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¿Qué ha sido del 15-M?

Protagonistas del movimento defienden su continuidad en los barrios

Una de las concentraciones del pasado año del 15-M en la plaza del Ayuntamiento de Valencia.
Una de las concentraciones del pasado año del 15-M en la plaza del Ayuntamiento de Valencia.JORDI VICENT

Entre una multitud desenfocada, unos jóvenes brazos anónimos sostienen una pancarta con el lema “un Cairo en cada barrio”. La escena, capturada el pasado mayo por la cámara de Jesús Císcar en plena efervescencia de la acampada de los indignados frente al Ayuntamiento de Valencia, hoy es material de exposición. Bajo el epígrafe Las plazas del pueblo, diez imágenes, expuestas a cargo de fotoperiodistas valencianos en la muestra de las instantáneas protagonistas durante 2011 en la antigua sede de la Universitat, recuerdan lo que ha sido el 15-M: asambleas multitudinarias, performances callejeras, megáfonos, camisetas con mensaje, pero también cascos y porras policiales y detenciones. Ya sin acaparar portadas internacionales, a punto de cumplir un año, la Spanish Revolution de las plazas ha derivado a las comisiones de los barrios, pero lejos de las revoluciones de la primavera árabe.

“El 15-M no puede desaparecer porque no es una organización, sino una politización de la vida cotidiana, un clima, una sinergia y un aprendizaje colectivo. A los poderes establecidos les conviene que pensemos que no hemos conseguido nada. Todo esto es lento, pero el cambio se está produciendo en el plano personal y va creciendo poco a poco”, apunta contra todo escepticismo Adoración Guamán, profesora titular de Derecho del Trabajo.

Tras haber participado en la manifestación masiva del 15 de mayo, Adoración se acercó a la plaza el 16 y se quedó para ayudar en la cuestión legal de la acampada en Valencia. Reconoce que desde ese día ya no ha vuelto a casa. Militante en partidos minoritarios, esta profesora de 34 años se incorporó al movimiento por desilusión de los políticos. “Había dejado de creer en cómo se estaban haciendo las cosas y necesitaba un nuevo impulso para seguir peleando por una sociedad más justa. Quizás fuimos muy ingenuos, pero todos pedíamos lo mismo, más participación”.

Adoración se desvinculó temporalmente del movimiento cuando su nombre se incorporó a las listas de Esquerra Unida como candidata al Senado por Valencia en las elecciones del 20-N. “Los que estábamos en el 15-M y llevábamos tiempo en la militancia luchábamos dentro nuestros partidos, porque lo mejor que le puede pasar a un partido minoritario de izquierdas es entroncar con los movimientos sociales que busquen lo mismo, pero sin apropiarse de ellos, sino buscando una ilusión nueva y una transformación para incluso dentro del propio partido”.

Quizás fuimos muy ingenuos, pero todos pedíamos lo mismo, más participación”

Para Guzmán Chamarro, la falta de visibilidad del movimiento se debe a lo que llama “ciclos biológicos”. “La llegada del mal tiempo se juntó al cansancio de una campaña muy intensa, por la implicación emocional en las plazas, que acabó el 15 de octubre, y la gente quiso retomar su vida, porque no todos disponen de tiempo y resistencia para avanzar frente a la diversidad de opiniones y problemas que surgen”, observa quien liderase el pasado junio la “marcha este” del 15-M, con la que recorrió una treintena de pueblos desde Valencia a Madrid para difundir las protestas de las acampadas de las ciudades.

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Desde los 18 años ha trabajado como obrero, técnico informático, fresador con control numérico y en cadenas de montaje, siempre con la precariedad de los contratos de seis o doce meses. A sus 35 años y padre de una hija, Guzmán recuerda que se sumó a los pocos meses de quedarse en paro a un movimiento que, visto con el paso del tiempo, adolece todavía de falta de organización. “La gran fortaleza ha sido la comunicación a todos los niveles gracias a las redes sociales, pero el problema está cuando hay que organizarse, porque es complicado plantearle la visión a largo plazo a la gente que se sumó al movimiento porque le había gustado la espontaneidad y la horizontalidad llevabas a límites exacerbados del principio”.

Frente a la crítica de la falta de objetivos del movimiento, señala que la alternativa del 15-M reside en “construir”: “Al exponer nuestros propios problemas para darnos cuenta del problema global ha llegado a una conciencia social mucho más elevada que en años anteriores. En épocas de bonanza siempre hemos hablado personas anticapitalistas, pero nadie nos hacía caso. Ha tenido que venir la crisis y crearse un espacio de debate para aumentar la conciencia social. Eso ha sido un salto cualitativo muy importante”.

“El mal tiempo se juntó al cansancio y la gente quiso retomar su vida”

Sin las tiendas de campaña en las plazas contra la corrupción y los recortes, reconoce que el movimiento se ha hecho menos visible al trasladarse a las asambleas de los barrios. “Están demostrando capacidad de trabajo conjunto para reenganchar la difusión. Se ha hecho mucha campaña en el nivel estatal y de hecho, la primavera valenciana de las protestas del Luis Vives no hubiera tenido éxito sin la ayuda de las relaciones internacionales del 15-M para difundir el contenido audiovisual de las cargas policiales”.

“Independientemente de que se consigan logros políticos o no, se han generado redes y están activas”, señala José Caballero, becario FPU en el departamento de Historia Contemporánea en la UV. Con experiencia en acciones colectivas, a este integrante de 31 años le atrajo la acampada para vivir el tiempo en sincronía con personas procedentes de otras organizaciones sociales. “En muchos colectivos se había trabajado mucho, pero ese esfuerzo no había llegado nunca a la opinión pública, sin embargo, en la acampada sí se vio. Y también estaba cansado de la gente que está concienciada pero no movilizada, porque hay gente que sabe analizar muy bien las cosas pero se queda en su torre de marfil en lo alto del departamento o en una conversación de cafetería”.

Curtido en movimientos sociales en la red a pesar de su juventud, Isacar Marín, estudiante universitario y blogger de 19 años, acudió a la acampada para hacer una “visita de campo” como experiencia para sus estudios en Antropología. “Es enriquecedor que el 15-M haya puesto en contacto a gente diversa afectada por el sistema corrupto, pero los cambios no son de hoy para mañana. El cambio es interior y propio, porque con el ejemplo de cada uno se sumarán los demás”. Ajeno a jerarquías y resistente a encasillamientos, este movimiento social, que nació como revulsivo la primavera de 2011, busca nuevas formas para las manifestaciones del próximo 12-M bajo un lema tan prometedor como indefinible: “Vamos despacio porque vamos lejos”.

‘Spanish Revolution’: ni revolución, ni descubrimiento

Al colectivo Democracia Real Ya (DRY), promotor de la manifestación del 15 de mayo que desembocó en las acampadas de las plazas, se le deben los lemas sugestivos “no somos mercancía en manos de políticos ni banqueros” y “toma la calle”. “Buscamos ejercer de grupo de presión social con las herramientas que pueden aprovecharse dentro del sistema, pero no venimos a crear nada nuevo, por eso somos más reformistas que rupturistas. Realzamos los movimientos que ya estaban creados y acercamos la solidaridad con el vecino”, señala Toni Parrilla, miembro de DRY-Valencia.

A pesar de haber sido acuñadas con el apelativo internacional Spanish Revolution, para José Caballero, integrante del 15-M, las movilizaciones masivas no han sido una revolución. "Aunque ha generado cosas nuevas, el 15-M no ha inventado nada, pero hay quienes creen ser los paladines de la revolución social". Para este joven historiador, la debilidad del movimiento se encuentra en la ambigüedad de los discursos. "Es muy peligrosa, porque gente inexperta y pasional puede ser manipulada por elementos ajenos con intereses fuera del sistema pero no democráticos, más autoritarios y excluyentes. Por ejemplo, el lema No somos de izquierdas ni de derechas, somos los de abajo y vamos a por los de arriba, sin ser una cita exacta, José Antonio Primo de Rivera ya dijo algo parecido en su tiempo".

Partidario de la línea rupturista del movimiento, en defensa de la abstención activa como denuncia frente a los mecanismos de la representatividad política, José apunta a la necesidad de crear bloque común con los reformistas: “Hemos madurado y nos hemos dado cuenta de que a pesar de las diferencias y de que pueda parecer a veces un juego de tronos, debemos elaborar un programa común si queremos articular una protesta social seria”.

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