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Fumata blanca en Rasquera

El 56% de los vecinos de la localidad de la Ribera d'Ebre apoyan la plantación de cannabis El alcalde rechaza dimitir y medita el futuro del proyecto al no lograr el 75% de los votos

Los vecinos de la población tarraconense de Rasquera (Ribera d’Ebre) acudieron ayer a las urnas para celebrar un referéndum vinculante en el que decidieron, con el 56% de los votos a favor, plantar cannabis a gran escala en la población. La votación fue ajustada: según el recuento inicial, 308 personas votaron a favor de la iniciativa y 239 rechazaron el proyecto. Los votos negativos ascendieron al 44%. Con el resultado en las manos, el paisaje de la localidad, marcado desde hace decenios por almendros y olivos, podría cambiar en los próximos meses.

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La iniciativa se enmarca en un plan anticrisis para sanear las cuentas del Ayuntamiento, uno de los más endeudados de Cataluña. Si se cumple el plan del Consistorio, las plantaciones de esta droga ilegal se destinarán a los 5.000 socios de la Asociación Barcelonesa Canábica de Autoconsumo (ABCDA), un club de fumadores con fines lúdico-terapéuticos. Según el acuerdo inicial, si el proyecto sigue adelante, la ABCDA pagará 1,3 millones de euros en dos años a la localidad. Además, se crearán 40 puestos de trabajos directos e indirectos.

Tanto el gobierno de Rasquera como la oposición ya habían vaticinado un triunfo ajustado del sí y las previsiones se cumplieron. Al referéndum estaban convocados 804 vecinos y votaron 555, el 68% del padrón. Sin embargo, el resultado es nefasto para el alcalde de Rasquera, Bernat Pellisa, que hace tres semanas se desvinculó de ERC para alejar de la polémica al partido republicano. El alcalde había asegurado que paralizaría el proyecto si este no era aprobado, como mínimo, por el 75% de la población. Pellisa también prometió que, si no se conseguía este resultado, dejaría el municipio en manos de la oposición, formada por tres regidores de CiU que se oponen tajantemente a la iniciativa. Pero ayer, a primera hora de la mañana, Pallisa se desdijo y rechazó vincular su continuidad en la alcaldía al resultado de la votación. Y ya por la noche, cuando concluyó el recuento de votos, afirmó: "Dimitir ahora sería una frivolidad". El alcalde anunció que abría un periodo de reflexión y al cierre de esta edición aún no había determinado si se cultivará marihuana a gran escala en Rasquera o, por el contrario, si dará carpetazo a su proyecto. Por esta indecisión, Bernard Fornós, el portavoz de CiU en el Consistorio, montó en cólera: “Él ha puesto desde un principio las reglas de juego, ahora pedimos que las cumpla, es un despropósito", afirmó en el centro cívico.

El alcalde de Rasquera Bernat Pallisa.
El alcalde de Rasquera Bernat Pallisa.JOSEP LLUÍS SELLART

La jornada en Rasquera se desarrolló sin incidentes, dominada por una gran expectación mediática, con televisiones llegadas de Francia, Corea del Sur y el mundo árabe “¿Está de acuerdo con el plan anticrisis 2012 aprobado por el Ayuntamiento de Rasquera en la sesión plenaria del 29 de febrero?”, fue la cuestión planteada a los vecinos, en la que se obvió conscientemente citar de manera directa los cultivos de cannabis. Quizá por eso, una atmósfera enrarecida rodeó el referéndum: CiU acusó al equipo de gobierno de empadronar a socios del club de fumadores para ganar votos. Pellisa lo niega y, además, anunció medidas legales contra los convergentes. De hecho, para el alcalde el proyecto del cannabis era una oportunidad para “cerrar heridas entre los dos bandos” que ha dominado históricamente el municipio.

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Al final, sin embargo, la calle estuvo tan dividida como el Consistorio. Algunos habitantes ven los cultivos como un foco de delincuencia y otros creen que podría ser una opción para salir de la crisis. Los debates se vivieron en todos los rincones del pueblo y fue imposible acercar posiciones. “Solo viven de la droga los traficantes, la policía intervendrá las plantaciones y esto solo habrá servido para tirar dinero a la basura”, expresó contundente Francisco Garrido, un vecino de Rasquera. “Tengo miedo. Las tierras estarán al lado de mi casa. Los Mossos denunciarán al pueblo. Hay que salir de la crisis, pero esta no es la solución, y eso que soy holandesa”, dijo Ana, que vive desde hace cinco años en la localidad. Lo mismo opinó Liliana Moya: “He votado que no. Llegué de Colombia hace 10 años, viví de cerca el narcotráfico, allí hay droga y prostitución. Solo se enriquecen los terratenientes y los cuatro o cinco que la administran”, explicó.

Paquita Torres, vecina de la localidad de Rasquera, antes de votar
Paquita Torres, vecina de la localidad de Rasquera, antes de votarJOSEP LLUÍS SELLART

En el otro bando, los partidarios de la marihuana se congratularon de la publicidad que ha llevado la iniciativa al pueblo. “Las tiendas han vendido mucho más, el pan se ha acabado todos los días”, explicó Florenci Miró. Eugeni Gil, un vecino de 50 años, se paseó con una camiseta de la que sobresalía una gran hoja de cannabis y la frase Rasquera, la Catalunya tropical. Un atuendo similar llevaba el propietario del restaurante La Seu. Es hermano del alcalde y había planeado una fiesta en su local con los miembros de ABCDA si la consulta triunfaba. “He votado. Es un bien para el pueblo. No estoy de acuerdo con la droga, pero de lo contrario las plantaciones irán a otros pueblos; para eso, que se quede aquí”, afirmó Paquita Torres. Además, esta vecina octogenaria sostiene que ha habido plantaciones de marihuana en Rasquera “toda la vida” y que la droga se distribuye en “bolsitas” por las poblaciones colindantes. Sus dos hermanas también votaron en la consulta popular.

Para los cultivos ya se ha reservado una finca de 7,5 hectáreas a cinco kilómetros de Rasquera. Aun así, los brotes verdes planeados para salir de la crisis no lo tendrán fácil para germinar: la justicia tiene los ojos puestos en la iniciativa. Diversas fuentes señalan que el abogado del Estado actuará a partir de hoy, tras la resaca del referéndum. Además, la Fiscalía de Tarragona abrió un expediente informativo, así como la Fiscalía Antidroga. Pellisa aseguró que ahora abrirá “un proceso de reflexión” para determinar el futuro de su proyecto. En Rasquera destacan la obstinación con la que defiende cada uno de sus ideales. Sin ir más lejos, algunos vecinos recuerdan un episodio sucedido hace solo dos años: Pellisa era presidente del Consejo Comarcal de la Ribera d’Ebre y se encerró en las dependencias del organismo para rechazar la energía nuclear. Era su manera de protestar por la posible construcción de un cementerio nuclear en Ascó.

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