_
_
_
_
_

Gaitas en el Sol Naciente

Un músico japonés recoge en Ponteareas un instrumento calcado, por encargo propio, a los de Carlos Núñez o Xosé Manuel Budiño

Los hermanos Alfonso (izquierda) y Xosé Gil (derecha) entregan su gaita al japonés Yuki Kojima en presencia del gaiteiro Xosé Manuel Budiño.
Los hermanos Alfonso (izquierda) y Xosé Gil (derecha) entregan su gaita al japonés Yuki Kojima en presencia del gaiteiro Xosé Manuel Budiño.LALO R. VILLAR

Un hombre, aparentemente japonés, de unos treinta años de edad, activa unas bases rítmicas electrónicas. Agarra una gaita, aparentemente gallega, y se arranca con Aires de Pontevedra, aquella pieza armada por el gaiteiro Ricardo Portela a partir de antiguas melodías y que en su día popularizó Milladoiro. El músico oriental se llama en realidad Yuki Kojima y es efectivamente japonés. La gaita es efectivamente gallega. Su rastro puede seguirse en youtube, cuyo archivo de imágenes guarda el registro de Kojima interpretando Alborada de Veiga, Muiñeira de Chao, Muiñeira de Freixido, Muiñeira Nova o Ti e máis eu, de Susana Seivane. Pero la última noticia de su relación con Galicia y su música tradicional sucedió ayer. El gaiteiro japonés viajó hasta Ponteareas para recoger dos instrumentos construidos en el Obradoiro de Gaitas Gil.

Un correo electrónico, remitido desde Japón y recibido en el taller de Ponteareas hace dos años, preguntaba por las herramientas de Carlos Núñez y Xosé Manuel Budiño. Firmaba Yuki Kojima. “Al principio pensamos que sería un hijo de emigrantes, pero enseguida vimos que su nombre era sospechoso”, explica risueño Xosé Manuel Gil. Kojima quería dos gaitas, calcadas a las de sus ídolos. Perplejo, el artesano lo puso en antecedentes. Núñez y Budiño utilizan materiales “muy personales”. Y caros. “No problema”, respondió el cliente, escritor de un macarrónico inglés. Para él lo importante eran los anillos de plata, el punteiro de buxo (boj), el color del fol. Todo lo que convertía a una gaita en idéntica a la del autor de A irmandade das estrelas. “Tras un año intercambiando correos, él pedía y pedía, y nos saturó”, relata Gil, “nos plantamos y le pedimos concrección”. Por respuesta, un escueto: “¿Cómo tengo que pagar el adelanto?”.

Una gaita como las que pasean Núñez y Budiño pasa de los cuatro mil euros. El japonés no tardó ni una hora en hacer el depósito. Otro año más tarde, los hermanos Gil le comunicaron que el pedido estaba rematado. “Perfecto, el 27 de agosto estoy ahí para recogerlo”. Yuki Kojima apareció ayer en Ponteareas, donde Budiño en persona le entregó el encargo. No pudo asistir Carlos Núñez, de gira por Italia. Y eso que su música abrió los oídos de Kojima al folclore del noroeste peninsular. “La primera vez que tuve noticia de la música gallega fue a través de la radio”, relataba el japonés vía e-mail el pasado viernes, “y gracias a Carlos Núñez o al asturiano Hevia”. La Red y su función de memoria flotante y global —menciona el canal youtube y la tienda digital iTunes—, las disquerías que todavía sobreviven en Japón o la banda sonora de Tales from the Earthsea —filme de animación basado en la literatura de ciencia ficción Ursula LeGuin— también conformaron el background galaico del gaiteiro japonés.

Su precario inglés, y el desconocimiento del japonés del periodista, impiden a Kojima extenderse sobre su “amor” por la expresión sonora de pequeñas naciones a miles de kilómetros físicos de su país natal. Y a otros tantos culturales. Pero sí enhebra una serie de sentencias escuetas: “Toco música celta. Amo las músicas irlandesa, gallega, escocesa, bretona, todas. Me encanta el sonido de la gaita \[bagpipe\]. Amo el sonido de la Gaita \[en gallego en el original\]”. Eso sí, no comparte su pasión con demasiados compatriotas. En concreto, calcula, son 10 personas las que en el país del Sol Naciente soplan gaitas gallegas.

Diez pero, a juzgar por el ejemplo de Kojima, con alto grado de dedicación. Con un santuario de gaiteiros en el que descansan, además, Xesús Vaamonde o Daniel Bellón, Yuki Kojima se plantó en el último Festival Intercéltico de Lorient a principios de mes para observar las evoluciones sobre las tablas de Xosé Manuel Budiño. “El japonés se presentó ante él al acabar el concierto”, cuenta el artesano Gil que le contó Budiño, “todo ceremonioso, con esas reverencias que a nosotros nos resultan tan extrañas”. Ayer se volvieron a encontrar en el obradoiro de los Gil. Allí recogió el japonés su nuevo instrumento: una gaita afinada en Do de granadillo, anillada en plata, con terminaciones imitando al marfil, ronquillo, chillón, fundas para el fol en lino blanco y negro (las versiones utilizadas por Budiño y Núñez) y otros dos punteiros en Re y Si bemol (favorito de Budiño. “Dentro de poco habrá una banda de gaitas gallegas en Tokyo, comiendo pulpo”, bromea el constructor, “porque son gente muy disciplinada... fíjate con el flamenco. Y Kojima tiene muy buena técnica, es un gran músico”.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_