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“Nos dijeron que podíamos recuperar el dinero en 2050”

ADICAE Euskadi calcula que, de media, los 7.000 vascos afectados tienen invertidos unos 30.000 euros en participaciones preferentes. Es el caso del 80% de ellos. El resto, se mueve en cifras mayores, que pueden superar los 50.000 euros. En total, el volumen de dinero retenido oscilaría entre los 210 y los 350 millones. Son los ahorros de sus vidas para muchos de ellos, en los que tenían puesta su fe para que cuando llegaran problemas de liquidez pudieran acudir a ellos y sacarlos sin problemas.

También hay quien les da vergüenza reconocer su situación. Prefieren no manifestarse en la calle. No salir en los medios. Es el caso de las historias más sangrantes en Euskadi: ciegos, personas con síndrome de Down, enfermos de Alzheimer o mayores de 85 años sin estudios e incluso sin saber escribir, que se han visto, dicen, estafados por las preferentes. Es el caso de los padres de Patxi García.

En julio de 2006, el Banco Santander se puso en contacto con ellos para cambiar la situación de los 36.000 euros que poseían. De forma muy rápida y sin demasiadas explicaciones se convirtieron en participaciones preferentes. La firma del matrimonio de 85 y 86 años bastó para que aceptaran el producto que el responsable de la entidad les estaba ofreciendo, sin saber estos en qué consistía. La rentabilidad supuestamente era similar a la que tenían y podían disponer del dinero cuando quisieran. Y eso ocurrió tres años más tarde. “Queríamos comprar una casa en el pueblo y cuando nos dirigimos al banco nos encontramos con el pastel”, recuerda Patxi. “Nos dijeron que no podíamos tocar el dinero hasta el 31 de diciembre de 2050, o sea, cuando mis padres tuvieran 130 años”, exclama. Después de muchas negociaciones, pudo sacar parte de lo invertido pero en la actualidad sigue sin ver otros 20.000 euros. "Llevo tres años de lucha contra esta injusticia, he escrito cartas al Ararteko, al Defensor del Pueblo en España, al director de la CNMV y no voy a parar", insiste. "Quien vendió ese producto a mi padre que está sordo y apenas sabe escribir, era consciente de la estafa que estaba realizando y las autoridades tienen que tomar cartas en el asunto", denuncia. Ahora se encuentran sin el dinero, teniendo que pagar la residencia donde su padre está ingresado y su madre sobreviviendo con los 40 euros que le quedan de pensión ya que los ahorros de toda su vida están atrapados en el banco.

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