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365 días de platos calientes

La crisis pone en la cola de la Cocina Económica de Ferrol a 300 personas al día. La entidad benéfica está desbordada: ha doblado turnos y pide voluntarios

Personal en la Cocina Económica de Ferrol.
Personal en la Cocina Económica de Ferrol. Gabriel Tizón

Son las doce y media de la mañana de un jueves cualquiera. Decenas de personas hacen cola delante del portal número 29 de la calle Rubalcava de Ferrol. El calor aplana pero ninguno se mueve del sitio y tampoco permiten que nadie se cuele. Esperan su turno para comer. Hace 121 años que de los hornillos de la Cocina Económica de Ferrol sale a diario un plato caliente para alimentar a las personas sin recursos. Su presidente, Antonio Tostado, dice que no recuerda ningún momento tan crítico como este. Desde el 2008, la dirección de la entidad benéfica ha contabilizado cada vez a más usuarios hasta llegar a los casi 300 que desfilan a diario por un comedor social por el que pululan una docena de voluntarios estresados que han doblado turno. “Los últimos años han sido malos pero los últimos seis meses han sido los peores”, asegura.

Tras cinco años sumergidos en la crisis, la cola de la Cocina Económica es un drama humano en fila india. A los rostros habituales, una veintena de indigentes, drogadictos e inmigrantes clandestinos, se han sumado muchas caras nuevas de parados de larga duración y familias con hijos pequeños que hasta hace bien poco tenían “una vida con piso, coche e ingresos por encima de los 2.000 euros”, explica María, la trabajadora social del centro. Ha contabilizado a 336 usuarios frecuentes. Muchos acuden avergonzados y esquivan la cámara. Otro centenar se llevan, discretamente, sus platos a casa. El año pasado acudieron 71.931 usuarios, el doble que en 2008 (35.171). Las cifras son incontestables. Fueron 52.680 en 2009 y 61.376 en 2010. Los más veteranos se quejan de que algunos de los nuevos usuarios llegan en coche a por la comida, pero la entidad intenta que ningún niño coma en el recinto y les preparan el menú para llevar.

La Cocina Económica abrió sus puertas el 20 de septiembre de 1891 por el empeño del militar Antonio Togores y Corbián. Es la entidad benéfica más antigua de la ciudad, explica Tostado, que la dirige desde mayo del 2009. El comedor social se mantiene gracias a 1.400 socios fijos, los donativos (161.803 euros en 2011) y el respaldo de los ayuntamientos de Ferrol, Narón y Neda a través de convenios. La Diputación, la Xunta y la Obra Social de La Caixa también donan fondos. La cocina tiene seis cuentas bancarias (BBVA, BSCH, Bankia, NovaGalicia Banco, Banco Pastor y Caixabank) para recoger el altruismo, normalmente navideño, de los ferrolanos. En 2011, la cocina ingresó 455.103 euros y les quedaron 16.950 euros después de cocinar 91.250 platos para una media de 250 usuarios diarios al año.

Socios, donativos

Por la cocina pasan a menudo muchos vecinos que hacen sus pequeñas y grandes contribuciones. Desde el sobrante de la cosecha de patatas, huevos o kiwis hasta una paletilla de la cesta de Navidad. En diciembre, los trabajadores de Navantia reunieron 6.500 euros en rifas y también colaboran colegios, hospitales, Alcampo, Eroski y otras empresas de la zona con dinero o paquetes de alimentos. Con todo, el donativo más importante que ha recibido nunca la cocina ferrolana vino del extranjero. La Armada noruega entregó 100.000 euros a la entidad benéfica para agradecer el buen trato que los ferrolanos dispensaron a medio centenar de familias nórdicas que se acomodaron en la ciudad mientras los astilleros de Navantia les fabricaban cinco fragatas. Los noruegos donaron otros 100.000 euros a Cáritas para aliviar la crisis del naval en la ría.

En la cocina solidaria de Ferrol preparan de lunes a domingo un menú de dos platos y postre. Los recortes se han llevado por delante el servicio del comedor con ruedas que prestaba la ONG Dignidad y que acercaba los platos al domicilio de personas ancianas e impedidas. Ahora, ellos o sus familiares tienen que ir a recogerlo. Ante la avalancha de usuarios, la dirección ha optado por ampliar contratos y reforzar al personal, que ha pasado de seis a ocho personas (1 cocinera, 6 camareras y 1 trabajadora social). María lleva cuatro años atendiendo y ordenando a docenas de usuarios que normalmente se conocen y se sientan juntos. Entre ellos y con el personal ha habido salidas de tono, peleas y agresiones, porque también acuden toxicómanos y enfermos mentales con sus desvaríos.

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Un día de tantos, en el comedor se cuenta algún indigente, bastantes inmigrantes de distintas nacionalidades y gente muy joven (menos de 25). Algunos salen del centro de menores al cumplir la mayoría de edad y se ven en la calle sin nada, explica la asistente social. A última hora, entra muy apurada una pareja de toxicómanos. Él quiere guardarse el bocadillo de la merienda antes de sentarse a la mesa y su osadía le vale una reprimenda de María. La demanda ha sido tan alta en el último medio año que la junta directiva de la Cocina Económica ha optado por abrir provisionalmente su comedor por las tardes para servir meriendas y cenas. Lo harán de lunes a viernes, de 19 a 20 horas a partir del 21 de mayo y piden nuevos voluntarios. La idea es hacerlo permanente.

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