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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Fuerza bruta

"Los críos se nos están haciendo adultos de golpe y los viejos son cada día más jóvenes"

Hay verdades que nacen rotas, pero no por ello dejan de ser verdades. La semana pasada mientras el parlamento griego votaba los recortes exigidos por el plan de rescate, Atenas ardía por los cuatro costados. Difícil dilema. Probablemente los políticos no tienen más opción que tragar, siguiendo las reglas del juego. Pero a los ciudadanos con un resto de dignidad no les queda otra que pelear. Nadie puede quedarse en casa de brazos cruzados mientras le desmantelan el país. Unos y otros tienen sus razones, claro. Pero, puestos a elegir, yo me quedo con las razones de los otros, frente a las de los unos. ¿Se acuerdan de los Hunos? La tribu bárbara que por donde pasaba no volvía a crecer la hierba. Atila y todo aquello.

El domingo 12, en la calle con los otros, es decir, con las decenas de miles de manifestantes, estaba Manolis Glezos. Quizá no sepan quién es. Cuando los nazis ocuparon Grecia durante la Segunda Guerra Mundial, un chaval de instituto, con la mochila al hombro, se subió a lo alto del Partenón y arrancó del mástil una bandera con la cruz gamada izada por los invasores. Era él. Ese gesto de orgullo y rabia le costó tres condenas a muerte, pero fue el comienzo de la Resistencia. Hay una placa de bronce que lo recuerda. “El 30 de mayo de 1941 los patriotas Manolis Glezos y Apostolos Sanda, arrancaron la bandera de la ocupación nazi de la roca sagrada de la Acrópolis”. Un tipo con agallas. Durante el régimen de los coroneles aguantó la persecución, la tortura, el exilio y la cárcel. Once años y 4 meses. Hoy es un anciano venerable de camisa limpia y pelo blanco. 90 tacos cumplidos. Pues bien ese domingo este hombre mayor decidió que no iba quedarse en casa esperando a que otros más jóvenes se jugasen el tipo en su nombre. Salió a dar la cara porque eso es lo que siempre hizo en la vida. En las calles ardientes fue zarandeado y humillado por un agente antidisturbios con el escudo de la bandera griega estampado en el casco. Ni idea, supongo, de la Historia de su país.

No me gustan los antidisturbios que aporrean a diestro y siniestro

Más fuerza bruta. La semana pasada en Valencia la policía cargó contra unos chavales de Secundaria que protestaban contra los recortes en Educación y arrastró por el suelo a unas niñas del Instituto Lluís Vives. Los profesores estaban horrorizados. La cosa fue a peor el lunes. A una alumna tuvieron que ponerle seis grapas en la cabeza. Un día se van a encontrar que por obedecer órdenes están masacrando a sus propios hijos al salir de clase. No me gustan los antidisturbios que aporrean a diestro y siniestro, sin saber lo que aporrean, sin reparar en edades, canas, biografías, ni leyendas. Sin conocer siquiera la historia del país que dicen defender en beneficio de no se sabe qué intereses. Si aquí un policía le pone una mano encima a José Luis Sampedro, se iba a enterar de lo que es despertar al tigre. Mientras tanto los críos se nos están haciendo adultos de golpe y los viejos son cada día más jóvenes. El futuro vuela. No sabemos adónde.

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