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Columna
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Crisis: ¡sálvese quien pueda!

No hay peor error que creer que “solos lo resolveríamos mejor” ¡O salimos todos, con políticas coordinadas, o no saldrá nadie!

Desgraciadamente los pronósticos de hace un par de años se están cumpliendo. Incluso los que nos equivocamos en algún aspecto —como yo, que no esperaba las complicaciones provocadas por la mala gestión de la crisis del euro— acertamos al decir que el proceso español de salida seria lento y doloroso, pues se trataba de ajustar, de reconvertir y de reactivar al mismo tiempo. El horizonte para una recuperación estable, que nunca significará volver a la situación de 2007, no lo veo antes de 2015.

La perspectiva de un largo periodo de esfuerzos exige una reflexión sobre las maneras de gobernar. Más claro: un tiempo así pide políticas fuertes basadas en Gobiernos y liderazgos claros, para evitar convulsiones, vaivenes o situaciones de parálisis. Hemos visto como, en muchos casos, estas ocasiones han propiciado Gobiernos de “técnicos”, mayorías absolutas, Gobiernos de concentración y hasta dictaduras más o menos disimuladas. Son intentos de facilitar acciones unitarias en busca de objetivos comunes, sean acordados o sean impuestos.

La fórmula más segura de evitar los aspectos negativos y antidemocráticos de casi todas estas soluciones es la existencia de una fuerte cohesión en la sociedad. La cohesión no solo es un buen instrumento, sino un instrumento imprescindible. Todos sabemos que la colaboración dentro de un grupo es lo que más ayuda a conseguir los objetivos colectivos. La especie humana es la más poderosa (y la más peligrosa) sobre la Tierra, no solo porque sus miembros tienen un cerebro y una inteligencia superiores, sino porque el trabajo conjunto, el reparto de roles y la colaboración entre individuos multiplican extraordinariamente las capacidades de cada uno de ellos. La colaboración es siempre más eficaz que el enfrentamiento. Urge, ahora, un fuerte aumento de la cohesión, a tres niveles distintos:

1. Cohesión social. Precisamos un sentimiento colectivo para empujar todos en la misma dirección. Para ello necesitamos de los Gobiernos liderazgo alrededor de un proyecto, y no solo gestión negativa de la desgracia presente, incluso exagerada a veces. Y sobre todo, hay que percibir que los esfuerzos se reparten de forma equitativa, y no como ocurre ahora, cuando quienes menos pueden están cargando con los mayores sacrificios del ajuste, mientras que una parte importante de la sociedad no se ve afectada por la crisis e incluso hay una parte que hace negocio especulando con ella.

2. Cohesión política. El juego de la política hace un daño enorme. Ni el Gobierno de España ni el de Cataluña están en manos de quienes a mí me gustaría que estuvieran. Pero necesitamos que no fracasen, ya que si esto ocurre, tal vez pierdan las elecciones, pero de momento el perjuicio es para todos y todos seguimos hacia abajo. Por ello ayudaré si se me pide, siempre que piense que lo que se quiere hacer es bueno para solucionar la crisis. El papel que han hecho, durante los últimos tres años, los partidos que estaban en la oposición ha sido, en este sentido, nefasto. Y la actual oposición corre el mismo peligro, en parte por devolver la moneda que recibieron y sobre todo por la cerrazón de los Gobiernos actuales a pactar y a consensuar actuaciones. Volvamos la mirada hacia Grecia y veremos las consecuencias… que aún pueden empeorar.

3. Cohesión europea. Una parte importante de nuestros problemas no tiene soluciones nacionales, sino que exige soluciones europeas, ya que los instrumentos macroeconómicos eficaces para solucionarlos han sido cedidos a estas instituciones. Estos instrumentos deberían actuar ahora como lo hacen en los Estados federales, en los que cada uno de los territorios forma parte de un conjunto que le condiciona pero que le protege. No hay peor error, en estos momentos, que alimentar el sentimiento de que “solos lo resolveríamos mejor”, ya que esto es falso tanto si lo dice un griego, como un español, un catalán o un alemán. La interdependencia a la que han llegado nuestras economías hace que nadie pueda salir solo de la crisis y nadie pueda intentar salir a costa de otros. Ni Grecia irá mejor fuera del euro, ni España mejorará ahogando a Cataluña, ni Cataluña resolverá el problema actual con la independencia, ni Alemania se recuperará si deja que se hundan algunas economías de la zona euro.

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¿Sálvese quien pueda? ¡O salimos todos, con políticas acordadas y coordinadas, o no saldrá nadie!

Joan Majó es ingeniero y exministro

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