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FRANCISCO RODRÍGUEz | Alcalde de Ourense

Un político de paso lento que se revolvió contra su mentor

Con la llegada del PP a la alcaldía de la ciudad, en 1991, Rodríguez consiguió un hueco en las listas para las elecciones autonómicas

Francisco Rodríguez
Francisco Rodríguez

El hombre discreto. El político de pocas palabras y trato afable. El profesor de Formación Profesional bregado como concejal de Ourense en los años dorados del socialismo (entre 1983 y 1991), ha dormido esta noche en la comisaría de Pontevedra. Aislado, vigilado y sin autorización para designar abogado.

Francisco Rodríguez Fernández (Ourense, 1954) no estaba llamado a ser alcalde. Pero el azar de la política (y la amistad) lo premió con dos mandatos consecutivos al frente de la Corporación local de Ourense. Ahora estaba comenzando el segundo. Recorrió un camino lento, siempre a la sombra de algún compañero. Siempre sencillo. Siempre afable. Sin prisas. Nadie habría sospechado hace una década que el edil menos carismático y aparentemente menos ambicioso, acabaría al frente del Ayuntamiento.

Con la llegada del PP a la alcaldía de la ciudad, en 1991, Rodríguez consiguió un hueco en las listas para las elecciones autonómicas. También en el Parlamento ofreció un perfil bajo. Mantuvo el acta de diputado hasta 1997. Dos años después, el candidato a la Xunta, Pachi Vázquez —entonces alcalde de O Carballiño—, le ofreció su amistad y amparo en su lista y lo mantuvo como concejal a su lado hasta 2003. Fueron años de proximidad personal y política que cuajaron con la elección de Rodríguez como candidato a la alcaldía orensana. De rebote. Vázquez, al frente entonces de un fragmentado PSOE provincial, había apostado por otro. Pero unas desafortunadas declaraciones sobre la violencia machista pronunciadas por el número uno de la lista —defenestrado de inmediato— propulsaron al discreto Francisco Rodríguez al primer puesto. No salió elegido, pero tras cuatro años de oposición, y arropado de nuevo por Vázquez, consiguió, con el apoyo del BNG, barrer de la alcaldía las décadas de gobierno de un PP al que nadie se había atrevido a toser.

En su primer mandato, el regidor comenzó a dotarse de un cierto perfil político. Con la renovación de la alcaldía en 2011 —uno de los pocos socialistas de España que consiguió, con el apoyo en esta ocasión de un mermado BNG, ver aumentado su respaldo electoral—, Rodríguez remarcó sus dotes. Se alineó contra su amigo, mentor y jefe de filas, y puso todos sus apoyos al servicio de la exministra Elena Espinosa, que pugnaba contra Vázquez por la secretaría general y la candidatura a la Xunta. La relación entre ambos saltó por los aires hace unas semanas cuando, en la asamblea para elegir a los candidatos de Ourense al Parlamento Rodríguez castigó al examigo que se tragó el sapo de ser el cuarto más votado.

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