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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

La vida sigue igual

"En medio del apocalipsis forestal nos aparece encima la señora Cospedal diciendo que debemos felicitarnos por lo que no se ha quemado, ole con ole y olé"

Menudo veranito que nos ha caído encima. Cada fin de semana es peor que el anterior. Con los primeros calores, como moscas al pastel, llegaron la corrupción acústica y la contaminación anímica de la fórmula 1. Y cuando aún no se nos había salido de los oídos el bramido de los bólidos y de la cabeza la sensación de que nos toman por gilipollas, nos llegan los incendios con ese sueño despierto, esa alucinación desvelada de la lluvia de cenizas. Pero no era un espejismo, era real como el humo que todo lo invadía. Un humo casi tan negro y espeso como la tinta de calamar con la que Serafín Castellano intentaba tapar la dimensión del desastre, negándose a facilitar las magnitudes de la catástrofe. Añadiendo a la humareda general la asfixia antidemocrática de asegurar que es una falta de respeto sacar a relucir los recortes en prevención. Cuestión de higiene política. La próxima vez que al insigne tribuno se le ocurra abrir la boca habrá que ponerse una mascarilla.

En medio del apocalipsis forestal nos aparece encima la señora Cospedal diciendo que debemos felicitarnos por lo que no se ha quemado, ole con ole y olé. Aunque, para declaraciones, las que hizo el sábado el señor ministro de Economía, Luis de Guindos, la alegría de la huerta, advirtiendo desde FAES, de que “la recesión económica en España se agrava”. Fino análisis, se nota que trabajó para Lehman Brothers, porque el resto de los españoles para nada nos olíamos la tostada.

Por lo demás, volverán las espesas medusas nuestro baño de mar a perturbar. Pues, clarines, trompetas, la red de alertas del Instituto Español de Oceanografía ya ha registrado en lo que va de verano más de 50 avistamientos de Rhizostoma luteum, una especie muy poco conocida cuyos ejemplares alcanzan los 40 kilos de peso y los 60 centímetros de diámetro. ¿De dónde vendrán semejantes gorgonas? ¿Quién será el Perseo que les corte la cabeza?

Menos mal que a la selección le llamamos La Roja y que ganó con brillantez, porque si no, sería insoportable esa matraca patriótica, recubierta de moralina del más rancio nacionalismo español, que nos están largando. España, única y eterna, titulaba ayer a toda página el diario decano de la región valenciana y en la memoria de uno resonaba el eco de aquella España de nuestra infancia, “unidad de destino en lo universal”. Era el verano de 1968, cuando Julio Iglesias cantaba La vida sigue igual y ganaba el festival de Benidorm. Unos años después, el gran Francisco Ibáñez, de la mano del Superintendente Vicente, convertía esa canción en el castigo auditivo número 1 con el que machacaba a Mortadelo y Filemón. Luego vino Zaplana, Terra Mítica y todo lo demás incluido lo del Ivex, con sus pagos en paraísos fiscales. El sábado, vaya veranito, Julio Iglesias cantará en el Palau de les Arts, frente a la Ciudad de la Justicia, donde ha sido infructuosamente citado a declarar. La vida, qué cosas, sigue igual.

http://twitter.com/manuelperis

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