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“Entré a tomar una cerveza, y casi me cuesta la vida”

Uno de los afectados por el brote de legionela cuenta su experiencia

La marisquería donde se produjeron los contagiados de legionela.
La marisquería donde se produjeron los contagiados de legionela.ULY MARTÍN

La fama de la marisquería Moreno II de Móstoles, reconocida por sus cigalas y carabineros, por donde pasaron al menos 12 casos de legionela confirmados, atrajo como un imán a José María Pérez García. “Entré a tomar una cerveza el lunes 18 de junio o el martes 19 porque unos amigos me habían hablado del establecimiento, uno de los centros de peregrinación culinaria de Móstoles, y casi me cuesta la vida”, reflexionaba ayer, tras regatear a la muerte —“la mortalidad de la neumonía que me agarré por culpa de la legionela es del 20%”, decía masticando las palabras—, apenas unas horas después de ser dado de alta.

José María, de 59 años, recuerda que disfrutó de la bebida muy cerca de una fuente, precintada posteriormente, donde se enfriaban unos vinos. “Dicen que se tarda un tiempo en incubarlo, pero yo empecé a sentirme fatal bastante rápido. Me creía que había pillado una gripe bastante fuerte, tanto que llegué a dormir con tres mantas encima. Al malestar general se sumaron los dolores de cabeza, diarrea y vómitos...”, recuerda el afectado, que para paliar los efectos se tomaba tres ibuprofenos al día. El viernes 22 de junio una ambulancia del Samur tuvo que atenderle tras desplomarse en el centro comercial La Gavia. La gravedad de su estado hizo que le ingresaran en la Fundación Jiménez Díaz, donde permaneció 10 días, hasta el pasado lunes.

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Cinco días después de entrar por Urgencias, los médicos dieron por fin con el diagnóstico: neumonía bilateral por legionela. Una muestra de orina corroboró los males de uno de los 12 casos confirmados de legionella pneumophila. Los servicios médicos la combatieron con un tratamiento con “antibiótico intravenoso con levofloxacino y claritromicina”. “Regateé a la muerte, que pasó bien cerca. ¡Perdí 11 kilos y medio!”, cuenta José María, que pasó de pesar 120 kilos a 108,5. “Bueno, siempre hay que mirar el lado positivo de la vida... A la operación bikini llego mejor de lo que me pensaba. Y vivo”, se despide.

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