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Rejas para los Flores

La sentencia contra un violento clan de Cádiz establece un máximo de dos décadas de cárcel para sus miembros aunque sume penas de 800 años

“Desde los primeros días del mes de marzo de 2008 en que el fallecido Cristóbal Flores fue clasificado en tercer grado penitenciario, los acusados Fernando y Francisco Flores, también en tercer grado, y Manuel Flores, decidieron organizarse como una banda para realizar delitos contra la propiedad”. Podía haber sido el perfecto comienzo para una novela negra cargada de violencia, con malos muy malos, huidas de la justicia, víctimas inocentes y regueros de sangre. Pero es el inicio de un relato de hechos probados de una sentencia. La que ha condenado al conocido como clan de los Flores a más de 800 años de cárcel. Cada uno de los condenados no pasará más de 20 años en prisión.

Durante muchos meses fueron los más temidos por camioneros, dueños de estaciones de servicio o viviendas rurales. También los más perseguidos por la policía y la Guardia Civil. Sus acciones, la mayoría robos y asaltos con violencia, se agravaron con la muerte en 2008 de Tamara Leyton, a la que acribillaron a disparos en su casa de Puerto Real. La policía consiguió detenerlos meses más tarde en un control en la autovía Jerez-Los Barrios. Una huida en la que cayó muerto de un disparo Cristóbal. De ahí que uno de los protagonistas de esta historia arranque el relato de los hechos probados sin vida.

La historia de la banda había comenzado en los años noventa pero fue en 2008 cuando, tras pasar por la cárcel, se reorganizaron para seguir cometiendo crímenes. No hubo reinserción. “Todos ellos estuvieron de acuerdo en cuál sería la forma de actuar. Así, habrían de cometer los delitos principalmente en lugares en que se celebrasen fiestas populares o patronales cerca, por entender que ello aumentaba las posibilidades de que las viviendas estuvieran vacías en el momento de entrar en ellas”, dice la sentencia. “El método sería arrancar rejas de las ventanas con palancas o fracturar las puertas. Acordaron usar siempre guantes y estuvieron de acuerdo en realizar los robos armados con escopetas”. Como estaban de permiso carcelario, actuaban en el período comprendido entre la noche de los viernes al domingo. En días festivos y sus vísperas.

A partir de ahí este relato de hechos se llena de detalles pormenorizados de delitos. El 21 de marzo de 2008 forzaron una vivienda en Medina y se llevaron joyas, dinero en metálico y una medalla de la Virgen del Rocío. Una semana después sustrajeron 27.000 euros y armas de una caja fuerte de una finca de Jerez. En junio trataron de robar en otra casa de Medina pero el dueño y su hijo estaban dentro. Al ser descubiertos, dispararon contra ambos. El propietario fue alcanzado y cayó al suelo. “Le voy a poner la marca de los toros”, dijo mientras le quemaba el brazo con la boca del cañón de su arma recién disparada.

Se sucedieron los asaltos y los cuantiosos botines. Y llegó la noche de julio en la que mataron a Tamara Leyton. En una barriada de Puerto Real primero dispararon a un vecino, al que hirieron con perdigones. A las dos de la mañana la joven escuchó ruidos en el exterior de su casa. Al salir a ver qué ocurría, los Flores dispararon contra ella sin miramientos. “Los acusados actuaron con un ánimo inequívoco para causarle la muerte”.

La actividad del clan no cesó hasta que el 24 de agosto los cuerpos de seguridad actuaron. Habían seguido a los Flores en coche. Hubo intercambio de disparos. “Existía una valla para impedir el paso de animales en la carretera que los acusados no pudieron salvar, siendo aprehendidos en el lugar, a excepción de Cristóbal, quien recibió un disparo que le ocasionó la muerte”.

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El final de esta historia suma un total de más de 200 años para cada uno de los miembros del clan. El tribunal no se ha creído la estrambótica versión de los Flores: que eran inocentes y que las armas y guantes que portaban estaban allí de casualidad. La sentencia marca que el tiempo máximo de cárcel será de 20 años.

 

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