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Los festivales buscan la fórmula

Los organizadores recurren a sus orígenes para recuperar público

Actuación del grupo Orbial en la última edición del festival Creamfields en el circuito de Jerez (Cádiz).
Actuación del grupo Orbial en la última edición del festival Creamfields en el circuito de Jerez (Cádiz).ROMÁN RIOS (EFE)

La fórmula secreta que garantiza el éxito de los festivales no se basa en una ecuación matemática. Los organizadores hacen números, diseñan el mejor cartel, buscan promotores e invierten más dinero, pero cualquier festival puede caer en alguna de las telarañas que rodean la crisis. Una de las citas veraniegas más esperadas con la música electrónica fue hace una semana en el Circuito de Jerez (Cádiz). Los organizadores del Creamfields todavía se preguntan qué ha podido pasar para que descendiera un 40% la asistencia de público, 32.000 personas visitaron durante los dos días de música el recinto, mientras que en 2011 fueron 51.000 oyentes. El modelo puede haber caducado o las expectativas de éxito se han sobrevalorado. Lo cierto es que la fórmula no ha funcionado y ahora al Creamfields le toca reinventarse e intentar volver a sus orígenes, a la playa de Villaricos en Almería o a cualquier otra de Andalucía.

Creamfiels se plantea reducir los escenarios, el precio y volver a la playa

“Teníamos un presupuesto de entre 180.000 y 200.000 euros más que el año pasado solo para contrataciones artísticas”, cuenta José Hurtado, responsable de comunicación del Creamfields. Se amplió a cuatro escenarios, más de 60 artistas y 24 horas de música, estas eran algunas de las propuestas del festival para su novena edición, pero el coste de las entradas no bajó, 70 euros el abono de dos días. Hurtado cree que el problema ha sido el precio: “No ha estado ajustado a las demandas sociales. Nos contaban por las redes sociales que había gente que se les escapaba del presupuesto, que querían venir y al final no pudieron”.

Antonio Romero, director de Global Music 360º, cree que un festival tiene que ofrecer algo que lo haga único porque ahora hay mucha saturación. “Todo el que vaya a hacer un festival tiene que dar un valor añadido y que no se repitan los grupos, si no cae”. En Andalucía ha crecido el número de festivales en estos últimos años y los organizadores han tenido que hacer encajes de bolillos para garantizar una buena oferta. En la provincia de Huelva resaltan el Jamón Pop de Cortegana, por ofrecer la música más extrema del panorama independiente; y South Pop en Isla Cristina se arraiga cada año más por las sesiones de pop y la fiesta barbacoa en la piscina del hotel Barceló, las pinchadas de los dj en la playa y el cartel de artistas difíciles de encontrar en otros festivales. Territorios, en Sevilla, cada vez tiene más afluencia de público. Su secreto: la variedad de estilos musicales y bandas que pasan por el Monasterio de la Cartuja en dos días. En Jaén, Festival Blues Cazorla es una cita más que consagrada que llena todas las plazas hoteleras de la Sierra de Cazorla, Segura y Las Villas. Cádiz es, sin duda, la provincia andaluza con más festivales: Mirador Pop, Alrumbo Fest, Monkey Week y Creamfields.

Rockin' Race Jomboree lleva 17 años, 19 ediciones y 2.000 asistentes fijos

“Creamfields ha sido un referente en los festivales de Andalucía. Contaba con un cartel artístico de primeras figuras de la electrónica, como Tiësto y los Chemical Brothers”, dice Hurtado. Ahora, el responsable de comunicación del Creamfields cree que el cartel necesita ser más heterogéneo y abrir el abanico a nuevas bandas. “Quizás, algo más cercano, que pegue con la electrónica”.

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“La política nuestra es diferente del resto de festivales, vamos dirigidos a un público muy selecto. Estamos en un circuito de festivales donde la media de edad de la gente que viene es de 40 años”, cuenta Guillermo Jiménez, director de Rockin' Race Jamboree, un festival de música rockabilly que se celebra en Torremolinos, Málaga. Su éxito está asegurado porque las bandas que actúan no suelen dar conciertos en España y eso les lleva a tener una asistencia cada año de unas 2.000 personas durante cuatro días. “Llevamos ya 17 años con 19 ediciones y la fórmula funciona. No queremos cambiar”, sentencia Jiménez.

“Playa y paseo marítimo es lo que quieren [los usuarios], por eso en Madrid no triunfa este tipo de festival”, aclara el director de Rockin' Race Jamboree. Creamfields está pensando en lo mismo, dejar el circuito de velocidad. “A finales de verano tenemos pendiente una reunión interna para valorar lo que ha sucedido”, cuenta Hurtado. Su propuesta al comité organizador pasa por trasladarlo a la playa, bajar el precio de la entrada y volver a reducir los escenarios a tres. “Creamfields nació en la playa, ha estado al lado del mar siete años y cuando se cumpla 10 años el público agradecerá volver”.

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