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Relatos a pedales de Bilbao a Santander

Ander Izagirre se embarca en una nueva gira ciclista para promocionar ‘Plomo en los bolsillos’

En primer plano, el autor de 'Plomo en los bolsillos', Ander Izagirre, acompañado por Peio Ruíz Cabestany (sexto en la fila) y otros ciclistas, ayer en el Euskalduna
En primer plano, el autor de 'Plomo en los bolsillos', Ander Izagirre, acompañado por Peio Ruíz Cabestany (sexto en la fila) y otros ciclistas, ayer en el EuskaldunaTXETXU BERRUEZO

Vicente Blanco se rompió el pie derecho en los astilleros donde ahora se erige el Palacio Euskalduna hace más de 100 años. Los engranajes de una máquina le trituraron los cinco dedos. Era un buen ciclista, llegó a ser campeón de España, pero ya tenía el pie izquierdo deformado por otro accidente, también en la siderurgia de un astillero. Sin embargo, sus dos muñones no le impidieron hacer la bilbainada de turno e ir al Tour de Francia. En 1910, partió de Bilbao a Paris en bicicleta y consiguió llegar a tiempo, la víspera de que comenzase la carrera. Pero Vicente Blanco, alias El cojo, estaba tan hecho polvo que en la primera etapa llegó fuera de control y lo descalificaron.

Su historia es una de las muchas recogidas en el libro Plomo en los bolsillos del periodista Ander Izagirre (San Sebastián, 1976). En honor a Vicente Blanco, el bautizado como Tour de Plomo partió ayer del Euskalduna en una etapa Bilbao-Bilbao en bucle de 57 kilómetros. El domingo llegarán a Santander. Le acompañaban varios amigos y su ídolo de la infancia, Peio Ruiz Cabestany. Y es que nada mejor para promocionar el libro por distintas ciudades que lanzarse a pedalear, como ya hicieron en junio, en el primer Tour de Plomo. Aunque como explicaba ayer Izagirre, “no fue una estrategia de marketing premeditada, surgió por pura diversión”.

La historia del Tour, advierte Izagirre, “no es una historia de santos”, sino una radiografía de la condición humana

La afición por las dos ruedas le viene a Izagirre de muy niño: “Mi padre me envenenó la sangre con nueve años, cuando me llevo por primera vez al Tour y ganó Perico Delgado”. Aunque dejó el ciclismo de competición con 20 años para dedicarse a sus otras dos pasiones, los viajes y el periodismo, la fascinación por el Tour nunca le abandonó. “Me di cuenta de que en un siglo de carrera había muchas historias que contar”. Los relatos de los vencedores que desearían no haber ganado nunca, como el francés Walkowiak, y de los perdedores a mucha honra, como el belga Vansevenant, que cultivó el arte de la derrota pedaleando lo más despacio posible para conseguir tres históricos farolillos rojos (quedó último a propósito en 2006, 2007 y 2008). Sin olvidar a los eternos segundones como Poulidor, ocho veces podio en 15 años sin ganar jamás ni ponerse nunca el maillot amarillo, o a quienes, como Tom Simpson, consumieron su vida con 40 pedaladas en la cima del Ventoux.

Tras la muerte de Simpson se instauró el control antidopaje. Pero eso fue en los 60. “Antes no había conciencia de trampa porque no estaba prohibido”, relata Izagirre: “El primer ciclista que se escapó del pelotón en el Tour, en 1903, iba cargado con botellas de vino tinto. Es una prueba salvaje y usaban de todo, supositorios de cocaína, anfetaminas, cloroformo para el dolor de rodillas...”. Ahora, dice, “los ciclistas siguen jugando al límite”. Y es que la historia del Tour, advierte, “no es una historia de santos”, sino una radiografía de la condición humana.

El segundo Tour de Plomo sale del Euskalduna en honor del ciclista bilbaíno Vicente Blanco, alias El cojo
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Izagirre cree que en los últimos años hay un problema de narración: “Antes el Tour no se ganaba hasta cruzar la línea de meta, ahora no se sabe quién es el héroe del cuento hasta que concluyen los últimos análisis”. Plomo en los bolsillos se publicó en 2005 y la presente edición añade algunos capítulos de actualidad en los que aparecen, entre otros, Armstrong y Contador. El pasado Tour de Plomo, que recorrió en seis etapas la distancia entre San Sebastián y Madrid, demostró ser una buena fórmula de promoción. “Íbamos a ir a Madrid, porque allí está la editorial Libros del K.O., pensé en ir en bici desde San Sebastián y a partir de ahí organizamos una ruta”. En tres meses han vendido más de 3.000 ejemplares, lo que para su autor está “muy bien para un libro que ya tuvo su recorrido”.

A Ander Izagirre, la libertad de la bicicleta le va que ni pintada con su estilo de vida: “Soy autónomo, trabajo en casa, vendo mis reportajes de viajes y voy aceptando encargos, nada estable”, dice con una sonrisa. “Me gusta funcionar así, tengo una vida sencilla, capacidad de decidir sobre mi tiempo y libertad para elegir de qué escribir. Es un privilegio”, concluye, antes de correr a ponerse el maillot con el logo de Plomo en los bolsillos. El nombre del libro, por cierto, viene de una cita de Pelissier, el ganador del Tour de 1923 que se atrevió a protestar contra el durísimo reglamento: "Pronto nos colocarán plomo en los bolsillos alegando que Dios hizo al hombre demasiado ligero".

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