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Escritos en la flor de la piel

El Museo do Pobo Galego muestra su fondo de pergaminos, testimonio de la historia social durante siglos

La ejecutoria de fidalguía de Don Juan do Pazo e Figueroa.
La ejecutoria de fidalguía de Don Juan do Pazo e Figueroa.

La hegemonía del papel es en la actualidad disputada por poderosos rivales como los dispositivos electrónicos. En la Edad Moderna, fue la hoja de pasta vegetal la que se impuso frente al más antiguo pergamino, del mismo modo que este había desplazado antes al papiro. En esta sucesión histórica de invenciones, la flor de la piel desempeñó una función fundamental en Occidente a partir del siglo IV. Así se llamaba a la cara del pergamino más adecuada para escribir. Y así denomina el Museo do Pobo Galego la exposición, que acoge hasta el próximo día 15, de su colección de este tipo de soporte de escritura.

Documentos de compra-venta, bulas, testamentos o partituras musicales se redactaban sobre pergaminos que, con la imprenta, quedaron relegados a poco más que a algunos libros eclesiásticos o a ejecutorias de la fidalguía. A partir del siglo XVIII su utilización se restringe a títulos de prestigio, aunque en la encuadernación de libros su presencia se prolonga. La portada del poemario A rosa de cen follas de Ramón Cabanillas, realizada por Camilo Díaz Baliño en 1933, es una de las muestras más modernas del pergamino que pueden verse en Na flor da pel.

Un libro de poemas de Cabanillas es uno de los pergaminos más modernos

Frente al papiro, elaborado con tejido vegetal, la materia prima del pergamino era piel de cabra, cordero o ternera, principalmente, que se trataba con cal para luego depilarla y descarnarla, antes de dejarla secar. El grosor y la uniformidad buscados se lograban con el raspado, completado con el pulido. La piel como soporte de escritura se había utilizado desde la antigüedad, pero el auge del pergamino se produjo en la Edad Media, con la labor de los monjes copistas. La exposición del Museo do Pobo sitúa en el siglo X la primera fuente gallega conocida que muestra el trabajo del artesano pergaminero. El formato evolucionó, por otra parte, del rollo al códice.

Los pergaminos de Na flor da pel están datados entre los siglos XII y XX. Forman parte del fondo del museo debido a depósitos institucionales y donaciones particulares. Y son testigos no solo de la evolución de la escritura, sino de diversos aspectos de la historia social y política del país. Un fragmento del Fuero juzgo —compilación de las leyes visigodas por mandato de Fernando III— escrito en latín incluye anotaciones en romance. Antonio López Ferreiro lo situó en una época anterior a las primeras traducciones al castellano, del siglo XIII. Otros documentos dan pistas del romance gallego como lengua de los usos formales y su progresiva sustitución por el castellano, evidente a partir del siglo XV.

Otros documentos dan pistas de la sustitución de gallego por castellano
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Entre los ejemplares más vistosos se encuentra la ejecutoria de fidalguía de Don Juan do Pazo e Figueroa, de 1717. Se trata de un documento emitido por la Cancillería de Valladolid para certificar al interesado su condición social. Cada una de sus páginas fue marcada con un sello de Felipe V. Este estamento de la baja nobleza se aseguraba con documentos así la exención de impuestos municipales. También destacan por su ornamentación la copia de la bula de confirmación del papa Julio II a la Cofradía del Apóstol Santiago, de 1504; u otra carta papal, la que crea en Compostela, en el Hospital Real, la Cofradía del Santísimo Sacramento, en 1545. La primera ratifica la creación de la cofradía citada. En el centro aparece Santiago Peregrino, flanqueado por las armas papales y el escudo de los Reyes Católicos.

En este pergamino el texto fue impreso y enmarcado con una orla pintada a mano. También el diploma de fundación de la Cofradía de la Cofradía de la Cinta de San Agustín y Santa Mónica en Santiago, de 1688, exhibe una orla ricamente decorada. La formación de entidades religiosas como estas es un capítulo fundamental de la historia compostelana. Asimismo, una serie de documentos relacionados con el testamento del deán de la Catedral de Santiago, Iohan Nunnez d’Aponte, dan cuenta de su patrimonio. La exposición muestra también documentos civiles. Uno de los pergaminos recoge la concordia entre los herederos de Fernán Gomez y sus aforados para el pago de unas rentas, en 1446, consistentes en 90 maravedís y medio millar de sardinas blancas saladas.

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