El hombre que presumía de ser un asesino
Tras la muerte de Viladecans, Luis G. S. se embarcó en una vorágine de atracos a mano armada
Robó en una farmacia y les dejó una bala encima del mostrador. “Con una de estas maté a un hombre de Viladecans”, le dijo al dependiente. Luego se quitó lo que llevaba puesto y se lo dio también. “Con esta ropa he cometido el delito”, añadió, según explicó ayer la víctima del atraco en TV-3. El ladrón decía la verdad. O al menos así lo creen los Mossos d’Esquadra, que lo detuvieron ayer a las nueve de la mañana en un hostal de Sant Feliu de Guíxols (Baix Empordà). Luis G. S. está acusado de matar a un hombre de 57 años en Viladecans (Baix Llobregat). El cadáver apareció el jueves en el parque de la Torre Roja de la ciudad. Ambos eran familia, según fuentes policiales.
Tras el crimen, Luis G. S., de 30 años, se embarcó en una vorágine de atracos con violencia. El sábado le tocó a una farmacia de Cornellà de Llobregat. Dos días más tarde asaltó un videoclub y una tienda de ropa en Sant Feliu de Llobregat. El martes, apareció pistola en mano en un supermercado Condis del centro de Girona.
El fugitivo, considerado muy peligroso por los Mossos d’Esquadra, rondaba por esta provincia al menos desde el lunes. Ese día, a las 22.45, se presentó en el céntrico hostal Zurich, en Sant Feliu de Guíxols, y pagó por adelantado una noche. No llevaba equipaje, pero dejó sin problemas su carnet de identidad. “No sospeché nada raro”, dijo a este diario la dueña del establecimiento. Se quedó otra noche, pero tenía previsto marcharse el miércoles. Cuando estaba en el bar del hostal, muy conocido en el municipio, desayunando y a punto de irse, le apresaron. En la detención participaron agentes del grupo de élite de los Mossos, el GEI.
La policía autonómica lo tenía identificado desde el mismo día del crimen como el principal sospechoso. Para dar con él lo antes posible, distribuyeron su imagen entre todos los cuerpos policiales que trabajan en Cataluña. El hombre había estado en la cárcel y llevaba un tiempo en libertad. Pero Luis G. S., a pesar de alardear de su asesinato, no acudió a entregarse a ninguna comisaría.
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