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Julia Holter: “Los músicos, como los místicos, exploramos la brecha entre dolor y gozo”

Autora de dos discos con éxito crítico, mañana actúa en Vigo

Por su manera de trabajar con la voz la han comparado con gigantes de la investigación vocal mucho más veteranas, como Laurie Anderson, Meredith Monk, Björk o Kate Bush. A ella ni le impresiona ni todo lo contrario, la verdad. “Me parece bien”, despacha en un correo electrónico que ha costado varios días arrancarle. Julia Holter (Val Verde, California, 1984) racanea las palabras, al menos en las entrevistas. ¿Está preparando nuevas canciones? “Sí”. ¿Cómo va a ser su concierto en Vigo? “Divertido”. ¿Qué papel juegan las referencias literarias en su manera de componer? “Inspiración”. ¿Es la garganta su principal instrumento? “No lo sé”. Pues eso.

Con la música es más generosa. En solo siete meses Holter ha publicado dos álbumes y ambos, con ayuda de la influyente Pitchfork, han seducido a una parte de la opinión publicada. Tragedy (2011), su debut inspirado en el Hipólito de Eurípides, y Ekstasis (2012), una colección de canciones vagamente organizada alrededor de un ensayo de la canadiense Anne Carson, son sus avales. Mañana llega a Galicia para estrenar escenario en la décima edición del Festival Sinsal. Será en la terraza del Auditorio do Mar de Vigo a partir de las nueve y media de la noche.

Aunque empezó a tocar el piano con ocho años y ha recibido instrucción académica, la cantante radicada en Los Ángeles desbroza el mito de la formación clásica en el así llamado pop experimental. “Creo que apenas hay rastro de todo eso en mi música”, afirma. “Tengo un poderoso sentido de la disciplina, pero ni siquiera es la clase de disciplina que se puede aprender en un conservatorio. Solo sé tocar debidamente el teclado, aunque me guste el timbre de otros intrumentos”. En directo le acompañan dos personas, violonchelo y batería.

Insiste en que, a diferencia de su debut, Ekstasis no es un disco conceptual, y que solo el corte que lo cierra, This Is Ekstasis, está inspirado en la idea de “decreación” que Carson despliega en Decreation (2005). “Ese ensayo me interesa por muchas razones, entre ellas la brecha entre el gozo y el dolor que los místicos han explorado en el éxtasis. Creo que los artistas y los músicos hacemos lo mismo. El hecho de que ambos álbumes estén ligados a la antigua Grecia es una coincidencia”.

A pesar de su aparente sofisticación, los dos discos de Julia Holter se han cocinado simultáneamente en su habitación. Ordenador, teclados, sintetizador, un micro, todas las capas imaginables de voz y poco más. “¿De qué otro modo puede un músico trabajar hoy en día, con lo difícil que es grabar?”, se pregunta en voz alta.

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