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Convergència prepara a sus bases para un adelanto electoral

CiU prepara una Diada “histórica” para forzar a Rajoy a negociar el pacto fiscal La crítica situación financiera cuestiona el plan soberanista de Mas Duran pide a Rajoy que negocie el pacto fiscal si no quiere “confrontación”

Miquel Noguer

Convergència i Unió se ha puesto manos a la obra para ser parte activa de un otoño caliente que comenzará pronto, concretamente el 11 de septiembre. La campaña de agitación de los nacionalistas catalanes en defensa del proyecto estrella de Artur Mas, el pacto fiscal, entrará en una nueva fase coincidiendo con la Diada y como preludio de un otoño que los nacionalistas quieren emplear para enviar un mensaje nítido al Gobierno central: o Mariano Rajoy se sienta a negociar el pacto fiscal o no habrá otro remedio que ir a unas elecciones anticipadas en Cataluña, a las que CiU concurriría con un programa nítidamente soberanista. Para que este mensaje llegue sin fisuras, los nacionalistas están diseñando un calendario de movilización permanente con el que aspiran a forzar un movimiento de fichas en el Gobierno central.

Los nacionalistas han constatado que un año y medio de recortes sociales no ha causado un gran daño al apoyo electoral de CiU. Según las encuestas del Centro de Estudios de Opinión, en el último año Convergència i Unió apenas ha perdido seis puntos en intención de voto. Esto es muy poco en comparación con los 14 puntos que el PP puede haber perdido en el conjunto de España en apenas siete meses. Nadie duda en CiU que este aguante de las expectativas electorales de Artur Mas obedece al éxito de la campaña del pacto fiscal, mezclada siempre con el mensaje de que los recortes que se hacen en Cataluña son culpa de la mala gestión del tripartito unida a la “deslealtad” del Gobierno central. La denuncia del agravio permanente ha funcionado hasta ahora y los estrategas de CiU esperan que lo siga haciendo unos meses más.

Pese a que el desgaste del Gobierno de Mas es menor que el de Rajoy, CiU es consciente de que el Partido Popular gobierna con mayoría absoluta y ellos no. Por tanto, el margen que tienen los nacionalistas es menor. La prueba de fuego vendrá en otoño. “Habrá protestas en la calle, el malestar de los funcionarios se trasladará a la Universidad y todos tendremos que lidiar con las consecuencias del rescate de España”, prevé un dirigente de Convergència Democràtica. Por todo ello, el Gobierno de CiU volverá a subir el volumen de la reivindicación del pacto fiscal como solución a los problemas de Cataluña.

En una carta remitida esta semana a la militancia convergente, Oriol Pujol emplazó a sus bases a participar en un Onze de Setembre de lo más reivindicativo. “Estamos preparando una serie de actividades para que esta Diada sea también histórica”, advertía Pujol. El líder de Unió, Josep Antoni Duran Lleida, añadió ayer que la federación prepara una campaña para hacer llegar hasta el último rincón de Cataluña el contenido del pacto fiscal que propugna la Generalitat. Al mismo tiempo pidió a Rajoy que acepte negociar si no quiere ver crecer el nivel de “confrontación”.

"No repetiremos otro octubre del 34", asegura el entorno de Mas

Con todo ello, la dirección de Convergència espera mantener perfectamente cohesionadas a sus bases con vistas a un posible adelanto electoral. El electorado de CiU, habitualmente muy fiel, se mantiene por ahora en un nivel alto de lealtad al proyecto de Mas. El 75% de quienes le votaron dicen estar dispuestos a repetir voto, algo de lo que ningún otro partido, con la excepción quizá de Iniciativa, puede presumir.

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Mas nunca ha cerrado la puerta a adelantar las elecciones catalanas previstas para 2014 si fracasa su propuesta de pacto fiscal. Y cada vez son más en la cúpula nacionalista los que lo dan por hecho, especialmente con declaraciones como las de Mariano Rajoy el pasado viernes, en las que emplazaba al CiU a olvidarse por ahora de la reivindicación de la nueva financiación de Cataluña. Por esta razón, el partido mantiene en constante tensión a sus votantes.

El problema que pueden tener Artur Mas y su entorno para llevar adelante este plan es su socio de federación, Unió Democràtica. El partido de Josep Antoni Duran Lleida se ha mostrado en numerosas ocasiones poco amigo de hablar de un adelanto electoral. Los democristianos recuerdan que en tiempos de crisis, especialmente en momentos tan turbulentos como el actual, el electorado tiende a castigar a quien gobierna, y dudan de la fidelidad del voto nacionalista. Además, como es conocido, Unió no es partidaria de la agenda soberanista que está preparando Convergència.

En Unió se aboga por retomar el diálogo con el Gobierno central

Del entorno de Artur Mas salen mensajes que buscan tranquilizar a los democristianos. “Este Gobierno no repetirá otro octubre de 1934”, dice un alto cargo del Gobierno en referencia a la fracasada insurrección protagonizada por Lluís Companys contra el Gobierno central.

Lo que no aclara la Generalitat es cómo se las arreglará para mantener el pulso con el Gobierno central en un momento en que las finanzas catalanas dependen de las transferencias que llegan de Madrid. En otoño vencen buena parte de los 5.775 millones de euros que la Generalitat debe devolver o refinanciar este año. Y a estas alturas no está garantizado ni que el fondo de rescate autonómico alcance para todas las necesidades ni las condiciones explícitas que tendrá que cumplir la Generalitat para acogerse a estas ayudas. Los sectores más moderados del Gobierno catalán, y no solo en el entorno de Unió, abogan por una solución pactada que evite enfrentamientos innecesarios con el Ejecutivo de Mariano Rajoy. La prensa conservadora de Madrid presiona cada día con más fuerza al Gobierno central para que haga una intervención masiva de todas las comunidades autónomas y en la Generalitat no quieren ni pensar qué ocurrirá con Cataluña si el presidente del Gobierno cede.

En el corto plazo, la preocupación no es ni el pacto fiscal ni unas eventuales elecciones anticipadas, sino el pago de las deudas. Varios consejeros del Gobierno catalán expresan en privado el “error” de que CiU apoyara una ley de estabilidad presupuestaria que da prioridad al pago de la deuda con los bancos por encima de cualquier otra cosa, incluidos los servicios sociales. El episodio de impagos de este mes de julio se puede reproducir en octubre con más intensidad si cabe, como ya advirtió el consejero Mas-Colell el pasado viernes en el Parlament. Este temor explica el cambio de actitud del Gobierno catalán a finales de esta semana, después de dar plantón al ministro Cristóbal Montoro en el Consejo de Política Fiscal y Financiera. La prioridad ahora es volver al diálogo. Y es que si los impagos se repiten y acaban afectando directamente a los servicios de los ciudadanos, nadie se atreve a predecir qué reacción política será necesaria. Algunos dirigentes de CiU dudan que, llegado este caso, baste con echarle las culpas al Gobierno central.

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Sobre la firma

Miquel Noguer
Es director de la edición Cataluña de EL PAÍS, donde ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona, ha trabajado en la redacción de Barcelona en Sociedad y Política, posición desde la que ha cubierto buena parte de los acontecimientos del proceso soberanista.

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