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Cultura autoriza el traslado del pecio hallado en las obras del muelle de Cádiz

Los restos del barco se moverán unos 500 metros para que la Autoridad Portuaria pueda continuar con los trabajos

Las obras de la nueva terminal de contenedores del muelle de Cádiz podrán retomarse en un mes y medio. El pecio aparecido el pasado febrero durante el dragado de la zona será trasladado a una zona menos profunda, gracias a la autorización que dio este martes la Consejería de Cultura. De este modo, el barco, que según las primeras hipótesis es del siglo XVIII, podrá ser sometido a una investigación arqueológica sin que obstaculice el desarrollo del puerto gaditano.

El permiso de la Dirección General de Bienes Culturales accede al traslado de los restos a un área situada a 500 metros de su ubicación actual y a solo cinco metros de profundidad. Los restos deben permanecer durante todo el proceso sumergidos en agua salobre para evitar daños en su estructura.

La Autoridad Portuaria de la Bahía de Cádiz, promotora de las obras del muelle, será la encargada de las labores de movimiento del pecio, aunque siempre bajo la supervisión de técnicos de Cultura de la Junta. El primer paso será la construcción de una estructura metálica que soportará el pecio y servirá también para extraerlo del lecho marino, ya que se encuentra enterrado a unos 12 metros. El concurso público para adjudicar este trabajo ya se publicó hace unos días y, hoy mismo, la Autoridad Portuaria elegirá a la empresa que se llevará el contrato. “La empresa tendrá 20 días para fabricar la estructura y, luego, tendremos que contratar a una empresa arqueológica para que haga las cinchas que enganchen el pecio”, explicó ayer el presidente de la Autoridad Portuaria, Rafael Barra. El último paso será la construcción de una pontona para poder izar el barco y trasladarlo. Tras estas labores, que se prolongarán durante un mes y medio, las obras de la nueva terminal del muelle podrán recuperar su ritmo.

Además de este pecio, en el mismo entorno han aparecido lingotes de plata, monedas, madera de guayacán —un árbol originario de América—, unas planchas de cobre para acuñar monedas y un peto de hierro que formaba parte de una coraza, así como un segundo barco. La ubicación de este segundo pecio no afecta al desarrollo de la terminal de contenedores. Tampoco han paralizado los trabajos los objetos encontrados que, desde su hallazgo, se custodian en el Centro Andaluz de Arqueología Subacuática, situado en el balneario de la Palma de Cádiz. De ellos destaca la gran calidad de los tres lingotes de plata: un 99,2% de pureza para tres barras de 12, 22 y 26 kilos de peso.

Antes de que comenzaran las obras de ampliación del puerto ya se conocía la posibilidad de que aparecieran restos arqueológicos en esta zona de la bahía de Cádiz. De hecho, parte de los trabajos afectan al canal de navegación declarado Bien de Interés Cultural (BIC), donde dragados anteriores habían logrado localizar otros restos.

Otra de las áreas en las que se trabaja está catalogada como zona de servidumbre arqueológica, una figura que establece cautelas para proteger espacios en los que, si bien no han aparecido restos, sí cuentan con indicios y fuentes documentales que apuntan a esa posibilidad.

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