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EDUARD GRATACÓS | ESPECIALISTA EN MATERNOFETAL

“Operar un feto es como robar un banco”

Eduard Gratacós es referente mundial en una cirugía que requiere más preparativos

Eduard Gratacós, cirujano maternofetal en el Clínic de Barcelona.
Eduard Gratacós, cirujano maternofetal en el Clínic de Barcelona.TEJEDERAS

Ya desde niño, Eduard Gratacós (Barcelona, 1965) sabía que quería ser cirujano, pero ignoraba que terminaría dedicándose a la cirugía fetal. La especialidad aún no existía. Experto en neurodesarrollo, profesor universitario y obstetra ginecólogo (rama dedicada a la gestación y al parto), lidera desde 2005 el grupo de investigación de Medicina Maternofetal del hospital Clínic de Barcelona, referente mundial en esta materia con unas 200 operaciones anuales, en las cuáles el doctor Gratacós interviene en cerca de un centenar. “En pocos años hemos pasado de ignorar si el bebé sería niño o niña a estudiar sus cuerdas vocales”, afirma.

Gratacós mantiene que uno de cada diez fetos presentará alguna anomalía durante su estancia en el útero. Para las patologías neurológicas, introduce el concepto Window of opportunity: “El feto es como una ventana cerrándose, cuanto antes se detecte la anomalía, mejor de cara a la aplicación de futuros tratamientos. Pero en el caso de las dificultades relacionadas con un órgano (las más frecuentes son las cardiovasculares y pulmonares) la cirugía fetal no ha parado de avanzar desde principios de la pasada década. Aunque arriesgada, hoy la intervención inmediata ya es una realidad: “Se opera a un paciente cuasiquirúrgico, con tejidos como de goma, flotando en líquido, rodeado por la línea que le da la vida y que casi no puedes tocar, cambiando de postura constantemente y, encima, intervienes a través de un paciente sano al que sometes a un riesgo”.

En la mañana de esta entrevista, Gratacós le ha realizado una transfusión de sangre a un feto de 28 semanas y ha recibido la visita de una agradecida familia de Cartagena a cuyo hijo operó hace un año. Preguntado por la intervención exitosa con la que más ha sudado, sonríe y responde al instante: “Todas”. Tras pensárselo, recuerda la vez en la que le introdujo un balón traqueal a un feto de 26 semanas que presentó una complicación grave y al que hubo que drenarle líquido.

“Pensábamos que todo estaba perdido pero mantuvimos la calma y todo salió bien”. Asegura que operar a un feto es “como robar un banco” porque requiere muchos más preparativos que una operación ordinaria, y una rapidez extrema. “La mayoría duran unos 20 minutos, es entrar y salir. Y, como en las películas, si tocas algo que no debes, suenan todas las alarmas y estás perdido”.

No es fácil comunicar a unos futuros padres que hay que operar su feto. “Se lo toman fatal, incluso si la patología no es grave”, apunta Gratacós, un hombre que, por necesidad, también hace de psicólogo: “Hay que conocer cómo comunicar porque, independientemente de lo que ocurra, las formas se recuerdan más que el fondo”.

Barcelona es líder en medicina fetal junto con Detroit, Londres, Lovaina y Paris. Hasta siete expertos internacionales visitan cada año a este doctor para interesarse por sus ideas, tachadas de “locuras” por sus compañeros de profesión a principios en 1994, cuando comenzó a experimentar con ovejas. Entonces, se temía provocar un aborto nada más acceder al útero. Hoy, la alianza entre tecnología y medicina ha permitido diseñar “instrumentos muy finos” con los que operar en fetos de a partir de 15 semanas. Antes, las membranas que lo rodean todavía no se han fusionado y podría perderse el embarazo.

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El doctor visitará Madrid el 18 de septiembre para impartir la conferencia La Salud empieza antes de nacer en el auditorio Mutua Madrileña. Un encuentro gratuito en el que dará consejos sobre la prevención y el diagnóstico de los problemas de origen prenatal durante el embarazo. Tiene una máxima que repite constantemente: “Hoy en día lo más importante es entender que la fase fetal es un momento crítico para determinar la calidad de vida del resto de nuestra existencia”. Todo consiste en tener sentido común: “Del mismo modo que jamás se nos ocurriría llenarle a un bebé el biberón de coñac, no se debe probar ni una gota de alcohol en el embarazo. Todo va directo al feto”.

El futuro pasa por la detección de las patologías más leves que aún hoy pasan inadvertidas y por la implantación de células madre “dentro de 10 o 15 años”, afirma con seguridad. “Estoy bastante convencido de que llegará el día y, entonces, podremos actuar sobre lesiones que hoy la cirugía únicamente permite cerrar, pero no reparar”. Una pregunta resta por hacer. La inevitable. “La que siempre me hacen”, dice tras resoplar: “Cómo médico, no tengo opinión sobre el aborto. Como persona, la ley debe reflejar la opinión mayoritaria de la ciudadanía sin estar condicionada por ningún tipo de creencia. Tenemos una ley que no tocaría demasiado porque es como la de los países de nuestro entorno”.

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