismo sigue avanzando en Euskadi. El 32% de la población mayor de 16 años habla euskera y castellano, lo que supone dos puntos más que en 2006. Son datos de la última Encuesta Sociolingüística presentada en marzo de este año por el Gobierno vasco.

No hemos podido acelerar porque hay que ir con paso firme”

La normalización del euskera también es una cuestión de ritmo, aunque no fluya igual para todos los partidos políticos. La viceconsejera de Política Lingüística, Lurdes Auzmendi, cree que durante estos últimos años se ha ido por buen camino. “Algunos quisieran que fuésemos mucho más rápido, pero no podemos acelerar porque eso no te hace ir con paso más firme”, opina. Es consciente de que pasarán generaciones hasta que la normalización del euskera sea absoluta. “El objetivo principal es que vaya disminuyendo la diferencia entre el español y el euskera y que tengamos cada vez mayor número de bilingües pero incluso decir eso ya resulta limitado cuando la sociedad en la que vivimos cada vez más, no es solo bilingüe, sino trilingüe o multilingüe”, añade.

Pero el euskera ha entrado en la campaña electoral con la polémica servida abriendo la brecha entre quienes creen en una política lingüística más plural y los que opinan que tiene que ser más contundente. El detonante ha sido la exigencia de Bildu sobre el uso obligatorio del euskera en las empresas y vetar a aquellas que no lo garanticen tras quedar excluida de la licitación de un tramo de la GI-632 una constructora por no haber acreditado el título EGA de dos directores de obra. El PP es claro en este punto en su programa electoral; “Para ser auténtica la cultura debe persuadir, nunca imponer. Se trabajará por el euskera como patrimonio cultural y social, desvinculándolo de las concepciones que lo utilizan como instrumento político”.

Buscar el mejor camino para el trilingüismo

El trilingüismo es una de los grandes interrogantes tras el 21-O, aunque existe consenso y voluntad política, no están claras las líneas a seguir tal y como las han planteado el Gobierno socialista —20% de las horas por cada lengua y el 40% restante a elección del centro—. Isabel Celaá, la consejera de Educación, se había propuesto llevar al Parlamento, para lograr el acuerdo con los grupos de la oposición, una propuesta definitiva antes de los comicios autonómicos, con la idea de extenderla a todos los centros en 2013-2014. La cuestión es si el próximo Gobierno dará continuidad a esta propuesta dentro del marco trilingüe tal. Por el momento, ya lo aplican 118 centros y 12.000 estudiantes. Los socialistas defienden el trilingüismo como un camino de no retorno y remarca que las familias lo demandan. No solo ellas, también los organismos internacionales lo llevan reclamando años. Tras la propuesta vasca, realizada en 2010, distintas comunidades se han lanzado a proyectos similares para introducir el inglés como lengua de enseñanza. En el Parlamento, el PNV en su momento rechazó apoyar con claridad el plan, pero sus pegas se centraban en una falta de concreción en los objetivos de nivel lingüístico, a su juicio, no al fondo de la cuestión. De hecho, sus responsables del área educativa también apuestan por esta vía.

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Para EH Bildu, este radicalismo en torno al euskera responde a la necesidad de acelerar al máximo la normalización del euskera. “Se perciben señales de debilitamiento y de ralentización, y la normalización del euskera se encuentra en el inicio de la tendencia a la desaparición”, suscribe su programa electoral. El objetivo de la coalición abertzale pasa por lograr las condiciones políticas, jurídicas, sociales, económicas y culturales que posibiliten el poder vivir “completamente” en euskera y promover una nueva politica lingüística.

Los socialistas, sin embargo, no están de acuerdo ni con las sanciones, “conscientes de que en ciertos momentos las políticas lingüísticas pueden generar ciertas incomodidades”, ni con que el euskera se haya convertido en muchas ocasiones como un mero vehículo de acceso a un empleo público. Un asunto que socialmente ha levantado muchas ampollas. “Esa instrumentalización sectaria del euskera ha llevado a fomentar entre un sector muy importante de la ciudadanía vasca un sentimiento de animadversión hacia el euskera por sentir que por no ser vasco parlantes se les veta de facto el acceso al empleo público”, aseguran los socialistas.

Entre tanto, el Plan de Acción para la promoción del euskera (2013-2023), diseñado por la Viceconsejería de Política Lingüística y el Consejo Asesor del Euskera está pendiente de ser aprobado en el Parlamento. El adelanto electoral obligará al gobierno que salga el 21-O a tenerlo presente sobre la mesa. “Sería muy conveniente que se aprobara porque el que está en vigor [2001-2011], está muy desfasado y este va a suponer un rearme en la planificación futura del euskera con nuevos retos; mayor inmigración y el auge de las nuevas tecnologías. En este sentido, el documento Euskera 21 (con amplio consenso social y político) seguirá siendo el motor del próximo gobierno, elaborado por el Consejo Asesor del Euskera.

Tanto el PSE-EE como el PNV coinciden en la pluralidad de Euskadi. “El euskera es una lengua nuestra y hay que protegerla. Pero siendo realistas y dando pasos con la mayor unanimidad posible entre las fuerzas políticas y consiguiendo esa adhesión de la ciudadanía. No solo de los vascoparlantes, tan importante su papel como el de los castellanohablantes que no saben euskera pero están apoyando a favor del euskera y haciendo que sus hijos lo aprendan para lograr una normalización”, opina Auzmendi.

Sin embargo, para los nacionalistas, el euskera está aún lejos de una situación de plena normalidad, lejos de vivir en igualdad social con el castellano. Si el PNV gana las elecciones impulsará una política lingüística “que nos acerque a la paridad social de ambas lenguas”, una política eficaz de promoción del euskera para superara el desequilibrio existente. Los jeltzales defienden una protección legal del euskera y una actitud proactiva. En definitiva, la igualdad de oportunidades de uso de las dos lenguas oficiales y la libertad lingüística deben ser efectivas.

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