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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Otra vez el aborto

Tal vez yo sea un poco cortita, pero no acabo de entender lo que pretende Gallardón. Igual porque no lo ha terminado de explicar, o porque va soltando pinceladas inconexas aquí y allá, como para probar a la opinión pública (o al menos a la opinión privada de su partido, que será el que tenga que dar el visto bueno). Hasta donde he podido colegir, se propone cambiar la actual ley de plazos del aborto volviendo a una ley de supuestos, bueno, en realidad, de un único supuesto: el daño psicológico de la mujer. Sin embargo, no contempla la malformación del feto como supuesto, porque le parece discriminatorio con los discapacitados (nacidos o por nacer). Es decir, el tremendo daño psicológico y físico de la criatura (como en los casos de espina bífida o hidrocefalia) y la breve y tortuosa existencia que le espera no le parecen razones éticas válidas, pero sí el daño psicológico de la mujer.

Late ahí una incoherencia que es difícil de solventar, a menos que radicalice aún más su postura y arguya que el derecho del concebido es siempre prioritario frente al derecho de la mujer; es decir, que pretenda prohibir el aborto en todos los casos. O bien que, por el contrario, se interprete de una manera amplia el supuesto de "daño psicológico" de la mujer, para que incluya también, cómo no, el dolor prematuro de una madre que no soportaría ver sufrir de esa forma a su hijo. O cualquier otra razón: porque que te obliguen a ser madre contra tu voluntad (por los motivos que sean: porque no es deseado, porque no podrás cuidarlo o mantenerlo, etc.) desde luego que puede causar un grave "daño psicológico"…

Entiendo que el ministro quiera dar gravedad al hecho del aborto: no debe ser usado como método anticonceptivo; no debe ser frivolizado, desustanciado, banalizado; ha de ser el último de los medios de control de la natalidad. Pero si hay algo que me hierve la sangre cuando le oigo a él o a los representantes de la Iglesia y a otros sectores conservadores hablando del aborto como del mayor de los crímenes, es su incoherencia, a menudo su hipocresía. Para empezar porque los líderes antiabortistas deberían ser los que más alto y claro abogaran por una educación sexual de prevención de embarazos no deseados, los que más alto y claro promovieran las medidas anticonceptivas y una planificación familiar pública y gratuita, los que más alto y claro lucharan por todo tipo de políticas sociales de apoyo a la maternidad, de viviendas sociales, de reconciliación de vida laboral y familiar... ¿Lo son? Huelgan las respuestas. Criminalizar a la mujer, hacer que tenga que buscar de nuevo una forma clandestina -tal vez peligrosa y cara- para acabar con su embarazo no deseado, es un insoportable paso atrás. Y en todo caso, señor ministro, ¿no le parece una triste victoria obligar a las mujeres a ser madres en contra de su voluntad?

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