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Estrofas para la insumisión en el Festival da Poesía do Condado

El incómodo aquelarre reivindicativo supera tres décadas sin contar con ayuda pública

Durante el concierto de Sés, su compañera Uxía le acompañó durante una canción.
Durante el concierto de Sés, su compañera Uxía le acompañó durante una canción.

No solo la longevidad y versatilidad política de su alcalde —33 años en el cargo y sucesivos carnés de UCD, PSOE y PP— han labrado la fama de Salvaterra. Mucho antes de que la ocupación de las plazas de medio mundo se convirtiera en megáfono de la indignación, en las entrañas de O Condado ya habían puesto de moda soñar en voz alta. Con la primera edición del Festival da Poesía en 1981, la Sociedade Cultural e Desportiva capiteaneada por Manuel Soto inauguró un incómodo aquelarre reivindicativo para las recién estrenadas instituciones democráticas.

Solo unos “rojos y separatistas” podían tener el delirio de enorgullecerse de su identidad. Su decidida siembra de la cultura e idioma propios por todos los recovecos de la comarca la habían enfrentado durante años a los antojos de la policía del pensamiento. Desde entonces, el empeño por su celebración ha tenido que superar toda clase de escollos. Los actuales se camuflan en excusas menos ideológicas a priori, pero igual de fatigosas y tercas al final. “En los comienzos teníamos el rechazo oficial de las instituciones. Ahora, también, pero más sutil”, señala apesadumbrado Soto. “Las únicas ayudas son del pequeño comercio. Desde la Administración, solo el Concello realiza una pequeña aportación con la que ni cubrimos los gastos en organización e infraestructuras”.

Gracias a la inquebrantable voluntad de sus impulsores y a la complicidad de los músicos y poetas invitados, miles de personas volvieron a concentrase ayer sobre el empedrado medieval del castillo de Dona Urraca. Los rigores de la realidad solo se dejaron notar en un guión vertebrado en torno al lema Capitalismo é um feito. Revoluçom un dereito, germinado para aplacar “la creencia impuesta de que la ruina es la única salida posible”.

Desde las llanuras salmantinas de Topas, el sindicalista Telmo Varela evidenció el alma del certamen a través de las páginas que prologan las composiciones de esta edición. El dirigente de la Central Unitaria de Traballadores, en prisión preventiva por un supuesto delito de estragos y tenencia ilícita de explosivos, llamó a combatir “el ¡Todo por la deuda! de la instauración borbónica” mediante la movilización permanente y la insumisión social. Sobre el palco, los integrantes del batallón literario encargado de agitar con palabras “a las masas” tomaron el testigo con un recital heterodoxo en forma y contenido. La escenografía irónica y feminista del dúo Gayo Pinheiro introdujo los versos de combate multifocal de Rodríguez Fer, la crítica y cuidadosamente caótica construcción poética de Daniel Salgado o el inédito deixaprén de Susana Sánchez Aríns. Después, los compases de la música sugirieron entre palmas que “la lucha continúa”.

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