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El baremo de España

El Real Observatorio de la Armada establece desde San Fernando la hora legal española y estudia fórmulas para poder alertar a tiempo de terremotos

Un aspecto del Real Observatorio de la Armada, en San Fernando (Cádiz).
Un aspecto del Real Observatorio de la Armada, en San Fernando (Cádiz).EDUARDO RUIZ

En una isla de tranquilidad, en pleno centro de otra isla, San Fernando (Cádiz), se levanta el Real Observatorio de la Armada. 45.000 metros cuadrados para investigar. Aquí se analiza todo. Desde el cielo hasta el subsuelo. Tierra y mar. Lo tangible y lo intangible. Rezuma historia pero presume de futuro gracias a los proyectos que tiene en marcha. Desde aquí se controlan telescopios de Argentina y Canarias. Desde aquí se elaboran los almanaques náuticos que deben llevar todos los barcos españoles. Desde aquí se estudian fórmulas para poder alertar a tiempo de un terremoto. Desde aquí se establece la hora legal de España. Cuando aquí son las once, son las once.

El Observatorio es el baremo de España. Lo es en muchos aspectos gracias a su labor investigadora que ha permanecido ininterrumpida desde su creación en 1753. Nunca ha cesado su actividad. Ni siquiera cuando las bombas de los franceses se escuchaban cerca en la Guerra de la Independencia. Surgió del interés del marino y científico Jorge Juan para que Cádiz contara con un centro de investigación astronómica. El dominio de esta ciencia, pensaba, era fundamental para asegurar la navegación. Ahora mismo los investigadores de este centro abarcan cuatro secciones básicas: astronomía, efemérides y mecánica celeste, geofísica y tiempo.

“Nosotros trabajamos en la astronomía de posición, es decir, calcular las posiciones de las luces que se ven en el cielo”, resume con afán divulgador el director del observatorio, Fernando Belizón. Lo hace con instrumentos situados a miles de kilómetros, en Argentina y la Isla de la Palma. Mientras la Agencia Europea Espacial no lance el esperado satélite astrométrico, los catálogos estelares del observatorio desde tierra son una referencia debido a su larga tradición. El centro también colabora con el parque astronómico de Montsec (Lleida) en un instrumento que aborda otra área de la astronomía: la búsqueda de planetas extrasolares, la localización y seguimiento de basura espacial y la localización de asteroides potencialmente peligrosos para la Tierra.

La labor investigadora del centro comenzó a partir de 1753

En el Real Observatorio de la Armada están acostumbrados a prever potenciales peligros. Lo hace también la sección de geofísica. El primer sismógrafo de España se instaló aquí y desde aquí se ha consolidado la red de sismógrafos más importantes del mar de Alborán, el cabo San Vicente y el Golfo de Cádiz, incluso bajo el mar. Una de las líneas de investigación es crear modelos que permitan comparar anteriores grandes terremotos y detectar síntomas que puedan anticipar uno nuevo. La otra línea es buscar una forma de avisar a la población. El centro de San Fernando trabaja desde el año pasado y hasta el próximo en un sistema de alerta precoz de terremotos de aplicación en el sur de España. “Cuando en una falla hay una rotura, se libera energía. Hay una primera onda muy rápida, antes de la destrucción. Estudiamos si en esos segundos que existen podemos, mediante sensores, tomar medidas como parar trenes, avisar a centrales nucleares y eléctricas, que los niños se metan debajo de sus pupitres…”, explica el director. “No es posible ahora mismo predecir el momento, el lugar y la intensidad con la que se va a mover la tierra”, aclara Belizón. “Ni siquiera en Estados Unidos o Japón”.

Además de buscar fórmulas para proteger el mundo, el Observatorio de la Armada también ayuda a medirlo. Su sección de efemérides y mecánica celeste elabora los almanaques náuticos que, por ley, deben llevar todos los barcos españoles. Y aquí se establece también la hora legal de España. Lo hace la sección del tiempo. El observatorio está plagado de relojes. Péndulos, cuarzo, atómicos y de hidrógeno. A cada cual más preciso. San Fernando alberga uno de los 10 laboratorios del mundo con el que se comparan las horas mundiales. Su hora recibe dos millones y medio de consultas diarias en Internet. En esta isla de tranquilidad los segundos son inmensos.

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