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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Rumbo a lo desconocido

Si no hay pacto fiscal, Mas amenaza con el escenario insólito de una hacienda propia, creada por una decisión unilateral

Lluís Bassets

Navegamos rumbo a lo desconocido. No lo dice un pasajero susceptible ni un grumete parlanchín. Lo dice el capitán: “Será la primera vez que nos adentraremos en un escenario desconocido”. La metáfora sirve para todos los niveles de gobierno con que contamos: para Europa, para España y para Cataluña. Pero no la utilizan los múltiples y descoordinados capitanes de la Unión Europea, ni el sigiloso y sombrío timonel que aparece al mando de la nave de España, sino el comandante del también agitado bajel catalán, en una comparecencia parlamentaria de la pasada semana que ha tenido muy escasa resonancia en los medios, eclipsada por el alud de noticias que nos llegaban de Bruselas, de París, de Atenas y sobre todo de esa balsa de Medusa en que se ha convertido el naufragado sistema financiero español.

Es una frase curiosa. La primera obligación del patrón de una nave es saber adónde lleva su barco y a su gente. No debiera permitirse frivolidades de augur o de observador distanciado. Si tiene dudas sobre el feliz final de su viaje, debe guardárselas para sí mismo. Sembrar el desconcierto entre la tripulación y el pasaje subrayando su desconocimiento sobre lo que se le viene encima es todo lo contrario a lo que se espera del capitán de un buque.

Pero tiene razón y eso es lo grave. El presidente catalán, Artur Mas, ganó las elecciones con la promesa de un “nuevo pacto fiscal en la línea del concierto económico vasco”, expresión suficientemente larga, matizada y compleja como para que podamos saber a qué se refiere exactamente. Aseguró que inauguraría con ello una “transición nacional”, otra expresión en la que ya desgranó la idea de un viaje sin puerto de llegada claro ni preciso. Su partido, Convergència Democràtica, concretó en su congreso cuál era el puerto soñado: la independencia, es decir, la secesión de España. El pasado miércoles, en sesión plenaria del Parlament, sacó una nueva carta de navegar con una ruta muy precisa, inmediata y perentoria: en julio se votará el mencionado pacto fiscal en la Cámara catalana; en septiembre se le propondrá al Gobierno español y se abrirán a continuación unas semanas de negociación; antes de final de año, “se tomará una decisión definitiva”.

El diputado de Esquerra Republicana interpelante había sido muy apremiante en su petición. “Usted puede dar un paso claro para conseguir la hacienda propia catalana (…) porque tiene mayoría en esta Cámara y hacerlo es una cosa muy sencilla: que su Gobierno les diga a los ciudadanos de Cataluña dónde deben ingresar sus declaraciones de la renta y su IVA”. He ahí una iniciativa de comprensión clara pero de aplicación extremadamente confusa y desconcertante, sobre todo para quienes tienen que pagar los impuestos. No es una propuesta extraña viniendo de un partido acostumbrado a gozar de las ventajas de estar en el Gobierno sin dejar de hacer oposición. Lo extraño es que le guste a un partido de gobierno: “Yo no discrepo del fondo que usted plantea”, le respondió el presidente catalán.

La determinación del capitán ante el escenario desconocido es absoluta. Artur Mas aseguró que la creación de una hacienda propia es irrenunciable. “Cataluña tendrá hacienda propia por la vía del pacto o por la vía, digamos, de la propia decisión”, señaló. Algo que “nunca se había planteado de esta manera por parte de ningún Gobierno de Catalunya”, subrayó para convencer a Puigcercós. Es la vía del unilateralismo, la decisión autónoma e independiente de cualquier otra instancia o nivel de gobierno europeo o español.

Hay mucha experiencia sobre los rumbos solitarios, Sonderweg le llaman los alemanes. Mas cree que es un camino desconocido. Historiadores acreditados dicen que no lleva a ninguna parte. “Generalmente hemos dicho basta en el peor momento, cuando la coyuntura no era desfavorable, cuando había pasado el punto dulce de nuestra fuerza o de nuestra razón. Tiene la culpa de esa falta de acuerdo, sin duda, el debilitamiento del seny en las clases dirigentes”. Fue Vicens Vives quien escribió estas frases en Noticia de Cataluña, hace más de 50 años. Acaba de reeditarse en castellano (Destino) y sería muy conveniente que algunos la releyeran y otros la leyeran por primera vez.

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Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

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