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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rebelión a bordo

El PSC es hoy un buque renqueante y lleno de vías de agua, con división de opiniones y sin un rumbo claro

El PSC ha sido durante décadas como un imponente transatlántico navegando por un plácido mar de certezas socioelectorales, un paquebote provisto de camarotes confortables para todos sus pasajeros (aunque de clases distintas, claro está) y en cuyo puente de mando una oficialidad muy curtida fijaba el rumbo por inercia, por costumbre, sobre unas cartas náuticas ya amarillentas de tan usadas y sin arriesgarse jamás por aguas desconocidas.

Sin embargo, el abuso de las rutinas, la usura del tiempo, la crisis económica, las contradicciones del segundo tripartito, el fiasco del federalismo, etcétera, se conjugaron para crear esa tormenta perfecta que, en apenas un bienio, ha desarbolado la nave, le ha arrancado las chimeneas y barrido las cubiertas superiores, dejándola reducida a poco más que un casco a flote; un casco lleno de náufragos a la intemperie, pero cuyo dañado timón siguen empuñando los de siempre, esa veterana clique de oficiales reacios a reconocer errores y a fijar nuevos derroteros.

A bordo del buque renqueante y lleno de vías de agua, la orquesta sigue tocando y los camareros todavía reparten invitaciones para la ya inexistente mesa del capitán… Y este, Pere Navarro, con la excusa de evitar que un giro brusco precipite el hundimiento, lleva medio año aparentando normalidad, sin variar apenas el rumbo, sin señalar un nuevo horizonte realmente distinto del que condujo al desastre.

Sobre la relación con el partido hermano, se nos dice que tal vez se constituya un “subgrupo socialista catalán”, pero que en todo caso sus miembros mantendrán la disciplina “de acción, voz y voto”, porque el objetivo no es votar distinto del PSOE, sino arrastrarlo a fin de que comparta con el PSC los mismos objetivos para Cataluña (sic).

En cuanto al pacto fiscal, y como era fácil de prever, los socialistas españoles encuentran la demanda inoportuna, y peligrosísima para sus intereses políticos en Andalucía, Asturias o Extremadura; Alfredo Pérez Rubalcaba, en todo caso, ya ha dejado claro que ni hablar de nada que se asemeje al concierto economico. Todo ello, mientras aquí ya se ha vuelto independentista hasta Montserrat Nebrera…

Los socialistas españoles encuentran la demanda del pacto fiscal inoportuna, y peligrosísima para sus intereses políticos en Andalucía, Asturias o Extremadura
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Así las cosas, ¿cabe extrañarse de que en la maltrecha nave del PSC haya emergido el malestar, haya estallado la rebelión, cunda un cierto sálvese quien pueda? A los movimientos de base ya activos desde antes del 12º congreso (Ara Socialisme, Més PSC) se les han añadido recientemente dos corrientes renovadoras de acento catalanista, Avancem! y Trobades Ciutadanes, mientras por su parte la poderosa federación de Barcelona parece erigirse en un reducto izquierdista que reclama a la dirección desentenderse del pacto fiscal.

Pero ¿cómo casar esta última tesis con la creación —propuesta por Joan Ignasi Elena y bendecida por el congreso de diciembre— de una Aliança Catalana de Progrés de cara a 2014, si tanto Esquerra Republicana como Iniciativa-EUiA, como UGT y Comisiones están firmemente comprometidas con el pacto fiscal?

Dejemos de lado la división de opiniones a propósito de Eurovegas o acerca de la comisión que investigará la sanidad pública catalana: ¡es que el partido ni siquiera ha sido capaz de adoptar una postura única sobre si sus alcaldes deben cobrar o no el IBI a la Iglesia católica!

A lo largo de las últimas semanas, la diputada Rocío Martínez-Sampere ha dicho que “el PSC debe ganar credibilidad”; y el ex consejero Antoni Castells ha sugerido “reconstruir desde cero” un nuevo partido de izquierdas catalán que incluya al PSC, pero independiente del PSOE; y el alcalde de Lleida, Àngel Ros, ha sentenciado: “En el PSC nos falla claramente el rumbo nacional”; y la exconsejera y diputada Montserrat Tura ha aconsejado que el PSC pierda el miedo a hablar de la independencia…

Probablemente, todos tienen razón, al menos una parte de razón. Pero, en medio de este hervor de discursos, plataformas, jornadas y debates socialistas, lo seguro es que la misión del primer secretario no consiste en ejercer de tapadera de la marmita. Correría incluso el riesgo de provocar una explosión.

Joan B. Culla i Clarà es historiador.

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