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Análisis
Exposición didáctica de ideas, conjeturas o hipótesis, a partir de unos hechos de actualidad comprobados —no necesariamente del día— que se reflejan en el propio texto. Excluye los juicios de valor y se aproxima más al género de opinión, pero se diferencia de él en que no juzga ni pronostica, sino que sólo formula hipótesis, ofrece explicaciones argumentadas y pone en relación datos dispersos

La necesaria estabilidad

"La crisis de la socialdemocracia es global, aunque el caso valenciano tenga algunas especificidades mayoritariamente relacionadas con actitudes personalistas"

El problema del PSPV no es Jorge Alarte por más que algunos, en una visión simplista de la organización de los socialistas valencianos y de la sociedad, lleven años construyendo una imagen maniquea de su gestión, achacándole todas las desgracias que se abaten sobre un partido que lleva lustros en un bucle del que no sabe cómo salir. Alarte no es el problema. No lo es más que pueda serlo Ximo Puig, que aspira a sustituirle en la secretaría general. Ambos deberían ser parte de la solución, pero esto es un imposible. El próximo congreso del PSPV será de confrontación. Las apelaciones a la necesidad de un partido unido, sólido y capaz de constituirse en alternativa no dejan de ser frases retóricas.

La crisis de la socialdemocracia es global, aunque el caso valenciano tenga algunas especificidades mayoritariamente relacionadas con actitudes personalistas. Desde que perdió el poder en 1995 el PSPV ha sido incapaz de proponer un discurso atractivo para los sectores sociales que le apoyaron masivamente desde los primeros 80 hasta mediados de la década de los 90. Durante 17 años ninguno de los líderes socialistas, ni quienes les han acompañado en las tareas de dirección, han encontrado los argumentos necesarios para conectar con las emociones y las exigencias de una sociedad cada vez más compleja. Alarte, qué duda cabe, es responsable en la parte alícuota que le corresponde. Durante tres años ha sido secretario general del PSPV y tampoco ha escapado a la mediocridad que caracteriza a su partido. Pero juega en su favor su decidida lucha contra la corrupción y su oposición frontal a decisiones prácticamente adoptadas por el Gobierno de Rodríguez Zapatero como la ubicación del almacén nuclear en Zarra o la reducción a la nada del trasvase Tajo-Segura. En este sentido, ha sido, con mucho, el secretario general más autónomo respecto de las directrices de Ferraz y la Moncloa.

El PSPV se ha hundido electoralmente a la misma velocidad que el PSOE y que la socialdemocracia europea y padece una desorientación ideológica similar. Si a ello se le une una desestabilización interna provocada por sus constantes luchas tribales, la orfandad social en que se encuentra es lo mínimo que puede sucederle. Los socialistas valencianos se han ganado a pulso su situación actual. Desde 1995, cuando Joan Lerma dejó la Comunidad Valenciana para irse a Madrid, no ha habido tregua. La defección de Joan Romero, el fiasco de Antoni Asunción, la etapa de Ximo Puig como portavoz del grupo parlamentario y el periodo de Joan Ignasi Pla, concluido abruptamente tras un escándalo por unas obras en su vivienda, son antecedentes suficientes para no apostar de nuevo por el aventurerismo ni por la confrontación. El PSPV necesita estabilidad institucional para responder con ideas y no personalismos a la actual política del PP.

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