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Una fiesta venida a menos

Santa Fe acoge la celebración ‘hippy’ de la llegada de la primavera

Aspecto de la zona de Santa Fe donde se celebra este año la fiesta hippy por la llegada de la primavera.
Aspecto de la zona de Santa Fe donde se celebra este año la fiesta hippy por la llegada de la primavera.M. ZARZA

La llegada de la primavera que durante algo más de dos décadas celebró la comunidad hippy en la Alpujarra granadina se mudó hace tres años a la vega. La Dehesa de Santa Fe acoge este fin de semana la conocida como fiesta del dragón, aunque venida a menos. En Órgiva, el pueblo donde antes se celebraba, llegaron a concentrarse hasta 10.000 personas y hubo graves incidentes e incluso dos fallecidos que obligaron al municipio a regular en cierto modo la convocatoria, que era y sigue siendo extraoficial. La experiencia en Santa Fe ha sido, por ahora, más tranquila y con menos afluencia. No se han superado ni los 2.000 asistentes en los tres años que lleva.

El parque periurbano Dehesa de Santa Fe, entre la depresión de la vega y las montañas que lo delimitan al sur, es ahora el escenario de este encuentro que surgió a mediados de los noventa en la Alpujarra, donde había un importante asentamiento de hippies. El temporal de 2009 y comienzos de 2010 dejó al paraje de Los Cigarrones embarrado al desbordarse el río Guadalfeo y la fiesta no tuvo más remedio que cambiar de ubicación. Un vídeo difundido a través de las redes sociales mostraba el estado en el que se encontraba ese espacio alpujarreño por lo que los asistentes no dudaron del traslado. Todavía este año algunos despistados han acudido al antiguo emplazamiento. Tras echar un vistazo se fueron a Santa Fe.

A unos cinco kilómetros del casco urbano es donde está situada la Dehesa de Santa Fe, un entorno en el que habitualmente hay entre 30 y 50 personas acampadas y que sufre un notable “repunte” este fin de semana con gente de lo más variopinta. Hay herederos del movimiento hippy, pero también otros muchos asistentes de más compleja catalogación. Un grupo “muy heterogéneo”, en palabras del subdelegado del Gobierno, Santiago Pérez. Él y el alcalde de Santa Fe, Sergio Bueno, acordaron la pasada semana un dispositivo con más de un centenar de efectivos para que todo transcurra con normalidad. Con carácter preventivo, los agentes de la Guardia Civil y Policía Local tratan de evitar posibles problemas en los accesos y garantizar la seguridad.

Los asistentes aseguran que el único objetivo es “pasarlo bien” de un modo “alternativo”, distinto al del “mundo capitalista”, matizan. Durante estos días acampan en el paraje, que cuenta además con una zona de aguas termales. El aumento de caravanas se empezó a notar el pasado viernes. A partir de ahí comenzaron a proliferar las tiendas de campaña y los coches donde establecen su residencia el fin de semana, aunque a veces la fiesta se prolonga unos días más. Unos 350 vehículos se podían contabilizar ayer, jornada que transcurrió sin incidentes y con “espíritu de compañerismo”, según un joven que atendía uno de los puestos en el campamento.

La fiesta, que no es oficial pero se convoca a través de internet, parece haberse instalado ya de forma definitiva en Santa Fe. El alcalde del municipio cree que en esta ocasión la convocatoria “directamente” ha sido en este pueblo y reconoce que es una cita mucho más “moderada” que la que se vivía en Órgiva. Puestos ambulantes de todo tipo, música, comida, bebida y objetos artesanales para entretener conforman el escenario por el que a primera hora de la mañana deambulan pocas personas.

Por el camino que separa la dehesa del casco urbano es normal ver estos días a algunos grupos procedentes de la fiesta. Van y vienen del pueblo, cuyos habitantes ven en ocasiones la convocatoria con recelo. Según fuentes de la Policía Local, ayer hubo pequeños incidentes en varios supermercados, pero no se practicó detención alguna y se solventaron los problemas, aunque sí fue requerida la presencia de agentes.

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Las previsiones más optimistas apuntan que Santa Fe reunirá a unas 2.000 personas en todo el fin de semana. La música, especialmente alta por la noche, es la principal queja de los vecinos del pueblo.

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