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TEATRO

Un Macbeth mental

La apuesta de Àlex Rigola es un ejercicio de sustracción que le lleva a dar por hecho y por conocido el argumento de la obra

Un Macbeth deliberadamente estático y átono, sin el ruido y la furia de la famosa cita de su protagonista, contado desde una lógica interna tremendamente austera. Y la austeridad no es escénica, sino conceptual. Esta es la apuesta de Àlex Rigola. Su versión libre es un ejercicio intencionado de sustracción que le lleva a dar por hecho y por conocido el argumento de la obra; un minucioso trabajo de depuración del texto, de las acciones, de los sentimientos y las emociones; un monólogo interior de casi dos horas que se reparten seis únicos intérpretes. Todo un desafío para los más versados en la materia y, desde luego, no apto para principiantes (ni para el público familiar, como anuncia por error, imagino, un cartel del festival).

MCBTH

Versión libre de Macbeth, de William Shakespeare. Traducción: Joan Sellent. Adaptación y dirección: Àlex Rigola. Intérpretes: Mercè Joan Carreras, Oriol Guinart, Míriam Iscla, Lluís Marco, Alícia Pérez, Marc Rodríguez. Escenografía: Max Glaenzel. El Canal (Coma Cros), Girona, 4 de octubre.

La primera parte del espectáculo, que compendia los cuatro primeros actos, se desarrolla en un impresionante bosque de abetos entre los que aparecen una butaca y un sofá. El castillo de los Macbeth es como la caseta de madera de uno de los tres cerditos y el conjunto nos remite a Twin Peaks. Las tres brujas (Míriam Iscla, Lluís Marco, Marc Rodríguez) llevan caretas de Mickey Mouse. Aquí los intérpretes dicen el texto sin declamar y doblan personajes sin moverse. De hecho, ninguno de ellos se desplaza hasta que el rey Duncan (Lluís Marco) y los suyos llegan al castillo de los protagonistas y anfitriones. Lady Macbeth (Alícia Pérez) reza su monólogo a ritmo de rosario y anticipa el asesinato del rey de Escocia chillando en voz baja, si esto no es un oxímoron. Hay pausas y acelerones, todo premeditado y siempre atonal, que dota a esta primera hora larga de un forzado ritmo discordante. Hay varios referentes actuales (los Celtic de Glasgow), más guiños (El señor de los anillos) y alguna broma que, sin embargo, en semejante partitura no acaban de cuajar. La segunda parte, de apenas 20 minutos, tiene lugar en un espacio indeterminado plastificado en blanco en el que destaca una enorme mancha de sangre, y que nos remite a otra serie y a otro asesino, Dexter. ¿Estamos en la mente torturada del protagonista (Joan Carreras)? Ahora la intención es otra y aquí Lady Macbeth da rienda suelta a su locura, y él a sus propias contradicciones. A pesar de la desesperación de ella y de la impotencia de él, el hecho de que al menos haya acción en este nuevo contexto supone un alivio, pero sigue pesando el planteamiento anterior, con lo que la recepción a la salida —entre discursos institucionales, copas, canapés y un montón de caras conocidas— fue un poco de desconcierto unánime.

Y es que con este estreno se inauguraba la 21 edición del Festival Temporada Alta de Girona y la nueva sede de El Canal-Centre d’Arts Escèniques de Salt/Girona en la antigua fábrica textil Coma Cros. Su sala de exhibición, que recuerda a la del Mercat de les Flors, está pensada para acoger todo tipo de montajes y cuenta con una gradería retráctil para unos 300 espectadores.

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