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Movilización en familia

Una pareja del Guinardó secunda, como muchas en Cataluña, el paro al completo por el recorte de derechos. “Hemos apoyado el 29-M por dignidad”, dice Lurdes, que no llevó a su hijo a clase

Àngels Piñol
Lurdes y Marc, con su hijo Jan sobre los hombros, ayer en la manifestación de Barcelona.
Lurdes y Marc, con su hijo Jan sobre los hombros, ayer en la manifestación de Barcelona.JOAN SANCHEZ

El despertador no sonó ayer como siempre a las siete de la mañana en casa de Lurdes Martínez y Marc Grau, en la avenida de la Mare de Déu de Montserrat, en el barrio barcelonés del Guinardó. Fue Jan, de cuatro años, el que sobre las 8.45 despertó a la pareja, que ayer, como muchas otras de Cataluña, decidió ir a la huelga al completo. Lurdes, de 41 años, tuvo claro desde el principio que no se presentaría en la fundación en la que trabaja como administrativa. Y Marc, de 39, químico, que no cogería la moto y se desplazaría a Sant Adrià de Besòs, donde en su calidad de funcionario se ocupa de riesgos laborales. Quim, el hijo mayor, está de colonias en Torrelles de Llobregat, y Jan tuvo ayer fiesta porque la mayoría de los profesores de su colegio, la escuela Estel, secundaron la huelga (apenas fueron 20 niños de 200, aunque la mayoría están de colonias). Así que un jueves se convirtió en una especie de domingo que empezó con el ruido de los piquetes y acabó con la familia en la manifestación del paseo de Gràcia contra la reforma laboral.

Crecida en el barrio “obrero”, recalca, del Bon Pastor y bregada en la implicación social —empezó siendo monitora de esplai, estuvo en una ONG internacional dos veranos en Cuba y ahora preside la AMPA de la escuela Estel—, Lurdes resume en una palabra el motivo de su apoyo al 29-M: “Por dignidad. Es de los pocos instrumentos que nos quedan y está en peligro. Parece que lo quieren dejar en un reducto del siglo XX. Ya no nos pueden dar por más lados”, argumenta. Y eso que la crisis no ha golpeado especialmente a esta familia, aunque ella tiene el salario congelado desde 2009 y a Marc le han recortado el sueldo un 5%. Pero la pareja alza la mirada y ve el futuro tan “negro” que duda de que a este paso la educación y la sanidad públicas, de las que son usuarios, siga siendo gratis. Tras oír desde el balcón al primer piquete, Lurdes salió a dar una vuelta por el barrio y no tuvo sensaciones buenas. “Esto no es el centro y he visto”, lamentó, “muchas tiendas abiertas”.

Lurdes y Marc no llevaban pancartas: eran ciudadanos anónimos como los miles de personas que salieron a protestar

Correteando por el comedor, Jan deja los cuentos y los colores, y busca un silbato de color verde. Lo muestra divertido y lo hace sonar. Es su juguete de todas las manifestaciones contra los recortes y la reforma laboral a las que ha ido con sus padres. “Coge el pito y tan contento. Cuando estos niños sean mayores, serán antimanifestaciones”, bromea la pareja, que siguió por la mañana el paro por la red y la radio, y luego por televisión. Tras una comida de supervivencia (ensalada de arroz y hamburguesas), por la tarde fueron caminando desde el Guinardó hasta el metro de la Sagrada Familia, que ya circulaba con servicios mínimos, donde coincidieron con los trabajadores del hospital de Sant Pau que acababan de protestar. Quedaron con sus amigos en el paseo de Gràcia con Aragó y se encontraron a un conocido que es bombero y a una profesora del colegio. Allí se veían banderas griegas y republicanas, y el emblema antirrecortes. Lurdes y Marc no llevaban pancartas: eran ciudadanos anónimos como los miles y miles de personas que salieron a la calle sin necesidad de colocarse detrás de una entidad. Jan, eso sí, no se olvidó el silbato.

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