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NACHO VALLE|Galerista y empresario

“Valencia castiga a los atrevidos”

Dirige la galería Valle Ortí, una de las pocas de arte contemporáneo que sobrevive en Valencia

Ferran Bono
El galerista Nacho Valle ante una obra de Xisco Mensua.
El galerista Nacho Valle ante una obra de Xisco Mensua.TANIA CASTRO

Sus largas patillas y su bigote le dan un aire al cantante Nick Cave. No en vano, le gusta tanto el arte contemporáneo como la música. Dirige la galería Valle Ortí, una de las pocas dedicada al arte contemporáneo que sobrevive en Valencia, y es socio del Túrmix, “un bar de rock and roll del barrio del Carmen”, y del restaurante japonés Kokura , además de participar en otros negocios. Nacho Valle es un tipo inquieto, un emprendedor valenciano de 40 años que habla sin tapujos.

Heredó la galería de su padre, le dio un giro radical y al poco logró introducirla en el restringido circuito de las mejores ferias de arte contemporáneo. En este punto, no quiere olvidarse de destacar la ayuda de dos galeristas que ejercieron de “padrinos”, Tomás March y Pep Benlloch (fundador de Visor). Hoy aguanta, aunque no sabe “por cuanto tiempo”.

Ha visto cerrar galerías históricas como La Nave, My name’s Lolita Art o Tomás March en los últimos años. Aguanta gracias a las ventas fuera de Valencia, en EE UU, en Bélgica, y gracias a los coleccionistas privados, y a sus otros negocios.

“Valencia no tiene coleccionistas, ni siquiera de pintura. Hablo de arte contemporáneo. Hay compradores eventuales. Tengo una sala de vídeo, con un buen programa de un comisario de Berlín y en cuatro años no ha entrado nadie preguntando por el precio, pero yo la mantengo porque es parte de mi proyecto. Pero a esta paella le falta pollo”, comenta.

A pocas horas de embarcarse con destino a Hong Kong para buscar nuevos mercados del arte, Nacho Valle se muestra muy crítico con su ciudad, con la falta de apoyo institucional a la sociedad civil, a los emprendedores; con el desprecio por crear un auténtico circuito de arte, de música, que eleve el nivel cultural como el de como cualquier capital europea.

“El IVAM podría estar
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“Si por Valencia fuera, no habría arte contemporáneo. Somos cuatro locos… Aunque ahora hay nuevos e interesantes espacios de gente joven en Russafa, la galería Sed de Xàbia va a abrir aquí también. Siempre ha habido un porcentaje de gente... Algunos valencianos dirigen o han dirigido los mejores museos del mundo como Vicente [Todolí, exresponsable de la Tate]. Pero todos son alternativos, sin apoyo, que florecen y luego ya veremos. Lo que quiere esta ciudad es pan y circo: Fórmula 1, el Papa, tenis… Pero no se estimula lo básico, la cultura. Al final, la gente acaba yéndose. Todo pasa entre amigos, entre políticos, sin contar con el criterio de gestores culturales. El panorama es desalentador. Esta ciudad castiga a los atrevidos y a los emprendedores. Amo esta ciudad pero también la odio. Soy valencianista a tope, chillo en Mestalla, me emociono en las mascletàs, vivo aquí, aunque viajo mucho y eso ayuda... ”.

El galerista considera que los proyectos de promoción del arte contemporáneo como la Bienal han sido “un dispendio caprichoso que no ha servido para nada”. Asegura que no ha visitado el IVAM desde la “magnífica exposición” de James Turrell porque apenas tiene ya interés. “Podría estar en Minglanilla. No es un activo para los galeristas, y ya no es ningún referente en el mundo, como lo fue”. Cargado con las obras de sus artistas Troels Carlsen, Chema López, Mira Bernabeu, Juan Olivares o Xisco Mensua, Nacho Valle recorre ferias y detecta nuevas tendencias: “La vuelta al dibujo, a un trabajo más fino con menos carga matérica y cromática; la de la fotografía... Son ciclos, curvas, como casi todo”.

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Sobre la firma

Ferran Bono
Redactor de EL PAÍS en la Comunidad Valenciana. Con anterioridad, ha ejercido como jefe de sección de Cultura. Licenciado en Lengua Española y Filología Catalana por la Universitat de València y máster UAM-EL PAÍS, ha desarrollado la mayor parte de su trayectoria periodística en el campo de la cultura.

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