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Calatrava: “Mis honorarios en la Ciudad de las Artes son incluso modestos”

El arquitecto cobró 94 millones de euros por la Ciutat de les Arts i les Ciències

Santiago Calatrava, en una de sus visitas al Palau de les Arts de Valencia.
Santiago Calatrava, en una de sus visitas al Palau de les Arts de Valencia. CARLES FRANCESC

El estudio del arquitecto valenciano Santiago Calatrava salió este martes al paso de las críticas vertidas por el grupo de Esquerra Unida en las Cortes con una nota en la que aseguraba que en todas las obras encargadas por la Generalitat o sus empresas públicas ha facturado cantidades que “están por debajo de los porcentajes medios para proyectos similares en otros países” y, que además, considerando que facturaba como arquitecto y como ingeniero, “los importes son incluso modestos”.

Calatrava ha cobrado más de 94 millones de euros por la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CACSA). Pero también se ha embolsado hasta finales de 2009 un total de 2,7 millones de euros por el plan maestro, el anteproyecto y el proyecto básico del centro del Centro de Convenciones en Castellón. El proyecto básico del centro, sin embargo, fue paralizado desde un año antes de que Calatrava lo cobrara, debido a la anulación del planeamiento urbanístico de la zona donde se iba a ejecutar.

Esquerra Unida ha denunciado ante el fiscal que el arquitecto habría cobrado otros 15 millones de euros por proyectar tres rascacielos en el cauce del río Turia en Valencia que, probablemente, nunca se levantarán.

El estudio del arquitecto valenciano en Zúrich respondía así a las críticas insistentes de los parlamentarios de Esquerra Unida Ignacio Blanco y Marina Albiol. El estudio afirmó que Calatrava “ha realizado proyectos en la Comunidad Valenciana durante más de 20 años, encargados por diferentes Gobiernos autonómicos de diferente signo político”.

Blanco responsabiliza al arquitecto de los sobrecostes de CACSA

Al respecto, Blanco, que hizo públicos los contratos de Calatrava con CACSA y sus honorarios, insistió este martes en que “más de 1.100 millones de euros en el diseño y construcción de un complejo, que resulta incluso deficitario en su mantenimiento, son un auténtico despropósito”.

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En un inusual comunicado emitido por el despacho del arquitecto valenciano en Zúrich, Santiago Calatrava se defiende de las críticas, acosado por un deterioro cada vez mayor de su imagen, siempre debido a los polémicos sobrecostes y a las dudas sobre la falta de funcionalidad de sus obras en las principales capitales.

“En algunas de estas obras que ocupan un lugar preferente en la arquitectura mundial por su calidad técnica y artística”, reprocha el estudio de Calatrava, “está siendo injustamente criticada la labor del arquitecto y sus colaboradores, a pesar de que todas las decisiones, desde el propio encargo inicial hasta el último de los detalles de construcción y el presupuesto asignado, son tomadas única y exclusivamente por el cliente”.

El estudio de Calatrava precisa que los “clientes” son “la Ciudad de las Artes y las Ciencias (CACSA) y la Sociedad de Proyectos Temáticos de la Comunidad Valenciana (SPTCV) para Valencia y Castellón”.

Sobre otro polémico puente, el de L’Assut de l’Or, que acabó duplicando su coste (78 millones), el estudio también se defiende de las “críticas” y afirma que “la labor de Calatrava ha sido correcta tanto desde el punto de vista ético como técnico”.

Televisión y prensa extranjera critican la funcionalidad de su obra

No obstante, la obra del arquitecto valenciano, revolucionaria sin duda porque cabalga entre la arquitectura y la ingeniería, no ha estado exenta de críticas desde hace dos casi décadas.

En 1996 Calatrava fue elegido para la construcción de un puente sobre el Gran Canal de Venecia. El proyecto, una vez aprobado, sufrió numerosos cambios estructurales, debido a la inestabilidad mecánica de la estructura. La obra fue parada brevemente al poco de comenzar. En 10 años, el proyecto fue inspeccionado por más de ocho consultoras diferentes y el coste del puente ha superado más de tres veces el presupuesto original. Terminado en 2008, el alcalde veneciano decidió no festejar la inauguración debido a la polémica generada.

Un año antes, en 2007, la construcción del puente de Zubizuri en Bilbao, que resbala con la lluvia y cuyas losetas de cristal se rompen con facilidad, terminó en un pleito interpuesto por Calatrava contra el Consistorio, que ganó en apelación en 2009.

Pero entonces llegó la crítica más severa del puño y letra del diario The New York Times. En sus páginas, el diario estadounidense escribió en 2009 que “los edificios de Calatrava presentan una preocupante incongruencia entre la extravagancia de su arquitectura y el limitado propósito al que sirven”, en referencia a la estación que diseñó para la Zona Cero de Nueva York.

Ayer, el parlamentario valenciano de EU Ignacio Blanco, que ha mantenido una entrevista reciente con la televisión suiza TSR y con The New York Times sobre Calatrava, le reprochó al arquitecto que obvie que “en buena medida las modificaciones de obra fueron propuestas por él y que con la llegada del PP incluso se modificaron contratos en vigor para mejorar sus honorarios”.

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