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Rehabilitación para el mar

Azti-Tecnalia lidera un proyecto en Tenerife para recuperar una ola que podría ser rentable para el surf como medida compensatoria tras construir un dique

Cámaras emplazadas en la terraza del Hotel Tenerife Playa, en Puerto de la Cruz.
Cámaras emplazadas en la terraza del Hotel Tenerife Playa, en Puerto de la Cruz.marco a. acosta

En el mar también existen medidas compensatorias. Las olas pueden ser utilizadas como moneda de cambio para solventar las consecuencias generadas por la construcción, por ejemplo, de un espigón en una playa haciendo desaparecer las olas para la práctica del surf. Es el caso de una zona turística en Puerto de la Cruz, al norte de Tenerife, donde la presión hotelera ha logrado la ampliación de la playa con el vertido de arena.

A cambio, el Consorcio de Rehabilitación del Puerto de la Cruz impulsa un proyecto para el estudio de una ola en otro punto cercano del litoral con la idea de regenerar económicamente la zona. Se analizará su calidad para ver si es viable llevar a cabo actuaciones para la eliminación de unas rocas que ponen en peligro la práctica del surf. Azti-Tecnalia, el centro tecnológico vasco especializado en investigación marina, se encarga desde enero del proyecto de ingeniería.

Medir la zona de rotura de una ola, desde diferentes ángulos, su velocidad, regularidad y avance un día tras otro durante varios meses podría resultar un trabajo arduo si no fuera porque un sistema de vídeo monitorizado permite que el trabajo de campo se haga de forma mecanizada. Varias cámaras situadas en las terrazas del Hotel Tenerife Playa, en Puerto de la Cruz, en la Costa de Martianez, recogen las imágenes.

Durante meses se mide la regularidad y calidad de la ola a través de cámaras

“Se trata de ver de una forma objetiva el potencial que existe, cuántos días se podría surfear y en qué condiciones. Es difícil medir la calidad de una ola absolutamente pero hay algunos parámetros técnicos que te permiten compararla”, señala Pedro Liria, oceanógrafo de Azti-Tecnalia e integrante del equipo de investigación.

Esta técnica se denomina Pil Angle. Una herramienta con la que se analiza el avance progresivo de la zona de rotura a lo largo del frente de la ola que es lo que busca un surfista para desplazarse por la parte que no va rompiendo, siempre escapando de la espuma. Si se mirara desde el aire, es el ángulo entre el frente de la ola y la zona de rotura que se mide en función de la altura y la profundidad. “Es complicado de explicar pero relativamente sencillo de medir. Si ese ángulo es muy pequeño significa que la ola rompe muy rápido, un ángulo más abierto es más lenta y más fácil y si rompe con fuerza, se ve la calidad de la ola”, explica Liria.

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Los surfistas se oponen al dique pero piden que se eliminen unas rocas

Las imágenes obtenidas de la ola se pasan a un plano. Se analiza la información con los datos de altura de ola, condiciones de viento, entre otros parámetros, y se extrapolan a una base de datos más amplia para realizar una valoración objetiva. Azti-Tecnalia ya ha realizado estudios similares con la conocida izquierda de Mundaka. Esta fase de recogida de datos se realizará entre mayo y junio.

Si el estudio arroja resultados positivos para practicar el surf en esta parte del litoral canario se llevarían a cabo diferentes actuaciones para eliminar los obstáculos que haya, en el caso de la playa de Puerto de la Cruz, unas rocas que sobresalen en el mar en medio de la trayectoria de la ola.

Para la primera fase del proyecto, en el que se encuentra actualmente, está previsto una inversión de 28.000 euros que será financiado por el Consorcio. Además del análisis de la ola, esta primera parte también englobaría un estudio jurídico, económico y social del impacto del surf en Puerto de la Cruz.

El centro vasco tecnológico había estudiado antes la ola de Mundaka

Ángel Lobo, presidente de la Federación Canaria de Surf y profesor de derecho en la Universidad de La Laguna, explica que la idea es tener más olas de las que existen. “Siempre hemos buscado la rehabilitación de olas que ya están ahí pero que son complicadas desde el punto de vista de la seguridad. Intentamos conseguir que esas zonas de surf puedan ser recuperables”, dice.

Los surfistas locales se opusieron a la construcción del dique porque creían que no era la mejor forma de forzar la naturaleza y transformarla. Su propuesta fue un arrecife artificial para mitigar el oleaje. Además, la declaración de impacto ambiental recogía que el espigón haría desaparecer una ola que, según Lobo, es muy importante desde el “punto de vista económico y deportivo”.

El Consorcio avala el proyecto por el valor económico y deportivo de la zona

No pasa desapercibido que la postura de los surfistas a favor de la no intervención del mar se contradice con la petición de que se eliminen obstáculos como rocas que complican la práctica del surf. En este sentido, Lobo se defiende: “Puede resultar raro que nos opongamos al dique y a la vez pidamos que se quiten unas rocas. Pero es cuestión de dimensiones; estamos hablando de un dique de 200 metros de largo por cinco de ancho, frente a intervenir unas rocas que no son más grandes que una mesa de salón. Además, no se volaría toda la roca sino la parte que sobresale”. Una vez estudiada la dimensión de la roca y en función de la distancia a la que se encuentra de la costa se utilizará un martillo hidráulico o se volará con cargas explosivas con las que los restos irán al fondo.

El Consorcio, formado por distintas administraciones públicas que intentan reflotar el Puerto de la Cruz como destino turístico, ve en este proyecto una oportunidad de convertir esta zona de la isla en un epicentro de “vanguardia” desde el punto de vista de protección y rehabilitación. Las Islas Canarias cuentan con un censo de olas, pero es la primera vez que se hace un estudio de estas dimensiones.

Azti-Tecnalia estudiará en los próximos meses si la ola cuenta con el potencial y la calidad necesaria para convertirla en un reclamo turístico y deportivo.

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