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El Celta funde los plomos del Guadalajara

Un apagón obliga a suspender a ocho minutos del final un partido que dominaban los vigueses por tres goles

No son momentos de dudas y el Celta quiere dejar claro que este año sí, que ha llegado el momento y apuesta a todo o nada por el ascenso directo, que poco importa que un partido se empiece a las nueve de la noche y se acabe pasadas las once de la mañana del día siguiente. Esa opereta sucedió en Guadalajara, desplazamiento señalado como un escollo decisivo en el camino, pero que al final sólo incordió porque a ocho minutos del final se fue la luz en tres torretas del Pedro Escartín. Ya casi de madrugada se determinó reanudar el choque en cuanto hubiese luz natural, un tiempo en el que los locales buscaron sin éxito al menos el consuelo de un gol y De Lucas remató al palo un servicio de Toni. Nada iba a cambiar y nada cambió: el Celta se quedó con los deberes hechos y a la espera de lo que pueda hacer esta noche el Valladolid en el feudo del Barcelona B. Un nuevo tropiezo de los castellanos sería oro no sólo para los vigueses sino para el Deportivo; un triunfo elevaría aún más el listón de la exigencia.

Guadalajara 0 - Celta 3

Guadalajara: Saizar; A. Moreno, D. Fernández, Gaffoor, Barral (Badía, m. 45); Rodri (Iván Moreno, m. 59), Soria, Cristian, Jonan García (Nico, m. 59), Víctor; y Aibal Zurdo. No utilizados: Sanmiquel, Jony, Oya y Harper.

Celta: Sergio; Hugo Mallo, Oier, Túñez, Bellvís; Borja Oubiña, Insa; Toni, Álex López (Bermejo, m. 61), Orellana (De Lucas, m. 65); y Iago Aspas (Joan Tomás, m. 82). No utilizados: Yoel, Ortega, Bustos y Roberto Lago

Árbitro: Gil Manzano. Amonestó a Saizar, Barral y Badía.

Goles: 0-1, m. 31, Toni; 0-2, m. 46, Iago Aspas; 0-3, m. 57, Iago Aspas.

Pedro Escartín. Unos 3.500 espectadores.

Así fue la Segunda División esta temporada, una de las más dispares de los últimos años, con tres equipos muy superiores y cuatro o cinco más en un segundo plano sobre una clase media y baja a años luz en cuanto a resultados. Con todo, cuando uno se encuentra enfrente a un equipo como el Guadalajara se le plantea uno de esos rompecabezas que depara el fútbol y que en ocasiones lo convierten en algo lindante con el ajedrez, por la paciencia y el movimiento de piezas. Los alcarreños son algo así como el Millwall o el Hibernians, un combo que podría anidar sin mayores problemas en alguna división británica especialmente diseñada para equipos bragados, de esos que desprecian la posesión y convierten cada falta a favor en la medular en balón al área y presunta ocasión al gol. No es agradable encararlo. Al Celta le costó destejer la red que le tendieron, sabedor de su superioridad, pero desactivado por la ausencia de ritmo. La solución tenía que ver más con el dinamismo que con el toque. Sólo Aspas pareció tenerlo claro de inicio. Voraz, lanzado hacia la meta de la primera división, el máximo goleador del Celta, ya con 19 tantos, tuvo claro que debía de trabajar desde varias posiciones. No encontró al principio la compañía de Orellana, más proclive a la acción individual que a buscar el espacio; o la de Toni, que comenzó impreciso, pero creció en cuanto entendió que no era un partido para quedarse en el costado. Una de sus incursiones valió el primer gol tras hilar con Orellana una sutil maniobra. Marcó el Celta pasada la media hora en un partido más de trasteo que de lucimiento. Que nadie espere lujos cuando el Guadalajara está por medio.

Con la desventaja en el marcador al equipo local se le acabó de cambiar el paso. Ya no le valía el repliegue y el balón largo en busca de Anibal Zurdo, su único delantero. Tampoco mostró otro plan. Empezó a flirtear por los flancos, pero sin buscar el dos contra uno, sólo como opción para colgar el balón al área. Tiene prisa por acabar las acciones de ataque el Guadalajara, pero escasas ideas, muy poco fútbol. Por eso llegó la goleada. Orellana falló un penalti que él mismo provocó apenas seis minutos después de marcar Toni. Y en la primera jugada tras volver del descanso Iago Aspas disipó cualquier contingencia negativa para su equipo con un gol a la salida de un córner. Ahí se acabó de derrumbar del Guadalajara, al que para colmo se le fundieron los plomos hasta de la luz.

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