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OPINIÓN | XOSÉ MANUEL PEREIRO

¿Para qué quieren ganar?

Lo único que se sabe de la propuesta política de Feijóo es la de evitar que vengan los otros

Por casualidad, es decir en Internet, me encontré con unos de los carteles institucionales que promovían en diciembre de 1980 el voto en el referéndum del Estatuto. Me acordaba del de Cunqueiro, pero no de este en el que campeaba el rostro, bajo una enorme mata de pelo y semiestrangulado por uno de aquellos monumentales nudos de corbata de la época, de “Ángel Legaspi. Afortunado quinielista”. No deja de ser tierno que promocionase la autonomía un señor cuyo mérito era haber acertado los resultados de 14 partidos de fútbol y ganado así 500 millones de pesetas (que logró perder en poco tiempo). Tan tierno como que, según me decía la esposa de un conselleiro, “entonces éramos tan ingenuos que para contratar a una secretaria hacíamos oposiciones de verdad”.

Hemos dejado atrás la ingenuidad —más bien la hemos arrojado del tren —, pero en contenido político seguimos en las mismas, a ras de suelo, y no porque ya me esté imaginando el cartel de un repeinado Mario Conde (avezado economista). Porque en las próximas elecciones gallegas no se aprecian, al menos yo, demasiadas proyectos políticos detrás de las candidaturas. La que menos, la del PP. Bien es cierto que por un lado no puede defender gestión alguna. Y por el otro, tampoco puede vender los logros en el desmontaje de la gestión de sus antecesores sin traer a cuento la bicha del fiasco eólico, o hacer recordar que los libros escolares eran gratuitos. Mencionaba aquí anteayer Manuel Martínez Barreiro que el pasado sábado en Soutomaior Alberto Núñez Feijóo afirmó presentar su candidatura “teniendo a los parados y a la gente que lo está pasando mal como mis principales prioridades”, y que también el febrero de 2009 había dicho en el Club Financiero de Vigo: “No quiero ser el presidente que gobierne el paro, quiero ser el presidente que gobierne el empleo”. Después de lo que pasó con las de Rajoy, nada de promesas electorales que puedan estrellarse contra la realidad. Mucho mejor los buenos sentimientos y la pena interior. Lo positivo de Guardiola y de Cristiano Ronaldo.

Lo único que se sabe de la propuesta política de Feijóo es la de evitar que vengan los otros. A repartirse el dinero de la Xunta, dice, como si fuese suyo y se lo fuesen a quitar de sus bolsillos. Recuerda la estrategia del inefable Manuel Luque, director general de Camp (con el que Feijóo comparte la soltura y la buena caída del traje), que al frente de la plantilla, retaba el espectador/espectadora: “Busque, compare, y si encuentra algo mejor, cómprelo”. Por eso le aceptó el debate a Pachi Vázquez y en general los encuentros cara a cara, con lo que se supone que también a Francisco Jorquera. Imagino que camino de los buzones del resto de los candidatos y candidatas estará ya una misiva del presidente con el recado “Non lle interesa debater comigo, cabaleiro/señora?”. Así se asegura salir más veces, y que en todas lo comparen a él con los aspirantes.

La oposición está unida también alrededor de una meta común, que es echar a Feijóo. El método para conseguirlo o qué hacer después no está muy claro. En el PSdeG sobran propuestas y medidas. No hay más que echar mano del arsenal de proyectos y planteamientos que el PSOE pudo haber puesto en marcha cuando gobernaba y no puso, o del saco de medidas que podría haber tomado el Gobierno bipartito y no tomó por autozancadillearse, e incluso recuperar clásicos de ayer, hoy y siempre, como el de los puestos de trabajo. Aunque a este ritmo, quizás agoten proyectos, propuestas y medidas antes del advenimiento de la jornada de reflexión o de la realidad, lo que se produzca antes.

En el campo de la izquierda-izquierda, por política no es. Después del revival de los ochenta, ahora viene con fuerza el de los setenta, aquella época en la que los había padres —como Bouza Brey, padre de Fermín Bouza— que imploraban impotentes al cielo o a los amigos de sus hijos la razón y el significado de que sus vástagos se hubiesen hecho chinos. Los productores de leche (los dueños de las vacas) deben de estar expectantes y los afectados por las preferentes aguardando con inquietud si confiar sus cuitas a la adaptación gallega de la Syriza griega (EU+Anova+Equo), del Frente Amplio uruguayo (Anova+EU+CxG), del Sinn Fein (“Nosotros solos”) irlandés (CxG) o a lo que las señoras-testigo de los spots llaman “mi detergente de siempre” (BNG). De momento, somos los periodistas los que estamos más contentos que los consabidos tontos con las correspondientes tizas, manejando las etiquetas.

No hay más pistas de lo que ganaríamos cambiando de jefes, salvo que al gallego (al idioma, y quizá al ciudadano) se le tratará mejor. Bueno, la FPG (integrada en la Syriza-G) ha señalado que “hace falta entrar en el Parlamento y reventar el sistema gallego de partidos PP, PSOE, BNG”. No deja de ser una propuesta de intenciones clara, pero no lo veo para una legislatura. Quizá sea que Feijóo, que lleva amagando con convocar elecciones desde primeros de año, les ha cogido a todos por sorpresa, PP incluido. O a que todavía faltan 50 días, que dan mucho de sí a la hora de buscar soluciones para un país si uno se pone. O quizás sea que, en realidad, ¿quién quiere ganar, y para qué, tal y como está la cosa?

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