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El inquietante mundo de un tierno demente

La Casa Encendida reivindica la figura de Daniel Johnston, icono de la cultura ‘grunge’, con un concierto y una exposición

Carmen Pérez-Lanzac
Daniel Johnston ante su más famosa creación.
Daniel Johnston ante su más famosa creación.

La mente de Daniel Johnston es un lugar donde puede hacer calor, pero también mucho frío. La rana Jeremiah sonríe con toda su inocencia pero de pronto empiezan a brotarle ojos, crecerle las piernas y salirle dientes como sierras. Allí están el Capitán América y el fantasma Casper, también un ojo con alas de murciélago que no le quita la vista de encima a Jonhston. Y por supuesto el demonio, obsesión constante, y también los Beatles, que le acercaron a la música y nutrieron su obsesión por la fama. Y finalmente, Laurie, su musa y amor platónico, la joven que un día le lanzó un beso mientras Johnston la grababa con su inseparable cámara de vídeo. Y la escena se repite en bucle en su cabeza.

La mente de Johnston es la de un niño. O la de un adulto que no quiere crecer (“En mi universo soy un bebé”, escribe). Un espíritu que encaja bien con una generación, la de los Peter Panes, que ve el auge de lo digital y el artificio, y hace de él y de su arte genuino un icono.

Daniel Johnston en Madrid

  • Concierto de Daniel Johnston. Miércoles 18 de abril, 21.30. 10 euros.
  • Exposición Visiones simbólicas. Una mirada al universo de Daniel Johnston. Del 20 de abril al 2 de junio. Entrada libre. La Casa Encendida.

Cuando la MTV le entrevistó en un programa sobre la escena musical más underground de Austin (Texas), miles de espectadores quisieron saber más sobre la música de ese tipo extravagante y empezaron a encargarle copias de las casettes en las que grababa sus canciones, que Johnston y su amigo Jeff Tartacov les enviaban por correo. Y empezó a correrse la voz. En una entrevista, Kurt Cobain colocó uno de sus discos en el puesto 35 de sus discos más influyentes y lució en varias ocasiones una camiseta con unos de sus naifs dibujos de la rana Jeremiah, dando un nuevo empujón a su fama. Las bandas más influyentes del rock alternativo, entonces en pleno boom, cayeron bajo su raro influjo: Sonic Youth, Yo la Tengo, Teenage Fun Club.

En 1990, Johnston vivió su momento de gloria. Tocó, al fin, ante miles de personas durante un festival de Austin. Pero de regreso a casa en la avioneta de su padre sufrió un brote psicótico, quitó las llaves del motor en pleno vuelo y las lanzó por la ventanilla, mostrando en su forma más cruda lo que todos —amigos, músicos, discográficas— acabarían descubriendo tarde o temprano: Que no hay nada cool en la demencia de Johnston, que sobrevivió al accidente solo gracias a la habilidad de su padre.

En 2006, un documental intimista precioso —The devil and Daniel Jonhston, premio en Sundance— retrató su increíble historia, terminando por difundirla en todo el mundo.

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El Jonhston de 2012 tiene 52 años, una tripa prominente que cubre con camisetas llenas de lamparones, ha perdido varios dientes y vive con sus padres recluido del mundo, aunque a veces sale de su refugio para dar conciertos. Lo hará, si nada lo impide, el próximo miércoles en La Casa Encendida, que también dedica una exposición a su obra y figura: sus famosas casettes caseras, carteles de sus conciertos y, sobre todo, sus inquietantes dibujos de niño y también de loco.

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Sobre la firma

Carmen Pérez-Lanzac
Redactora. Coordina las entrevistas y las prepublicaciones del suplemento 'Ideas', EL PAÍS. Antes ha cubierto temas sociales y entrevistado a personalidades de la cultura. Es licenciada en Ciencias Económicas por la Universidad Complutense de Madrid y Máster de Periodismo de El País. German Marshall Fellow.

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