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Aquí te pillo, aquí te como

Un recetario para triunfar con la pareja llega a Madrid junto al evento gastronómico Millessime

Una pareja de las que participó en uno de los juegos propuestos en el libro de recetas Love cooking.
Una pareja de las que participó en uno de los juegos propuestos en el libro de recetas Love cooking.

Uno de los aforismos más chistosos (y manidos) del director neoyorquino Woody Allen es aquel que dice: “El sexo es lo más divertido que se puede hacer sin reír”. “Comer es lo mismo”, apostillan las tres autoras de Love cooking, un volumen de recetas útiles para explorar y mantener encendida la pasión en una pareja bien rodada, recién formada o aún en ciernes. Treintañeras, morenas, carcajadas y modales generosos, Elisabetta Degli Esposti Merli, Elisa Mazzola y Anna Roberti argumentan casi en coro: “Casi nunca comer significa meramente cebarse. Se trata de un acto que coagula significados culturales, históricos y rituales. La comida canaliza recuerdos y fantasías pero, a la vez, es una actividad física. Solo el sexo se le parece. Porque involucra los cinco sentidos y la cabeza”.

Las mosqueteras del erotismo entre fogones, que se denominan Culinaria, orquestan en Bolonia clases y talleres de exploración alrededor del que consideran el binomio más antiguo (y natural) del mundo y ahora llegan a Madrid junto al evento gastronómico Milessime y los grandes chefs, jefes de sala, sumilleres y barmans, que se concentran hasta hoy en la capital (Pabellón de la Pipa, Casa de Campo).

Las demostraciones y el recetario, como la vida de una relación, van por grados. “Imaginamos cuatro fases, del conocimiento, que puede intrigar, a la intimidad y a la costumbre, que podría precipitar en el aburrimiento”, explica Anna. “La cocina ayuda en todo momento. Por cada etapa hemos preparado varios menús, el lector elige según su gusto y su carácter”.

“Una cena puede ser fundamental para romper el hielo, para establecer un contacto y tantear a la persona que está delante de ti”, sigue Elisa. “Observar cómo come el chico que te gusta tanto, puede darte buenas pistas sobre cómo se portará entre las sábanas o en una relación más profunda”, reflexiona Elisabetta. “Por ejemplo, el tipo mudo que devora sin saborear y engulle famélico cualquier cosa, puede que se mueva igual en situaciones más íntimas. Tienes que evaluar si enrollarte con uno al que le da grima comer con las manos, o un inapetente que se sienta a cenar con desgana o, al revés, uno muy enganchado con todo lo último en materia gastronómica, que lo sabe todo de las denominaciones de origen y colecciona sales exóticas... Todo tipo puede tener ventajas y desventajas. Basta con estar preparadas”.

Las recetas contenidas en Love cooking —rigurosamente experimentadas por las autoras— son sencillas, explicadas paso paso, en las cantidades, la preparación y los tiempos de cocción. Pueden ser practicadas por hombres y mujeres. Cada plato se casa con un vino o una copa pensado para poner en valor su sabor y su energía sensual.

Los ingredientes son variados, pero los que lucen calidades tonificantes o afrodisíacas se repiten más que otros, por supuesto. “Pero a veces los más comunes resultan ser los más sexys. “Por ejemplo, un buen tomate de la huerta, rojo y perfumado...mmm”, se muerde el labio Elisa. El lenguaje también ayuda a entrar en la atmósfera: por ejemplo “se desnuda” la manzana, “se masajea” la masa de la pizza.

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El recetario, así como la clase de cocina erótica que Culinaria organiza, alterna menús para anfitriones más tímidos o para que el invitado se sienta a gusto, centrados en platos de la tradición más acogedora (por ejemplo, la salsa de tomate sobre pan perfumado a la albahaca), otros introducen algún elemento de sorpresa (como las magdalenas de romero, bacon, ciruelas y crema de apio o la pasta aliñada con alcachofas y azafrán). “Una buena recomendación es involucrar a la persona deseada en el proceso de preparación, abrir la puerta con la cena a medio hacer y pasar al ataque: atarle un delantal, explicarle cómo cortar el pepino y seguir frente los fogones codo con codo”, se ríe Anna. “Puedes seguir provocándole, confundirle, servir sopas o platos líquidos difíciles de comer”. Los estímulos pueden ser bastante explícitos: sentarse en el sofá, ocultar los tenedores, vendarse, abundar en cremas y guarniciones líquidas. Para chuparse los dedos. Literalmente.

Culinaria. Hoy será posible catar su sabiduría en el bar La Juana, en la calle de Juan de Austria, 23 de Madrid (viernes a las 21.00, sábado 20.00, reservas obligatorias: 914 450 763). Al ingreso, se regala el equipamiento esencial para saborear la experiencia: una pajita, una venda y un pincel.

 

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