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“Toda nuestra vida está ahí dentro”

Los residentes de una de las zonas más dañadas por el fuego en Málaga vuelven a sus casas

Fernando J. Pérez
La pareja británica Kriztina y Phillip observan los restos de su casa.
La pareja británica Kriztina y Phillip observan los restos de su casa.García-Santos

Alan, fontanero de 60 años, dejó hace seis años la lluviosa Manchester y se trasladó a Andalucía en busca de naturaleza y sol. Con sus ahorros, montó un bar de estética mod, el Parka's, en la zona de Calahonda, en Mijas, y compró una pequeña parcela en el pago de La Atalaya, un paraíso de verdor a la orilla de un riachuelo. En ese terreno instaló una casa rodante, de legalidad discutida y discutible, pero por la que Alan paga impuestos religiosamente.

El pasado jueves por la noche, la casa de Alan fue una de las primeras en sucumbir al avance del incendio forestal que devastó seis municipios de la Costa del Sol y que ayer fue dado por estabilizado por el Infoca tras arrasar 5.000 hectáreas, según una estimación oficial del Infoca. “Fue terrible, parecía que el viento había cambiado y se llevaba el fuego hacia la zona de Entrerríos, pero en cinco minutos, el bosque explotó”, cuanta el británico mientras rebusca con una varilla metálica sus objetos personales entre la ceniza. “Tengo ahí toda mi documentación y el pasaporte, pero lo único que quiero encontrar es una medalla que me regaló mi padre”, afirma. Una amiga le ha ofrecido un apartamento vacío hasta que recomponga su hogar. “No me quedan muchos ahorros, supongo que tendré que empezar con una caravana vieja y luego ir mejorando (...) El alcalde \[Ángel Nozal, del PP\] pasó ayer por aquí y me dijo que el Ayuntamiento se encargaría de llevarse todo esto. Será una ayuda, la verdad”, afirma.

Al otro lado de la carretera, viven Phillip y Kriztina, también británicos. Él es un ingeniero hidráulico y exmilitar jubilado de 57 años que ahora preside el pequeño club motero Málaga Road Deamons. Ella, de 52, trabaja a tiempo parcial como manicura y reflexóloga. La pareja también vivía en una casa móvil de 44 metros cuadrados, plantada en una parcela de algo más de 700.

“En cuanto la policía nos dio la orden de evacuar salimos con nuestros seis gatos y tres perros. Apenas tuvimos tiempo de rescatar nuestros papeles y las fotos de familia”. Kriztina conducía el utilitario de la pareja y Phillip la seguía en su moto, “una Harley Davidson, por supuesto”.

La casa, rodeada de cenizas por los cuatro costados, está en una de las múltiples zonas cero que ha dejado el incendio del jueves. “Toda nuestra vida estaba aquí, y nuestros ahorros eran esta casa”, se lamenta Kriztina, que critica el tratamiento informativo que las televisiones británicas han dado al siniestro de la Costa del Sol: “Sólo se preocupaban por los veraneantes y a los residentes no nos han hecho caso”. Quienes sí acudieron a echar una mano fueron los demonios del club motero de Phillip.

Estos días, el matrimonio se ha refugiado en casa de un familiar en la Cala de Mijas. Durante el día, trabajan en la limpieza de la parcela y tratan de evitar con su presencia que algún aprovechado trate de saquear el metal acumulado en la finca. “Quiero regresar cuanto antes”, afirma Phillip, que, tras salvar lo más importante, se contentaría con rescatar de los escombros la medalla que le dieron cuando sirvió durante seis años en el ejército británico en Irlanda del Norte en los 70.

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Las labores de extinción del incendio prosiguieron ayer con 18 medios aéreos y 190 agentes del Infoca. También fue identificado el hasta ahora único fallecido en el siniestro: se trata de un ciudadano alemán de 54 años con las iniciales C. R, y no de un británico de 78 como informó el Infoca el pasado viernes.

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Sobre la firma

Fernando J. Pérez
Es redactor y editor en la sección de España, con especialización en tribunales. Desde 2006 trabaja en EL PAÍS, primero en la delegación de Málaga y, desde 2013, en la redacción central. Es licenciado en Traducción y en Comunicación Audiovisual, y Máster de Periodismo de EL PAÍS.

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