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FERIA DE ALMERÍA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Un brindis al sol

Toros de El Pilar, encastados y nobles, para tres diestros que tuvieron una tarde muy gris

Antonio Lorca
Ruiz Manuel, ayer en la plaza de Almería en su primer toro.
Ruiz Manuel, ayer en la plaza de Almería en su primer toro.carlos barba (efe)

Ruiz Manuel pidió permiso al presidente y se dispuso a cruzar el diámetro de la plaza en un gesto evidente de brindar la muerte de su primer toro a algún amigo o partidario. Y así fue; solo que se detuvo en el tendido seis, donde el sol estaba cayendo de plano. Se levantó de su asiento un caballero tocado con un sombrero de paja, que no se quitó mientras el torero le dirigía un breve parlamento. El sofocante calor almeriense ni aconsejaba destocarse ni discursos largos. Lo cierto es que se ha roto una tradición que, quién sabe si no estará obligada por la crisis económica y sus recortes. Hasta no hace mucho, cuando un matador decidía brindar un toro, enviaba al brindado una entrada de barrera de sombra y este le respondía con un presente en señal de agradecimiento. Este martes, un tendido de sol… Cómo han cambiado los tiempos. ¿Y alguien cree que el señor del sombrero de paja quedaría con cuerpo de hacerle un regalo a Ruiz Manuel? Vamos, anda…

 En el siguiente toro, Fandiño también brindó el suyo; en esta ocasión, a una señora aposentada en la sombra, pero no en la barrera. Y un vecino apostilla: “Pero no está claro que le haya regalado la entrada”. En fin, ellos sabrán. El que lo tuvo más fácil fue David Mora que, montera en mano, se fue al centro del ruedo, y brindó a la concurrencia. Y, sobre el papel, fue el que mejor partido sacó al gesto, pues el público le regaló una oreja que en los tiempos que corren no es un mal presente. En fin, que esto del toro y sus costumbres han cambiado una barbaridad. El martes, por ejemplo, hubo motivos para añorar el pasado, pues si bien los toros de El Pilar mostraron un aspecto excesivamente anovillado y muy cómodo de pitones, cumplieron en los caballos y embistieron, en líneas generales con la constancia y calidad suficientes para que sus matadores alcanzaran el triunfo. Pero no fue ese el caso. Lo intentaron, claro que sí, cada cual a su manera, pero ninguno de los tres consiguió emocionar al respetable. Menos mal que en esta plaza se detiene el festejo durante 20 minutos para dar cuenta de una opípara y bien regada merienda, lo cual hace olvidar todos los trances aburridos que en la corrida hayan sido.

Buena corrida de El Pilar, de aspecto anovillado, pero encastada y noble

Se afanaba el local Ruiz Manuel en la faena de muleta al codicioso, encastado y noble cuarto cuando los tendidos y palcos aún apuraban los últimos sorbos del chupito final y se relamían los dedos con las delicias de las confiterías. Y lo hacían con sumo gusto porque el torero no conseguía que sus paisanos cambiaran la mirada y le prestaran atención. La verdad es que el toro repitió una incansable embestida larga y templada, mientras el torero daba pases despegados y sin hondura. Mató muy bien de una gran estocada y le concedieron una oreja, cuando su oponente le había ofrecido las dos. Tampoco estuvo fino en su bravo primero, en el del brindis al sol, también noble y repetidor. Su labor fue descafeinada y embarullada; muchos pases y poca enjundia, citando siempre al hilo del pitón.

Y esta fue la misma tónica de sus compañeros de terna. También a Fandiño y Mora se les nota la modernidad de su toreo; lo hacen en línea recta, hacia fuera siempre, y citan fuera cacho. Y, así, por más pases que dan, la gente sigue a lo suyo, añorando la merienda o saboreando una copa, porque lo que sucede en el ruedo no le interesa.

Manso, el único declarado de la tarde, fue el primero de Fandiño, que, después, embistió con codicia y nobleza en la muleta. El diestro le hizo una faena aseada, con aceptables retazos de buen toreo, sobre todo con la mano izquierda, pero a toda su labor le faltó conjunto, orden y hondura. Estuvo bien, según los cánones de la modernidad, pero dijo muy poco. He ahí el problema.

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Tarde gris de los toreros Ruiz Manuel, Iván Fandiño y David Mora

Un toro bravo en el caballo fue el quinto, que acudió con prontitud al cite en las primeras tandas, y no acabó el torero de encontrar la distancia y el gusto para conducir la embestida. Al final, el animal cambió su comportamiento, se rajó, buscó las tablas y se olvidó de su matador. Quedó, no obstante, la impresión de que, otra vez, faltó hondura.

Tampoco Mora estuvo a la altura de las circunstancias. Se perdió en su primero en una faena larga y soporífera, cargada de pases y más pases insulsos, sin emoción alguna, y muy superficial. Recibió al sexto con unas aceptables verónicas (también lo intentó en el primero con menos fortuna), y lo muleteó con aparente escasa ilusión, sin embraguetarse nunca, con una tosca manera de interpretar el toreo muy preocupante. Mató bien y se llevó una voltereta sin consecuencias.

EL PILAR/RUIZ MANUEL, FANDIÑO, MORA

Toros de El Pilar, anovillados, bravos en general, encastados y nobles.

Ruiz Manuel: bajonazo (ovación): estocada (oreja):

Iván Fandiño: dos pinchazos y dos descabellos (ovación); bajonazo (ovación).

David Mora: estocada trasera (oreja); estocada (ovación).

Plaza de Almería. 21 de agosto. Primera corrida de feria. Menos de media entrada.

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Sobre la firma

Antonio Lorca
Es colaborador taurino de EL PAÍS desde 1992. Nació en Sevilla y estudió Ciencias de la Información en Madrid. Ha trabajado en 'El Correo de Andalucía' y en la Confederación de Empresarios de Andalucía (CEA). Ha publicado dos libros sobre los diestros Pepe Luis Vargas y Pepe Luis Vázquez.

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