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La mina de oro de Bergantiños será restaurada con una laguna artificial

El proyecto de explotación prevé el uso de cinauro para separar el metal de la roca

Entrada de mina en los terrenos adquiridos por EdgeWater Exploration en Cabana de Bergantiños. / A. PANADERO
Entrada de mina en los terrenos adquiridos por EdgeWater Exploration en Cabana de Bergantiños. / A. PANADERO

No será una aventura de muchos años, nueve como mucho, pero dejará como herencia el desvío de un arroyo tributario del Anllóns a lo largo de 2,7 kilómetros y una laguna artificial de 13.986.821 metros cúbicos en el último de los tres huecos mineros abiertos para extraer unas 1.045. 000 onzas de oro. Los vecinos de Corcoesto, una parroquia de Cabana de Bergantiños, escudriñan estos días cada detalle del proyecto de explotación y restauración presentado por una empresa canadiense, EdgeWater Exploration, que pretende aprovechar tres yacimientos auríferos de la zona, los de Cova Crea, Pozo do Inglés y Petón do Lobo, tras 70 años de abandono de la mina. No tienen mucho tiempo para revisarlo, solo un mes, porque el documento en exposición pública se tramita como proyecto industrial estratégico, una figura creada en la Ley 13/2011, reguladora de la política industrial de Galicia, para las propuestas de más de 50 millones de inversión que creen más de 250 puestos de trabajo directos. La legislación lo exime de licencia urbanística municipal y el promotor agiliza los trámites presentando de forma conjunta el proyecto ante la Administración, incluido el plan de restauración y gestión de residuos.

La empresa calcula que hay reservas suficientes para extraer 1.045.000 onzas

Por ahora, y a la espera de que termine el plazo de alegaciones, un grupo de vecinos han creado una Plataforma para a defensa de Corcoesto, un colectivo que nació poco antes de la salida a exposición pública del proyecto de explotación para solicitar información transparente sobre los efectos que el aprovechamiento de la mina tendrá sobre las actividades económicas de la zona. Temen desde trastornos en el ganado provocados por vibraciones hasta la ruina de iniciativas turísticas rurales.

El interés por la mina de Corcoesto es una apuesta por el valor seguro del oro frente a la inestabilidad de los mercados y toma forma tras los sondeos infructuosos de otras empresas en las últimas décadas, que no solo advirtieron la poca cantidad de metal precioso en la comarca de Bergantiños sino que además desdeñaron la aventura por su dudosa rentabilidad. Pero si la propuesta de EdgeWater Exploration llega a buen puerto, la firma canadiense pondrá en práctica un plan de gran envergadura, en cifras y consecuencias. La empresa cuenta con un presupuesto de 651.824.167,68 euros para poner en marcha el proyecto y restaurar la zona después de los nueve años de vida útil que se le calcula a la mina. El inicio de la explotación, prevista para 2014, obligará a tener listos antes de esa fecha dos viales aptos para la circulación de camiones bañera, camiones de suministro y vehículos de transporte de maquinaria, que servirán para conectar los tres huecos mineros con las dos escombreras proyectadas, una norte y otra al sur de la zona de explotación, la primera de 11,7 hectáreas de superficie y la segunda de 77. Con el material estéril extraído se rellenarán progresivamente los dos primeros huecos y se construirán dos diques para una balsa de lodos, en la que se acumulará, separado del resto, el material procedente del tratamiento de la roca (cuarzo) con cianuro para separar el oro. Petón do Lobo, el último hueco en ser explotado, se convertirá en laguna cuando la mina eche el cierre.

El arroyo Lourido, afectado por la balsa de residuos, será desviado 2,7 kilómetros

El documento presentado por EdgeWater Exploration a la Xunta describe con detalle cada fase del proceso de extracción. El material procedente de la mina se tritura y se muele para liberar partículas de oro no superiores a 500 micras que pueden recuperarse por separación mecánica, ya que la densidad del metal y del estéril es distinta. Las partículas más pequeñas se separan por los métodos químicos; uno de ellos, el de lixiviación, es el que provoca mayores reticencias entre ecologistas y vecinos porque requiere el uso de cianuro. En su explicación del tratamiento, la empresa indica que la solución empleada no supera los 5 gramos por litro y que “en absoluto” supone riesgo de vertidos o filtración a la red superficial de agua. Una vez abandonada la actividad, la empresa pretende restaurar lo dañado —incluidas las superficies de las escombreras y la balsa, que quedará encapsulada— con pastizales y especies vegetales. Más complicado será recobrar el viejo cauce del riachuelo desviado. La propia empresa reconoce que el desvío del arroyo Lourido, afectado por la balsa de residuos, supondrá una modificación del esquema hidráulico “no recuperable”.

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“Es poco tiempo para tanto daño”

“Es muy poco tiempo para tanto daño. Vamos a desaparecer del mapa, como muchos pueblos de las cuencas mineras asturianas”, augura Fernando Souto, uno de los portavoces de la Plataforma para a Defensa de Corcoesto, que a las prisas estudia posibles alegaciones al proyecto y teme que los desencuentros entre los vecinos que quieren la mina y los que la miran con desconfianza acabe “en división social”. “No estamos en contra de la mina, es una actividad como cualquier otra, pero nos asusta que sea a cielo abierto y que afecte a aguas de las que nos servimos nosotros”, expone. En pocas semanas, la plataforma ya ha celebrado varias reuniones con los vecinos y hasta planea la visita de un grupo de afectados por un proyecto de extracción de oro de minas de Salave, ubicadas en el occidente asturiano, muy cerca ya de Galicia.

“Tendremos que contar con un plan de grietas, porque si no lo hacemos no podremos reclamar a los de la mina los posibles daños que ocasionen en las casas”, expone Souto, que teme también a la polvareda y los ruidos. Pero no es el medio ambiente la única preocupación de los vecinos que integran la Plataforma. La empresa promete crear 271 empleos, pero Souto no ve nada claro que esos puestos, la mayoría muy especializados salvo alguna oferta para administrativos, puedan ser ocupados por gente de Corcoesto. “Ahí no hay trabajo para nosotros. Son puestos para técnicos, y esa gente aquí no existe”, denuncia. Otra fuente de conflictos se anuncia con la adquisición de tierras para las instalaciones de la mina, que la empresa tendrá todavía que adquirir.

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