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Una comedia cómica con espolón

'El año que viene será mejor', es un 'collage' de historietas desopilantes sobre la crisis económica y sentimental que atraviesan cuatro mujeres de treintaytantos

Javier Vallejo
Escena de El año que viene será mejor.
Escena de El año que viene será mejor.

Hay frases de aliento que repetimos automáticamente, para conjurar los males, como “Dios proveerá”, “Todo va a ir bien” o “El año que viene será mejor”, la que da título a esta comedia cítrica de cuadros e historietas breves que corrió de boca en boca durante su brevísima estancia en el Teatro Bellas Artes, en enero pasado. Siete meses después, con la economía y el estado anímico general al borde de la depresión ante la perspectiva de una crisis de ciclo largo, sus humorísticos diálogos suenan más incisivos y perturbadores que entonces.

Sus protagonistas, cuatro treintañeras cuyo estatus Moody’s acaba de degradar de clase media a clase baja con perspectiva negativa, están cansadas de no tener novio que echarse a la boca, de presentarse con su mejor sonrisa a castings para empleos con salarios contraídos y horarios dilatados, y de oírle decir “Esto es lo que hay” a gente que en realidad está pensando: “Jódete”. Sobre un fondo dramático, Carol López, Marta Buchaca, Mercé Sarrias y Victoria Szpunberg, sus autoras, bordan con aguja afilada mil filigranas humorísticas, sin hacer sangre.

Ninguna otra comedia española ha suscitado esta temporada tanta unanimidad entre público y crítica: la gente se parte con las desventuras de estos personajes que la globalización neoliberal destinó a la sección de saldos (llevan una etiqueta colgando durante toda la función, como si estuvieran en venta), encarnados por cuatro estupendas y compenetradísimas actrices hasta ayer desconocidas. Ellas y Mercè Vila Godoy, la directora (otro hallazgo), miden el tempo cómico a la milésima y colocan los gags con la potencia de un lanzador olímpico.

El año que viene será mejor

Autoras: Marta Buchaca, Carol López, Mercè Sarrias, Victoria Szpunberg. Intérpretes: Neus Bernaus, Alba Florejachs, Mireia Pámies, Vanessa Segura y José Pérez. Escenografía: Álex Aviñoa y Laura García. Dirección: Mercè Vila Godoy. Teatro Bellas Artes. Hasta el 14 de octubre.

Las cuatro intérpretes tienen su aquel. Alba Florejachs es un fenómeno: tiene un pronto de cuidado, y una vis cómica que, de exportarse, equilibraría nuestra balanza de pagos de un plumazo. Vanessa Segura está a la altura de su colega: los cara a cara que mantienen ambas son de traca. Neus Bernaus encarna con gracia y ternura certera a una mujer eternamente desamparada, que le pide explicaciones al destino en uno de los cuadros más afilados de la comedia. Mireia Pàmies es el contrapunto de sus compañeras: un viento ligero, un aceite que suaviza los goznes del reparto.

¿Se puede pedir más? Quizá sí: que las autoras hubieran intentado identificar, a la brechtiana manera, las fuerzas que alimentan la idea que ellas ponen en cuestión: que este es el mundo que nos ha tocado y que no hay otro. En la calle, tras la función de noche del viernes, espectadores anónimos saludaban con aplausos la salida de las actrices, quienes, al doblar la esquina, se encontraron a otro grupo que las vitoreaba desde la entrada de un bar.

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Sobre la firma

Javier Vallejo
Crítico teatral de EL PAÍS. Escribió sobre artes escénicas en Tentaciones y EP3. Antes fue redactor de 'El Independiente' y 'El Público', donde ejerció la crítica teatral. Es licenciado en Psicología, en Interpretación por la RESAD y premio Paco Rabal de Periodismo Cultural. Ha comisariado para La Casa Encendida el ciclo ‘Mujeres a Pie de Guerra’.

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