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Madoz muestra su fotografía conceptual en el Auditorio de Galicia

El artista exhibe obras de los inicios de su carrera

Sin título (2004).
Sin título (2004).© CHEMA MADOZ / VEGAP MADRID, 2012

La obra de Chema Madoz (Madrid, 1958) está entre lo más destacado de la fotografía contemporánea española. Su trabajo al proponer al espectador nuevas perspectivas sobre objetos cotidianos, a los que normalmente no prestamos mucha atención, le ha procurado los favores del público y de la crítica. Ars combinatoria, la exposición que abrió ayer el Auditorio de Galicia de Santiago, repasa la trayectoria del fotógrafo madrileño desde mediados de la década de los 80 hasta la actualidad.

En la muestra pueden verse algunas de las obras de sus inicios, cuando aún aparecían figuras humanas en las fotografías, pero desde principios de los 90 Madoz se concentra en el estudio de los objetos. A través de las 70 obras que forman parte de la exposición se observa la perspectiva humorística, irónica y hasta filosófica que el artista aplica a las cosas que fotografía.

Madoz explica que cuando comenzó a fotografiar objetos creía que iba a producir tan solo una serie de 30 o 40 instantáneas “pero me encontré con un universo muy amplio, al que ahora no le veo límites”, explica el fotógrafo quien ha expuesto en diversas ocasiones en Galicia, como en la exposición individual que le dedicó el CGAC en 1998 o la realizada por el Museo de Bellas Artes de A Coruña diez años después. Ars combinatoria llega a Santiago después de pasar por Holanda y Córdoba.

Aunque en alguna ocasión ha utilizado el color, todas las imágenes que integran la exposición han sido realizadas en blanco y negro, como la mayor parte de su producción. Madoz apunta que este formato es el que mejor se adapta a las características del trabajo que realiza, ya que “aprovecho la característica principal que tiene la fotografía analógica y que consiste en ser un espejo de la realidad”.

El artista madrileño explica que su método de trabajo le lleva a alterar de algún modo la naturaleza del objeto que va a fotografiar. “Necesito construir algo, que haya un guiño o una perversión que te lleve a un lugar diferente. No me gusta falsear la realidad por el simple hecho de hacerlo ni buscar la sorpresa del espectador de una forma gratuita”, indica Madoz.

En el recorrido por la muestra el público tendrá la oportunidad de sonreir, hacerse preguntas o simplemente admirar la belleza que atesora un objeto de uso cotidiano, del que nunca habría sospechado que podría esconder una cara oculta. La comisaria de la exposición, Oliva María Rubio, apunta que en la forma de trabajar de Madoz hay algo del espíritu del niño que entiende al juego como la primera forma de entender al mundo y de relacionarse con él.

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