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“El fuego se reactiva con este maldito viento”

Interior urge a los habitantes del Alt Empordà a quedarse confinados en sus casas

Un efectivo del cuerpo de bomberos observa en la AP-7 las llamas del incendio forestal declarado hacia las 13 horas en La Jonquera (Girona).
Un efectivo del cuerpo de bomberos observa en la AP-7 las llamas del incendio forestal declarado hacia las 13 horas en La Jonquera (Girona).Robin Townsend (EFE)

"Hay mucho humo, no se ve nada", decía la tarde del domingo Josep, responsable del restaurante El Corral de Llers, en Llers (Girona), una de las pequeñas localidades del Alt Empordà que vive amenazada por el incendio que se ha iniciado antes de las 13.00 en La Jonquera y que ha quemado 13.000 hectáreas y dejado sin suministro eléctrico a 4.251 abonados. Hablamos con Josep poco después de que una patrulla de Mossos d'Esquadra le haya ordenado que se prepare para desalojar. "El fuego viene hacia el sur y los mossos nos dicen que tenemos que salir, supongo que hacia Figueres", confiesa este hostelero.

Marc, de Agullana, está intentando llegar a su masía en coche. Estaba con unos amigos en Port de la Selva y cuando se ha enterado ha cogido inmediatamente el coche para volver a casa. No puede. "Está todo cerrado, me dicen que no puedo llegar", dice. Las carreteras de la zona o están cerradas o están colmadas de coches. Marc tratará de dar la vuelta por Cadaqués. Lo tiene complicado. Está nervioso porque "no se sabe nada de la masía" y no tiene manera de saberlo. Su hermano está en Biure, otro de los pueblos afectados, y le ha dicho que "están en la Sociedad del pueblo, al lado de la plaza mayor, y están apagando el fuego ahí mismo".

También de Agullana es Pere Pineda que está en La Jonquera, donde dice sentir "gran impotencia". El motivo es que no tiene ni idea de en qué estado está su casa. "El fuego se reactiva con este maldito viento", lamenta Pere que agrega: "Con este viento los aviones no pueden volar y no se puede hacer nada".

Los Bomberos de la Generalitat han pedido en la tarde del domingo el confinamiento de los vecinos de Agullana, Campmany, Biure, Vilarnadal, Sant Climent Sescebes, Masarac, Llers y Pont de Molins. Estos municipios tienen más de siete mil habitantes. Los agentes piden que cierren puertas y ventanas. Asimismo, han solicitado a los ciudadanos que no se acerquen a la zona del incendio, ya que el fuego quema sin control y el viento está dificultado mucho el trabajo de los bomberos.

"Con este viento los aviones no pueden volar y no se puede hacer nada", dice Pere, vecino de Agullana

Carme, vecina de Darnius, admite sentirse asustada “porque hace mucho viento, y eso no ayuda nada”. Mientras, por teléfono, está explicando que “la gente va de cráneo”, de repente deja de hablar y dice a alguien que tiene al lado: “Sí, nos vamos ya”. Acto seguido, cierra la comunicación: “Te tengo que dejar, gracias”. Con más tranquilidad, Àngela, del cercano pueblo de Peralada, lamenta “no tener más información”. No hay efectivos de Bomberos en su municipio porque de momento no hacen falta. A pesar de que no ha visto el fuego cerca, más allá de ver el humo omnipresente, Àngela asegura que “todo lo que sabemos es lo que dice la televisión” y que eso “pone nervioso”.

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En Espolla, al noreste de Figueres, y cerca del Parque de l’Albera, Alfred López, que se dedica a la construcción, se sincera: “Es inexplicable lo que estamos viviendo, es muy fuerte”. López, indignado, además cuenta que “es brutal la velocidad con al que ha avanzado el fuego desde el mediodía a media tarde, más de 20 kilómetros”. Como la mayoría de los habitantes del Alt Empordà, este emprendedor vive pensando en el viento. “Con esta dirección norte-sur tan directa el viento no nos afecta, pero hay que estar pendiente, porque como se gire un poco para el este entonces habremos pringado pero bien”, sentencia.

Alfred López: "Como el viento se gire un poco para el este entonces habremos pringado pero bien"

Desde Figueres existía cierta inquietud por tener un incendio furibundo a diez kilómetros de distancia. Pero no todos parecían darse por enterados. Carla, camarera de la cervecería König, que está en la céntrica calle Nou, replica sorprendida cuando se le pregunta por el incendio: “Anda, ¿hay un fuego?”, y luego confirma que “no se ve nada desde aquí, pero gracias por avisar”.

En esta comarca una de las citas del verano es el Festival de Peralada y este domingo no se ha visto afectada. “No había función, afortunadamente”, explican desde la organización del festival. No hubo afectación en esa zona y desde el Festival señalan que “lo seguían por la televisión”. El certamen cuenta con un plan de emergencias en caso de incendio, que se ensaya cada año.

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Núria Peitavi vive en una masía a 500 metros de distancia del núcleo urbano de Capmany, una de las localidades más afectadas por el gran incendio del Alt Empordà. Núria, apuntaba que “entre los vecinos” habían decidido quedarse en casa antes de que lo recomendará el departamento de Interior de la Generalitat. “Mis padres han regado los alrededores de la finca, y mi padre está fuera vigilando”, decía Núria por la tarde antes de que la situación se agravara y que toda su familia, excepto ella y su hijo de cuatro meses, fueran al pueblo a ayudar a extinguir las llamas en otra parte del término municipal. Esta técnica del Consorcio de Normalización Lingüística bromea conque tienen “la despensa llena” y señala que “lo que hace falta es paciencia porque no se puede salir a la calle”. Valgan los vaticinios de los mayores: “Mi madre ya ha dicho que con este tramuntana el fuego se iba a complicar”, explica Núria.

En la estación de servicio de Avinyonet de Puigventós, a pie de la N-260, al oeste de Figueres, Anna Maria Gratacós, responde con tranquilidad: “Sí, se ve bastante humo, pero poco más”. Gratacós parece saber que el viento no va a cambiar de sentido y que no va a rebasar Figueres. “La verdad es que aquí todo está normal, pasan coches con normalidad”, decía, pero luego se lo piensa y agrega: “Bueno, quizás sí que hay un poco más de movimiento, pero básicamente, la diferencia de hoy con un día normal es que hay humo”. Mucho más afectado se muestra de manera fugaz, Lluís, vecino de Pont de Molins, que a duras penas puede atender la llamada telefónica: “Estamos cerrando la casa ya porque nos tenemos que ir”. Y luego remata: “¿Qué quieres hacerle?”.

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