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El exchófer de Guerrero amplía el abanico de implicados en los ERE

La juez envía a prisión por 22 delitos al conductor del ex alto cargo

Javier Martín-Arroyo
Juan Francisco Trujillo, exchófer de Javier Guerrero, esposado durante su traslado a prisión.
Juan Francisco Trujillo, exchófer de Javier Guerrero, esposado durante su traslado a prisión.JUAN FERRERAS (EFE)

La explosiva declaración judicial de Juan Francisco Trujillo, exchófer del antiguo director general de Trabajo Javier Guerrero, antes de su ingreso en prisión provisional en la madrugada de ayer, elevará la cifra de imputados en el caso de los ERE. La ristra de tropelías que supuestamente cometió Trujillo implica al menos a otras siete personas que colaboraron con él y que hasta ayer permanecían ajenas al caso, además de sumar graves delitos a otros tres acusados. La causa acumula ya 52 imputados.

Si Trujillo compareció acusado de 11 delitos, 15 horas después fue escoltado a la prisión de Morón de la Frontera (Sevilla) por 22 delitos. Mientras, la juez le sumó un delito de alzamiento de bienes, cinco nuevos delitos de cohecho y otros cinco de falsedad que implican a empresarios como Manuel Pérez o Francisco Casado por emitir facturas falsas y contratarle de manera fraudulenta. La conclusión del sorprendente testimonio de Trujillo es que ha salido a relucir una parte del círculo corrupto que rodeó a Guerrero durante sus tres peores años. Fueron frases que sonaban a confesiones porque denotaban un delito tras otro sin que su abogado interviniera ni le frenara.

“El imputado, de manera casi inconsciente, sin calibrar el alcance de sus respuestas (...) ha admitido la comisión de otro numeroso grupo de delitos, que podrían incluso aumentar con el desarrollo de la investigación”, definió la juez, que le impuso una fianza de 2,3 millones por responsabilidad civil tras la petición de la Fiscalía Anticorrupción.

El exchófer relató un abusivo consumo de cocaína durante tres años entre él y Guerrero (hasta cinco gramos diarios cada uno, una cantidad inasumible, por 25.000 euros al mes) y desveló a uno de sus camellos, G. Martínez, cuyos padres poseen el hotel Posada del Moro, que Guerrero premió con una ayuda directa de 900.000 euros. Trujillo creó con Martínez una sociedad inmobiliaria cuyo único objetivo era recibir subvenciones de Guerrero, que les recomendó a ambos socios la creación de la firma.

Trujillo, técnico administrativo de formación profesional, creó hasta cuatro empresas tapadera de para lograr 1,3 millones en subvenciones. De vez en cuando emitía facturas por trabajos ficticios, algunos de los cuales salieron a relucir ayer, pero todo apunta a que Trujillo recuperará la memoria y nuevas facturas falsas aparecerán poco a poco. Entre los delitos que Alaya achaca al exchófer figuran dos facturas falsas por 6.960 euros cada una a las entidades Dhul y Delphi, y otra por 6.000 euros al bufete Estudios Jurídicos Villasís. El responsable de este despacho, Carlos Leal, ya está imputado, mientras que el negocio con Dhul surgió gracias a un favor que le hizo el intermediario Juan Lanzas, que intervino en el ERE de Dhul pero que también trabajó para Leal. Y el círculo de irregularidades se ensancha cada vez más al mismo ritmo que afloran las relaciones entre los implicados beneficiados por la generosidad indiscriminada de Guerrero.

“Lanzas me comentó la posibilidad de hacer un paripé sobre un trabajo a Dhul que no lo hice pero lo cobré (...) Cogí un informe económico de Delphi a través de Internet y lo copié”, aclaró Trujillo. “Quería dejar de ser conductor toda la vida”, alegó en un momento para justificar la espiral de mentiras de su “mundo de mierda”, según definió él mismo.

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Sobre la firma

Javier Martín-Arroyo
Es redactor especializado en temas sociales (medio ambiente, educación y sanidad). Comenzó en EL PAÍS en 2006 como corresponsal en Marbella y Granada, y más tarde en Sevilla cubrió información de tribunales. Antes trabajó en Cadena Ser y en la promoción cinematográfica. Es licenciado en Periodismo por la Universidad de Sevilla y máster de EL PAÍS.

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