_
_
_
_
_

Palma, calle okupada

La Semana de la Movilidad despeja de coches el tramo próximo a Fuencarral

Pablo León
Tramo de la calle de la Palma, peatonal hasta el 22 de septiembre.
Tramo de la calle de la Palma, peatonal hasta el 22 de septiembre.ÁLVARO GARCÍA

Partida de pimpón en medio de la calle de la Palma. Suena extravagante, pero todo viandante que se acerque al cruce de la vía madrileña con Fuencarral se encontrará con una mesa y dos raquetas disponibles para pasar el rato. ¿Por qué se puede aparcar un coche en la calle y no jugar al pimpón o hacer un pic-nic o sentarse? Con esta pregunta quedaba inaugurada la Semana Europea de la Movilidad (del 16 al 22 de septiembre) en la capital. Para celebrarlo ha elegido como emblema Palma, avenida mítica de la movida, eje cultural entre Conde Duque y el Museo Municipal, sede del moderneo actual y una de las calles con más diversidad de usos de la ciudad con tiendas, galerías de arte, patrimonio o cafeterías.

El experimento ha llenado el espacio de gente charlando y niños jugando

En la avenida, normalmente, transitada por coches, se han eliminado 11 plazas de aparcamiento y en su lugar se han instalado alfombras verdes y jardineras que la han cambiado radicalmente; en lugar de tránsito rodado, se ha llenado de gente sentada en bancos, grupos charlando de pie y niños jugando. Los conductores dudaban si podían cruzarla o no. "Podría ser así siempre", proclamaban algunos vecinos. Pero no solo se cede espacio para la habitabilidad. Durante toda la semana, comerciantes y asociaciones culturales han okupado los adoquines con sofás, tableros de ajedrez, bancos y taburetes y han organizado un diverso programa de actividades.

"Al principio, la gente se ha sorprendido, pero enseguida han tomado la calle como propia", resume las primeras reacciones del público Nacho Padilla, socio de Viernes, empresa de proyectos de innovación social ubicada en la vía y responsable del cartel de la acción, llamada La Palma a tus pies. El proyecto ha sido low cost total; no ha habido obras sino aprovechamiento del mobiliario urbano municipal, lo que ha permitido que con 2.000 euros y tres meses de reflexión se haya realizado un cambio radical a la calle. "Es temporal [la semipeatonalización acaba el 22 de septiembre], pero puede ser un laboratorio de ideas para acciones futuras", asegura Padilla.

Muchos de los vecinos quieren que la transmutación sea permanente. Normal. De los seis metros que tiene la avenida, a los peatones les queda 1,3 en dos escuetas aceras. La higiene, las aceras y la peatonalización son de las reclamaciones históricas de las asociaciones vecinales. La delimitación de zona de prioridad residencial, donde no se puede circular a más de 20 kilómetros por hora, es permanente; los cortes al tráfico, en el cruce con Fuencarral y con la calle del Norte, no. "Me gustaría que esto no se quede en una acción puntual, sino que se hiciera permanente o se estableciera una cierta periodicidad. Si no implica ningún cambio, se tratará de una mera acción promocional", matiza Esther Lorenzo, bióloga especializada en psicología ambiental y codirectora del espacio socioplástico La Pieza, situado hasta mayo pasado en la misma calle.

El primer día hubo quejas, pero muchos vecinos piden que el cambio permanezca
Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Aunque el primer día del experimento ha provocado piropos generalizados, algunos no podían evitar quejarse. "¿Ahora dónde aparco?", preguntaba una residente. Pero en general la sensación era de alegría. "Esto sí que es una calle de verdad", exclamaba Nacho Noriega sentado en uno de los sofás que ha instalado la pizzería Ay Mi Madre! "Dan ganas de quedarse aquí", resumía con una porción de cuatro quesos en la mano. "Cuando se hacen este tipo de intervenciones siempre hay gente preocupada, pero luego la realidad se impone y la gente valora el espacio público que, de repente, puede utilizar", concluye Lorenzo.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Pablo León
Periodista de EL PAÍS desde 2009. Actualmente en Internacional. Durante seis años fue redactor de Madrid, cubriendo política municipal. Antes estuvo en secciones como Reportajes, El País Semanal, El Viajero o Tentaciones. Es licenciado en Ciencias Ambientales y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS. Vive en Madrid y es experto en movilidad sostenible.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_