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Las universidades tendrán menos alumnos por la subida de las tasas

Los rectores exigen mantener las becas para evitar los abandonos

Joaquín Gil
Una inscripción sobre un ataúd en la Facultad de Filosofía de Valencia da por muerta la universidad pública.
Una inscripción sobre un ataúd en la Facultad de Filosofía de Valencia da por muerta la universidad pública.CARLES FRANCESC

La subida de las tasas universitarias que baraja el Consell para el próximo curso pasará factura en las cinco universidades públicas valencianas. Los rectores temen que las medidas para ahorrar el gasto educativo, auspiciadas por el Ministerio de Educación y que contemplan subidas de hasta el 50% en la primera matrícula y penalizaciones para los repetidores, provoquen la caída de las nuevas matriculaciones y el abandono de las aulas en una Comunidad. “El incremento no puede afectar a los más desfavorecidos”, advirtió el rector de la Universidad Jaume I de Castellón, Vicent Climent.

Los representantes universitarios, que todavía no se han sentado a valorar los planes del departamento que pilota José Ignacio Wert, podrían recibir la próxima semana una mala noticia del Consell. La Generalitat insiste en la idea de que las tasas en la Comunidad Valenciana están por debajo de la media, pero calla que en 2011 subieron un 7,5%, el mayor de España.

Para atenuar el encarecimiento, las universidades piden que se mantengan las ayudas económicas y admiten que es necesario revisar el mapa de titulaciones que ofrece el sistema público con objeto de evitar duplicidades. “Las becas son imprescindibles”, señaló el rector de la Universidad de València, Esteban Morcillo.

Los responsables de las universidades temen el incremento del Consell 

Las asociaciones de estudiantes y los partidos de izquierda clamaron ayer en bloque contra las medidas del Gobierno que, previsiblemente, asumirá la Generalitat. Y los principales afectados, los alumnos, admitían ayer que las subidas y las penalizaciones sacarán de las aulas a los estudiantes con menos recursos. “Esto es una barbaridad, se están cargando la universidad pública”, se quejaba Paula Figueras, alumna de primero de Historia en la Universidad de Valencia. “Vamos a una universidad de ricos y otra de pobres”, resaltaba Adrián Mora, de 23 años, que ultima Filología Hispánica. "Los pobres no podrán estudiar", añadía Borja Martínez, alumno de Enfermería, que auguraba que el aumento de la matrícula que tendrá que pagar el alumno provocará abandonos y salidas masivas de las aulas universitarias.

Los rectores harán de la política de becas su caballo de batalla para mitigar el aumento

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Las becas, ni tocarlas. Las cinco universidades públicas valencianas reclamaron ayer al Consell que mantenga las ayudas a los estudiantes para atenuar la subida de las tasas universitarias, que podrían dispararse hasta 540 euros el próximo curso, según el Ministerio de Educación. “Las becas son imprescindibles”, advirtió el rector de la Universitat de València, Esteban Morcillo. “La subida de las matrículas no puede afectar a los más desfavorecidos”, subrayó Vicent Climent, de la Jaume I de Castellón.

El rector de la Universidad de Alicante, Ignacio Jiménez Raneda se muestra contrario a la subida de las tasas “si la medida no va acompañada de un plan de becas potente. No hacerlo, señala, introduciría una discriminación por motivos económicos en el acceso de los ciudadanos a la Universidad, extremo que no podemos permitir”, añadió. Raneda puntualizó que “aún es prematuro para pronunciarse sobre el anuncio, ya que hay que ver qué baremos se aplican finalmente”.

Las universidades públicas valencianas, donde estudian alrededor de 130.000 alumnos que pagan los créditos más baratos de España (12,24 euros frente a los 15,53 de Navarra), temen que la asfixia financiera del Consell propicie una subida máxima de las tasas. No obstante, sus responsables mantuvieron ayer una calculada prudencia, que evitó el enfrentamiento directo con la Generalitat. Su máximo órgano de gobierno, la Conferencia de Rectores de Universidades Españolas (CRUE), todavía no se ha reunido para valorar las medidas del Ejecutivo y los dirigentes universitarios esperan cautos a conocer la versión de la consejera de Educación, María José Catalá, con quien se verán la próxima semana para evaluar el impacto.

"Sabía que tenía que llegar, pero no tan a lo bestia", dice un estudiante

Para aplacar las reivindicaciones, el Consell insiste en una idea: las tasas de los estudiantes valencianos se encuentran 1,8 puntos por debajo de la media nacional aunque evita decir que las tarifas para poder acceder a los campus públicos sufrieron un incremento del 7,5% [TEX]en 2011[/TEX], el mayor de España.

Como mal menor, los rectores pidieron que la subida que aplique la Generalitat sea progresiva y advierten que el incremento esbozado por el Gobierno —hasta un 50% de golpe en la primera matrícula— disparará el abandono de las aulas en un país atenazado por la crisis y el desempleo. “Comparto la filosofía pero no su desarrollo”, declaró el rector de la Universidad Politécnica de Valencia, Juan Julià.

El debate de reducir titulaciones con menos alumnos —aquellos que no lleguen a los 40 o 50 estudiantes por grupo— tampoco desató declaraciones incendiarias. Los rectores admitieron, no obstante, que debe revisarse el sistema, adaptarlo a la realidad pero sin convertir a la Universidad en una empresa, donde mandan las pérdidas y ganancias. “Hay que iniciar una reflexión, pero que no puede llegar ahora, sino más adelante”, explica Morcillo. El rector cargó contra la insinuación del Gobierno de que en las universidades no se investiga lo suficiente. E insistió en una idea: En las aulas españolas se genera las dos terceras partes de la producción científica española.

Más directas, las principales asociaciones de estudiantes y los partidos de izquierdas clamaron en tromba contra la subida. “La Generalitat suprime becas y reduce un 9% el presupuesto de las universidades y ahora esto”, se quejaba Luís Salinas, de Campus Jove, afín al PSPV. “El Ejecutivo no ha tenido en cuenta a los estudiantes”, añadió la Delegación de Alumnos de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV). “La medida atenta contra el derecho de los ciudadanos de cursar estudios superiores”, afirmó el diputado de Compromís Fran Ferri. La única discrepancia planeó en el entorno del PP. “Sé que no es el momento, pero es imprescindible por la situación económica”, defendió Alejandro Gómez, de la conservadora Asociación Valenciana de Estudiantes Universitarios (AVEU).

Elena Garrigós, presidenta del Consejo de Alumnos de la Universidad de Alicante, ha calificado la posible subida de las tasas como “una brutalidad que no vamos a consentir”. Garrigós ha anunciado movilizaciones de los estudiantes en contra la iniciativa. La primera ya está anunciada para el próximo 10 de mayo.

Según Garrigós, la subida de las tasas “nos abocará a una universidad elitista fuera del alcance de las clases medias y bajas”.

Los estudiantes consultados por EL PAÍS rechazaron en tromba la medida. “Esto es una barbaridad, se están cargando la universidad pública”, se quejaba Paula Figueras, alumna de primero de Historia en la Universidad de Valencia y aspirante a opositar a profesora de Secundaria cuando amaine la crisis. “Vamos a una universidad de ricos y otra de pobres”, añadía en el campus de Blasco Ibáñez Adrián Mora, de 23 años, estudiante de Filología Hispánica y que ayer confiaba en encontrar un trabajo basura al acabar la carrera el próximo año. “Esto supone volver a los años 70”, indicaba apostado en las escaleras de la Facultad de Medicina Miguel Sánchez, de 32 años, que el pasado 20 de noviembre votó al PP y ahora se lo pensaría. Miguel, que se matriculó en la Universitat más tarde de lo habitual, compagina los estudios con su trabajo en una empresa de mantenimiento del sector de la hostelería. “Esto [LA SUBIDA]no se lo imaginaba nadie, pero todo está fatal y tenía que llegar”, admitía abnegado Alejandro Pla, de 20 años, estudiante de primero de Ingeniería Industrial en la Universidad Politécnica.

Junto a la sorpresa, el alcance del incremento revolucionó las aulas. “Sabía que tenía que llegar, pero no tan a lo bestia”, comentaba Borja Martínez, alumno de primero de enfermería, que augura que la subida provocará abandonos y salidas masivas de las aulas. En el Campus de Tarongers, Ernesto Franco, estudiante de empresariales en la Universidad de Valencia de 24 años, y votante del PP, defendía la medida del Gobierno. “Me gusta que se penalice a los repetidores”, resumía.

Las opiniones entre el profesorado tampoco son unánimes. “El estudiante debe saber que todo no es gratis y que cada plaza cuesta al contribuyente en torno a 6.000 euros”, apunta José Manuel Pastor, vicedecano de Prácticas en Económicas de la Universitat de València. Su colega Margarita Soler, profesora de Derecho Constitucional de la Universidad de Valencia, atenúa el argumento. “No solo suspenden los malos estudiantes, en ocasiones el fracaso se debe a otros problemas, por lo que las becas son indispensables”. Soler se muestra contundente: “La iniciativa del Gobierno de Mariano Rajoy está llamada a crear graves desigualdades”.

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Sobre la firma

Joaquín Gil
Periodista de la sección de Investigación. Licenciado en Periodismo por el CEU y máster de EL PAÍS por la Universidad Autónoma de Madrid. Tiene dos décadas de experiencia en prensa, radio y televisión. Escribe desde 2011 en EL PAÍS, donde pasó por la sección de España y ha participado en investigaciones internacionales.

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