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López y Urkullu marcan el campo

El duro enfrentamiento sobre soberanismo y reforma fiscal apunta ya las claves en que PSE y PNV jugarán la campaña. Solo la gestión puede lastrar a Bildu

El 'lehendakari', Patxi López (derecha), en una reunión en Ajuria Enea con el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en enero de 2010.
El 'lehendakari', Patxi López (derecha), en una reunión en Ajuria Enea con el presidente del PNV, Iñigo Urkullu, en enero de 2010. PRADIP J. PHANSE

La publicación el próximo martes del decreto de disolución del Parlamento y convocatoria de las elecciones para el 21 de octubre abre a los partidos 54 días para rematar lo que su acción haya transmitido a la ciudadanía, para bien o para mal, desde las autonómicas de 2009. Los resultados, en cambio, habrán de medirse con respecto a 2005 por la vuelta de la izquierda abertzale a la Cámara. Entonces ganó la coalición PNV-EA con 29 parlamentarios (22 del primero y siete del segundo), seguida por el PSE con 18, el PP con 15, EHAK con nueve, tres de EB y uno de Aralar. La última estimación de voto hecha pública —el Euskobarómetro difundido en julio— atribuye 23 escaños al PNV, 22 a EH Bildu —cinco más que la suma de entonces de EHAK, EA y Aralar—, 17 al PSE y 13 al PP.

Casi nada está descartado en el escenario posterior, pero es evidente que no se repetirá el pacto PSE-PP, por razones numéricas y de enfrentamiento total de posiciones, una vez finiquitado el acoso terrorista.

Una segunda afirmación que puede hacerse también es que el PNV, al que se da ya por ganador, no tendrá mayoría para gobernar sin apoyos. El próximo Parlamento va además previsiblemente camino de reducir su atomización y se simplificará hasta cuatro fuerzas: PNV, PSE, PP y EH Bildu. Aún más cantada parece la victoria del candidato del PNV, Iñigo Urkullu, sobre el lehendakari, Patxi López. Aunque en las encuestas este salga favorito —le prefiere un 29% frente al 11% que quiere a Urkullu—, y una vez que el contraste con las responsabilidades de gestión ha dejado en evidencia las limitaciones de la izquierda abertzale, el PNV parte como el claro favorito.

El PP aspira a condicionar la política de pactos de los peneuvistas

El principal temor del espectro no nacionalista radica en algo que apuntó Urkullu el viernes: la perspectiva de una nueva ofensiva soberanista, acomodada en la suma PNV-EH Bildu, y ahora, en plena crisis, anclada en los argumentos que resume la frase “España lastra a Euskadi”. La disposición proclamada por Urkullu a defender en el Congreso un nuevo estatus político si lo respalda la mayoría de la Cámara, ha levantado ya las alarmas de sus rivales, hasta el punto de merecer ayer una nota oficial del Gobierno con declaraciones de López en primera persona. “En esta situación tan dura para tantos trabajadores, empresarios y familias vascas, el señor Urkullu les ofrece la solución del Nuevo Estatus Político”, dice el texto. Ello supone volver “con el viejo raca-raca del lehendakari Ibarretxe” y vestir “de Armani” las mismas propuestas que Bildu presenta de forma “abrupta”, acusó. El lehendakari advierte contra esa vuelta al pasado de “enfrentamiento entre ciudadanos” y “confrontación permanente”. “Al final lo que quiere [Urkullu] es la independencia a plazos”, apostilla.

El otro reto principal de campaña de López es poner al descubierto “el programa oculto del PNV”, en palabras de fuentes socialistas, e impedir que este se parapete tras un discurso pegado al del lehendakari o se apropie de cuestiones como la reforma fiscal que las Diputaciones le han negado todo el mandato. Y, junto a ello, poner en valor haber servido como barrera de contención en Euskadi a los recortes de Rajoy.

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En esa misma línea, la consejera de Empleo, Gemma Zabaleta, arremetió ayer contra la supresión por el Gobierno central de los 400 euros a quienes vivan con familiares con ingresos. “Nosotros no dejaremos indefensos a los jóvenes como sucederá con el Plan Prepara”, sostuvo en otro comunicado oficial. Aquellos seguirán teniendo “una oportunidad” a través de la Renta de Garantía de Ingresos o los programas de empleo de Lanbide, aseguró. La batería de recursos ante el Tribunal Constitucional contra los recortes de Rajoy cubren a López también el flanco de la defensa del autogobierno y del rechazo a lo que considera recentralización del Estado autonómico.

El PNV reclamará como creación de sus Gobiernos las coberturas sociales

El debate inmediato al anuncio electoral lo han monopolizado estos primeros días López y Urkullu a cuenta de la reforma fiscal y las propuestas más soberanistas del segundo, pero el PNV prevé que el PP logrará introducirse en él o romper con otros la pugna por las banderas que no puede enarbolar. Algo en lo que sus oponentes reconocen una habilidad notable a su candidato, Antonio Basagoiti. “No estaremos a la defensiva; saldremos a explicar por qué hay que tomar las medidas que está tomando el Gobierno de Rajoy”, indica a EL PAÍS, el coordinador del programa electoral popular, Borja Sémper, quien da por hecho abiertamente el triunfo del PNV y cree que hará “como Ibarretxe” con la izquierda abertzale. Así que su partido aspira a “condicionarle los pactos”.

“Este sistema de bienestar es fruto de 30 años de Gobiernos liderados por el PNV”, se reclama desde la dirección del PNV, que incluso coincide con López terminológicamente, al señalar como “central” el mantenimiento de los servicios básicos sin cruzar “líneas rojas” en su recorte. Coincidencia plena en el discurso tiene también la apuesta por medidas de reactivación económica y la reclamación ahora de la reforma fiscal como cosa propia. El PNV espera gobernar y sabe que le faltará dinero. “Ese debate también es nuestro. Coincidiremos con él”, dicen por López, “o él coincidirá con nosotros, pero está en el programa económico que aprobamos en junio”, justifican fuentes peneuvistas. Este debate se prevé a dos bandas, y el PNV cree que ni a la coalición abertzale ni al PP les interesa entrar en él. Al olvido se dejan las votaciones en que peneuvistas y populares derrotaron en el Parlamento sucesivos intentos del Gobierno de obtener más recursos económicos por vía impositiva y de actuación contra el fraude.

Sémper: “No vamos a salir a la defensiva por las medidas de Rajoy”

Más difícil parece que la candidata abertzale, Laura Mintegi, logre introducir elementos que saquen ese debate de donde López o Urkullu lo quieran situar. Pero importa poco: la coalición solo puede ver lastrado el entusiasmo de sus bases por la vuelta a la Cámara por la imagen de gestión que está proyectando a los electores más templados y que nunca pensaron que gobernaría. Las actuaciones sobre todo de la Diputación de Gipuzkoa y el Ayuntamiento donostiarra pueden pasarle factura.

Respecto de las listas, el PNV las tiene completas y hechas públicas. Las del PP se cerrarán “en diez días” con el debate pendiente entre Arantza Quiroga y Borja Sémper para encabezar Gipuzkoa. El PSE, que podría tenerlas hechas, dado su control sobre la convocatoria electoral, es el que más riesgo de conflicto arrostra en su configuración. El plazo de presentación se extiende del 12 al 18 de septiembre.

Que la izquierda abertzale ceda nueve puestos a EA, Aralar y Alternatiba tiene una lectura elemental: sus expectativas mínimas están en 19 escaños, cifra con la que ya se garantizaría el control del grupo.

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