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47º HEINEKEN JAZZALDIA
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Hasta el año que viene

Y se acabó el Jazzaldia. Tumbado en una toalla, sentado en una peleona silla de plástico, sobre una elegante y acolchada butaca o de pie. Con una vista perfecta, detrás de un chico muy alto o tan cerca del escenario que pueden escucharse los pistones de la trompeta. De un modo u otro, mejor o peor, nos despedimos del decano de los festivales de jazz en España hasta el año que viene.

Una edición atípica repleta de jazz en cada uno de los rincones más emblemáticos de la ciudad. Y el tiempo nos ha respetado. No ha hecho el calor que se le supone a un mes como julio, pero la lluvia nos ha dejado ver los conciertos en la Plaza de la Trinidad con relativa tranquilidad. Algún amago hizo, pero nadie se enfundó el poncho.

Para empezar mención especial al recientemente fallecido Pierre Lafont, uno de los impulsores más notables del Festival Internacional de Jazz de San Sebastián en sus inicios en la década de los años sesenta. Su mujer, Francette Lafont, amablemente acompañada por el director del festival, recibió en la Plaza de la Trinidad el Premio Donostiako Jazzaldia en honor de su marido. Francette, con una voz tremendamente dulce y cariñosa, agradeció con un perfecto castellano a la organización, al público y a todos los colaboradores del festival el caluroso apoyo que había recibido desde que el pasado 3 de julio Pierre Pedro Lafont nos dejara. “Él amaba este festival” y “os quiero a todos” fueron dos de las frases de Francette que más emoción causaron en el público, respondiendo éste con un caluroso y prolongado aplauso.

La edad no es un impedimiento para desplegar todo el arsenal rítmico

El otro nombre propio del festival fue el del baterista estadounidense Jimmy Cobb, quien recibió el Premio Donostiako Jazzaldia antes de su potentísima actuación en el auditorio Kursaal, con el cartel de agotado colgado en las taquillas desde hace tiempo. La edad, como viene siendo habitual en los músicos de jazz más longevos, no fue impedimento alguno para que Cobb pudiera desplegar todo su arsenal rítmico para deleite del público. Ojalá vuelva pronto a San Sebastián.

A parte de las actuaciones más importantes (sobre el papel), cabe destacar el concierto que ofreció el baterista Hasier Oleaga en el recinto más mágico del festival de jazz easonense: la Plaza de la Trinidad. Hasier presentó su trabajo Cantus Caterva acompañado en esta ocasión por algunos de los mejores músicos de jazz del País Vasco. Los maestros Iñaki Salvador y Mikel Andueza con el prometedor Julen Izarra y el contrastado y finísimo Jon Piris al contrabajo, acompañaron a Hasier en la actuación.

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La cantante estadounidense Melody Gardot fue otra de las protagonistas del festival con una actuación que también gustó mucho al público. El comienzo del concierto fue realmente prometedor y los temas de Melody Gardot encajaron a la perfección con un público ciertamente receptivo. La actuación perdió un poco de intensidad hacia el final, pero para entonces, Melody ya había echado sus redes sobre el público. Ovación importante al término del concierto.

Las dos últimas actuaciones en la Trinidad fueron apoteósicas

Las dos últimas actuaciones en la Plaza de la Trinidad fueron apoteósicas. La cantante e irreverente Nene Cherry acompañada por el ruidoso grupo escandinavo The Thing. Una mezcla cuanto menos subatómica que reventó placenteramente los oídos del público. La actuación coincidió con un lleno abrumador de la plaza y con un público entregado que disfrutó al máximo.

Y justo después tocó Miles Davis. Bueno no, Miles Smiles, esa combinación de músicos que tocaron con Miles Davis (1926 - 1991) durante la década de los ochenta. Destacó por encima de todos el baterista Omar Hakim con una potencia e imaginación al alcance de muy pocos. Gritos, aplausos y silbidos para esta formación que nos ofreció algunos de los temas más famosos del de Illinois en su última etapa como músico. Esta actuación no fue para nada un trámite para los músicos en búsqueda de hacer simple y llanamente "caja". Estuvieron fantásticos.

Hubo muchas más actuaciones de grandes como Al Di Meola, Gonzalo Rubalcaba o Bobby McFerrin, pero como todo en la vida, uno tiene que elegir y desgraciadamente no siempre se puede todo. Ahora, nos queda un buen recuerdo y cómo no, las ganas de repetir el año que viene.

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