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Empresarias por desesperación

Las mujeres madrileñas que trabajan por cuenta propia aumentan un 30% en el último trimestre

Alejandra Venturín, una cuentacuentos autónoma.
Alejandra Venturín, una cuentacuentos autónoma.CLAUDIO ÁLVAREZ

Nombre provisional: efecto desesperación. En la Seguridad Social han bautizado así extraoficialmente el incremento del autoempleo en los últimos meses que reflejan los datos de la Seguridad Social y la Encuesta de Población Activa (EPA). Si no encuentras un trabajo, monta un negocio. Una desesperación (o valentía) en este caso marcadamente femenina y madrileña. La comunidad fue la única región española que creó empleo en el primer trimestre del año, según los datos de la última EPA, que registró 15.900 ocupados más que en el último de 2011. Pero una mirada más profunda descubre que son ocupadas y que se han declarado en la encuesta empresaria o miembro de cooperativa: 29.600 mujeres emprendedoras más que a finales del pasado año, un 30% de incremento, frente al 8% de los hombres.

“El aumento es sorprendente”, dice Inmaculada Cebrián, investigadora de la Universidad de Alcalá de Henares, que remite a un análisis más minucioso con los microdatos de la EPA para averiguar cuáles son los flujos (si estaban desempleados o inactivas, por ejemplo). En cambio no ha asombrado a nadie el incremento paralelo de los desempleados, en ambos sexos, lo que se explica por un aumento de la población activa femenina, y notablemente entre las mayores de 55 años (un 10% más): mujeres que no buscaban trabajo remunerado activamente y que han tenido que hacerlo por el agravamiento del paro masculino, sobre todo en sectores como la construcción.

El recurso al autoempleo se refleja también, aunque de forma muy tímida, en los últimos datos de afiliación de la Seguridad Social, tanto en el conjunto del Estado (6.474 autónomos más en abril respecto a marzo) como en Madrid (1.257 autónomos más, no hay desglose por sexo). Un ligero alivio pero siguen siendo menos que en el mismo mes de 2011.

Pilar Morales, responsable del área de Mujer de Comisiones Obreras de Madrid, considera que en muchos casos se trata de “falsos autónomos”, personas que se ven obligadas a aceptar ese régimen porque las empresas prefieren los contratos mercantiles a los laborales. “Lo están haciendo incluso en el Ministerio de Educación, por ejemplo en la orientación de la formación profesional, son puestos de trabajo necesarios pero no asumen sus costes sociales”, señala. “Es una práctica perversa que se está dando en muchos ámbitos, es un autoempleo obligado porque es lo único que les ofrecen”.

En un caso parecido se encuentra Alejandra Venturini, de 31 años, licenciada de la Escuela de Arte Dramático y autónoma desde el 28 de enero. En la empresa para la que trabajaba le ofrecían renovar un contrato por obra que le dejaba un total de 250 euros mensuales. Ha leído bien. “Y así dos años”. Decidió trabajar por su cuenta. En su sector, el de actividades artísticas, recreativas y de entretenimiento, es donde más aumenta la ocupación entre las mujeres respecto a finales de 2011 (casi un 32%) en Madrid.

“Hay yacimientos de empleo que están emergiendo por los cambios en los modelos de familia, por ejemplo hay muchos más locales de ocio para niños”, señala Elena Melgar, presidenta de la Asociación de Trabajadores Autónomos de Madrid. Las autónomas madrileñas, debido sobre todo a que los sectores donde tienen mas presencia han sufrido menos la crisis, han caído desde mayo de 2008 un 2,3% frente a un descenso del 11,9% de los autónomos varones.

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“A pesar de que Madrid arroja resultados más positivos que la media nacional, la mujer aún tiene muy complicado el acceso al mercado de trabajo, con tasas de actividad y empleo aún muy por debajo de las masculinas”, dice Melgar. Y la cosa va a peor. Según el Observatorio Laboral de la Crisis que elabora la Fundación de Estudios de Economía Aplicada (FEDEA), que utiliza también la EPA si se comparan hombres y mujeres en paro de las mismas características (edad, formación, estado civil, nacionalidad) “se observa que la probabilidad de acceso al empleo de las mueres es un 25% menor que la de un hombre”, y aumenta “sensiblemente respecto al trimestre anterior". Sara de la Rica, directora del Observatorio, explica que se debe a la segregación ocupacional por sexos, ya que las ocupaciones que absorben la mitad de los accesos al empleo son actividades manuales no cualificadas en las que la presencia femenina es mucho menor.

No parece que la tendencia al autoempleo responda a incentivos públicos. Las mujeres acuden más a los servicios para emprendores de la Consejería de Educación y Empleo, que no da datos concretos de ayudas a mujeres ni comenta las cifras de la EPA.

En cambio en la Cámara de Comercio de Madrid cada vez atienden a menos mujeres en su ventanilla única, explica su responsable Isabel Fernández: si en 2010 las mujeres suponían el 48,2% de sus usuarios, este año la proporción ha caído al 40,9%. “Hay un descenso en la actividad emprendedora de mujeres”, asegura. Eso sí, Fernández nota el efecto desesperación: “Ha cambiado mucho el perfil de las personas que acuden a nosotros para tramitar una nueva actividad o empresa, personas con más edad y que acometen una empresa porque no encuentran un trabajo asalariado”.

Un efecto que niega María Elipe, de 41 años, que pasó de abogada hipotecaria a empresaria de turismo. “Siempre había querido trabajar por mi cuenta. Y me siento tranquila y menos irascible a pesar de los miedos”.

Despido tras el permiso de maternidad

Pilar Guerrero, de 36 años, se lanzó a la aventura empresarial hace tres años. La despidieron justo después de su permiso de maternidad. “A veces tienes que verte en la encrucijada para dar el paso”, dice. Cobró toda la prestación de desempleo junta y vio cumplido su sueño de montar una agencia de comunicación, pero las divergencias con su socio le han llevado a fundar Quántica Comunicación, con Isabel Corell, de 35 (derecha). Desde octubre, están en el vivero de empresas del Ayuntamiento de Madrid en Vicálvaro, donde por 350 euros al mes disponen de un despacho con todos los servicios y asesoría. Tienen un empleado. Llevar adelante un negocio “es duro, pero más duro es ser agricultor” como sus padres, sentencia Corell. “No lo cambio por nada. Para atrás, ni para coger impulso”, contesta Guerrero.

Autónoma para sortear las pésimas condiciones laborales

Alejandra Venturini, de 31 años, emprendió su particular aventura hace 10 al dejar su Buenos Aires natal por Madrid. Estudió Arte Dramático y trabajó dos años con un contrato de obra para una empresa de actividades extraescolares como cuentacuentos por 250 euros mensuales. En su caso el salto al autoempleo vino por las “pésimas condiciones” que le ofrecían. Decidió en enero darse de alta como autónoma y empezar a trabajar por su cuenta, aprovechando que ya era conocida en el sector. “No hay punto de comparación: es más responsabilidad y más gastos, pero es mucho más rentable y trabajo para mí misma”, explica Venturini. Sigue trabajando de cuentacuentos en bibliotecas y centros culturales públicos pero factura directamente a la empresa concesionaria, Idel.

La inversión tras la indemnización

Mayte Fernández, de 33 años, y Pilar Zarzuela, de 41 (derecha) tienen una consultoría de recursos humanos, Neore, también en el vivero de empresas de Vicálvaro. A Fernández la despidieron en enero de 2011 de la empresa de formación para personal sanitario en la que estaba empleada e invirtió la indemnización en el nuevo proyecto. En cambio, Zarzuela lleva casi toda su vida profesional como autónoma y dejó por decisión propia su puesto de directora comercial en una empresa de coaching porque ya no llenaba sus expectativas de desarrollo profesional. Se conocieron trabajando, se hicieron amigas y tomando un café decidieron que tenían mucho que ofrecer combinando su experiencia comercial y en formación de personal. Se constituyeron en sociedad el 11 de enero.

De las hipotecas a los talleres turísticos

María Elipe, de 41 años, tiene una mesa fija en Utopicus, donde por 250 euros al mes dispone de un céntrico espacio de colaboración (coworking) de estética alternativa. Elipe estudió Derecho y trabajó 14 años en dos empresas que daban servicio al sector bancario. Tramitaban miles de hipotecas cuando todavía se daban a porrillo. La despidieron en octubre pasado con una indemnización de “las de antes” de la reforma laboral, con 45 días por año trabajado. Está a punto de lanzar Meet Madrid una web de turismo en Madrid con talleres de historia, gastronomía y fotografía.

El recurso al negocio en la propia casa

Carmen Giner, de 49 años, perdió su trabajo como diseñadora gráfica hace cuatro años y cuando llevaba dos en desempleo decidió montar su propio negocio de ropa infantil, Kitipongo. Tiene un pequeño taller en su propia casa donde diseña y realiza los patrones, que luego cosen talleres “aquí, en España”, dice. “Todo lo hago yo, desde la página web a las fotos. Es todo bastante artesanal”. El negocio no acaba de arrancar y su cuenta está “casi siempre en números rojos”. “Al principio cuesta mucho hasta que te sirvan los proveedores”, relata. Pese a las dificultades y la “falta de ayudas” Giner no se arredra y planea plantarse en julio en una importante feria de París.

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