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La plantilla comparte “el fondo” de los cambios, pero “no las formas”

El suceso de Cabacas ha impulsado un cierto corporativismo en la Ertzaintza

Una dotación de ertzainas vigila una concentración de homenaje a Cabacas en Bilbao.
Una dotación de ertzainas vigila una concentración de homenaje a Cabacas en Bilbao.LUIS ALBERTO GARCÍA

“Estaban operando muchos médicos de cabecera, porque había muchas operaciones que hacer, y a partir de ahora se van a encargar de ellas los cirujanos, que son los mejor preparados”. La frase es de un destacado sindicalista de la Ertzaintza y refleja la sintonía entre las centrales y el Departamento de Interior respecto “al fondo” de las reformas que, motivadas por el fin de la kale borroka organizada y la muerte de Cabacas, van a otorgar un papel más destacado a los especialistas antidisturbios. El entendimiento, sin embargo, no existe en lo que a “las formas” se refiere. Es solo un ejemplo de la sensación bipolar que el mandato de Rodolfo Ares como consejero está dejando entre la Policía vasca.

Dos perfiles, un mismo reto

  • Brigada Móvil. Principal unidad para grandes operativos. Dispone de 232 agentes, de los que 38 forman parte de la última promoción y se encuentran en período de aprendizaje. Desde julio contará con 20 efectivos más, procedentes de labores de intervención y acompañamientos.
  • Brigada de Refuerzo. Creada por Ares como apoyo especializado a Seguridad Ciudadana. Tiene 170 efectivos, 37 de ellos en prácticas. A finales de verano dispondrá de 64 más. La primera tanda se incorporará durante la primera semana de julio.
  • Antidisturbios. Ambas unidades sumarán unos 450 policías, lo que representa un 6% de la Ertzaintza. Solo ellos podrán utilizar el actual material contra graves altercados a partir de 2013, en lugar de los casi 5.000 agentes de Seguridad Ciudadana que lo hacían hasta el fallecimiento de Iñigo Cabacas.

“A lo mejor resulta que hay agentes de la comisaría de Bilbao que, por experiencia, están mejor preparados que los de la Brigada de Refuerzo para dar respuesta a las algaradas”, advierte un representante de Erne, el sindicato mayoritario. Con ello quiere dar a entender que, aunque el cambio de organigrama se antoja necesario ante el nuevo escenario, “quizá no se va aplicar de la mejor forma”. En su opinión, lo que está realmente en juego es el “modelo policial”, que hasta ahora ha sido reactivo y, tras el fin del terrorismo de ETA, debe convertirse en preventivo. “La mejor forma de lograrlo es mediante la reflexión conjunta y el diálogo”, asegura el responsable de la central independiente.

Lo que realmente está en juego es “el modelo policial”, avisan los sindicatos

Las relaciones entre la consejería y los sindicatos no pasan por su mejor momento, aunque han vivido épocas peores y no hace demasiado. No hace ni tres meses que cerca de 3.000 ertzainas se manifestaron en Bilbao contra los recortes. El fallecimiento de Cabacas, sin embargo, ha impulsado un cierto corporativismo, justificado por el convencimiento generalizado de que el suceso obedece a una fatalidad y no a una imprudencia. Quizá como consecuencia, las disputas han pasado a un segundo plano, si bien no han caído en el olvido. El cumplimiento de los acuerdos laborales firmados el pasado mes de agosto marca la agenda y su desarrollo determinará el trato entre el departamento y unas centrales que se mantienen expectantes.

Como a la espera estaban hace tres años, cuando se produjo el cambio de Gobierno vasco que, por primera vez, otorgó a un socialista la cartera de Interior. Muchas de las grandes expectativas que la plantilla había depositado en el relevo, tras lustros de mandato nacionalista, se han visto truncadas con el paso del tiempo. Unas veces, por cuestiones políticas. Otras, por motivos económicos. El caso es que todas han contribuido al “conformismo” de unos agentes que esperaban “más cambios” y “han perdido la ilusión”, según los sindicatos. Una sensación que no puede obviar, sin embargo, los éxitos del consejero, que también “están ahí”. Entre ellos, la política de “tolerancia cero”, un cuerpo que ha llegado a los 8.000 agentes o el nuevo convenio laboral.

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