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Indianas, una industria para salir de la crisis

Los tejidos estampados permitieron a Barcelona superar el desastre de 1714

José Ángel Montañés

En tiempos de crisis no hay nada como mirar al pasado para encontrar consuelo y posibles claves para salir de la coyuntura económica complicada. La exposición Indianas, 1714-1847. Los orígenes de la Barcelona industrial, en el Museo de Historia de Barcelona (Muhba), permite ver cómo de la situación más adversa que se puede imaginar, el fin de la libertad política, cultural y urbanística en la Barcelona de 1714 —entre otras, la destrucción de más de 1.000 viviendas, el 17% del tejido urbano, para poder construir la ciudadela—, la ciudad supo salir y convertirse, dos décadas después, en una de las mayores productoras de tejidos de Europa. Todo gracias a la innovación que supuso la indiana, un tejido elaborado con algodón estampado.

Indiana con motivos florales conservada en Museo Textil de Barcelona, DHUB.
Indiana con motivos florales conservada en Museo Textil de Barcelona, DHUB.

Para el comisario de la exposición, Àlex Sánchez, la clave fue el sustrato artesano de época medieval que sobrevive en la ciudad y la capacidad de aprovechar el comercio de aguardiente con los puertos del norte de Europa. Según Sánchez, los barcos barceloneses aprovechaban el viaje de vuelta para transportar bacalao y tejidos de allí, que luego empezaron a tejerse en Barcelona.

"Navegación por el río Ganges", algodón estampado. India, inicio del siglo XVIII. MIEM
"Navegación por el río Ganges", algodón estampado. India, inicio del siglo XVIII. MIEM

El recorrido por la exposición permite ver —mediante 124 piezas originales de 24 prestadores que normalmente no están expuestas, como moldes, pañuelos, dibujos, muestras para los pedidos y prendas confeccionadas—, cómo este tejido “higiénico, cómodo, económico y bonito porque estaba estampado con diferentes motivos, sobre todo florales”, revolucionó la moda, hasta entonces dominada por lanas y sedas, en manos solo de los más pudientes, y permitió, al venderse por metros, utilizarse para todo, incluso para vestir las casas con colchas, cortinas y tapicerías. Según Sánchez, Barcelona supo pasar de ser receptora de estos tejidos a producirlos y venderlos al resto de España y, sobre todo, al continente americano. “La situación que creó las condiciones para que Barcelona viviera la primera generación de la Revolución Industrial”.

Carta recibida por Erasmo de Gònima del comerciante Antonio Argüelles de Sevilla, con recortes de indianas. Barcelona, 1792. Biblioteca de Catalunya.
Carta recibida por Erasmo de Gònima del comerciante Antonio Argüelles de Sevilla, con recortes de indianas. Barcelona, 1792. Biblioteca de Catalunya.
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La producción de indianas llegó a dar empleo a casi 15.000 trabajadores —unos 2.500 eran niños de entre 7 y 12 años— y se realizaba en casi un centenar de pequeñas empresas, aunque algunas, como las de Erasmo de Gòmina y la de los hermanos Magarola, más productivas, emplearon a más de 500 personas. Estas instalaciones empezaron a poblar el barrio de Sant Pere para luego saltar al otro lado de La Rambla, al Raval, donde estaban los terrenos más baratos. Los prados de indianas, donde las telas se blanqueaban y secaban una vez estampadas, estaban en Sant Martí, Sants y Les Corts. “La de indianas era la primera industria de Barcelona”, asegura Sánchez.

También se puede ver un rudo telar con el que se tejía el algodón para la indiana y una sofisticada, y posterior, bergadana, un modelo construido en Berga por un carpintero local a imitación de los telares ingleses. Mediante un impresionante vídeo es fácil ver cómo esta manufactura preindustrial comportó el desarrollo de la ciudad y un crecimiento de población que urbanísticamente supuso, con el tiempo, el derribo de las murallas.

Caraco de mujer. Indiana pintada de alrededor de 1780. MIEM.
Caraco de mujer. Indiana pintada de alrededor de 1780. MIEM.

La mirada al pasado nos permite preguntarnos cuál puede ser nuestra indiana para superar la crisis. Para Sánchez, “las nuevas tecnologías y la capacidad de seguir innovando o incorporando tecnologías de fuera”, pero advierte de que eso no será posible “si desmantelamos nuestra industria y tenemos que comprarlo todo fuera, como está pasando. Si no queremos ser dependientes, debemos tener capacidad para darle la vuelta a la situación, como se hizo en el siglo XVIII”.

Según Joan Roca, director del Muhba, “sin las indianas no se explica la industria moderna, ni la ciudad nueva, ni el Eixample: es el eslabón perdido entre la Barcelona de 1714 y la industrial”. En opinión del responsable del museo, la exposición tiene un mensaje positivo: “Tras un siglo XVII que comenzó muy mal, la industria de las indianas permitió retomar el camino de la ciudad para superarse. En condiciones difíciles hay vida mañana, ya que los desastres no son absolutos”.

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Sobre la firma

José Ángel Montañés
Redactor de Cultura de EL PAÍS en Cataluña, donde hace el seguimiento de los temas de Arte y Patrimonio. Es licenciado en Prehistoria e Historia Antigua y diplomado en Restauración de Bienes Culturales y autor de libros como 'El niño secreto de los Dalí', publicado en 2020.

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